Capítulo 10: Respirar… respirar... respirar.

1600 Words
POV Isabella Voy a respirar, voy a respirar, voy a respirar porque si no voy a explotar; Mente sana, cuerpo sano, mente sana, cuerpo sano; los gusanos no se estrangulan se aplastan, los gusanos no se estrangulan se aplastan. Ninguno de mis mantras estaban funcionando en ese momento, por más que le rogaba, nada daba efecto. Lo gritos de estas personas me estaban alterando demasiado, sin embargo, no debo demostrarle lo mal que me está cayendo todo este escándalo, precisamente lo que odio, es lo que me encuentro en mi primer día de trabajo. —Si dejas de gritar puedo explicarte algunos detalles que estás pasando por alto, pero que son importantes. Es mejor que hablemos en tu oficina, y ponernos de acuerdo en lo que a cada uno le corresponde hacer. — ¿Estás sorda? creo que tus padres no te enseñaron a seguir indicaciones, pero es algo que vas aprender en este lugar —cada vez que hablaba, solo ladraba. — ¿Puedes bajar la voz? no me gusta llamar la atención, mucho menos en mi primer día de trabajo. Mejor hablemos como las personas civilizadas que somos, además creo que estas olvidando algo importante, Iván. — ¡Importante! ¿Según tú, que es? —El contrato ya está firmado, no veo la necesidad de firmar otro como indicas, en el viene todo lo relacionado a mis actividades en esta empresa. En definitiva, todo lo que pides esta sobrado, mejor enfoquemos nuestro esfuerzo en lo que de verdad nos corresponde. Aquí voy de nuevo, respirar, respirar… espero que tomes eso de buena manera, la verdad no quiero más problemas de los que ya tengo por culpa de este tipo. ¡Abuelo! ¡Abuelo! ¡Abuelo! te aseguro que me pagaras muy caro todo este sufrimiento que estoy teniendo, mis padres me enviaron a la escuela para que me educara, pero tú sacaste tus deducciones sin siquiera preguntarme si quería colaborar con Iván. La sala quedo en total silencio después de nuestro pequeño encuentro, tal vez esperaba que el show continuara, para tener de que hablar durante el día y el resto de la semana. Por lo que tengo entendido, Iván nunca había dejado que nadie le dijera lo que tiene que hacer, por eso le decían que era el ogro. Todos esperaban que Iván impusiera su autoridad como siempre, delante de sus empleados, pero era claro que yo no era como todos los demás, yo era especial y así seguirá siendo. Un gruñido de frustración por parte del jefe se escuchó en toda la oficina, dejándolos con la boca abierta, aún más de lo que ya la tenía desde que puso un pie en este lugar. Veamos en cuanto tiempo se entera mi abuelo de nuestra primera pelea, eso lo sé porque siempre termina enterándose de todo; ¿Cómo le hace? no lo sé, tal vez tenga cámaras por todos lados. —No cantes victoria, Isabella. Iván no se dejara manipular tan fácilmente, ni sedera ante tus caprichos a como estas acostumbrada, será mejor que te des por vencida —menciono Camilo entre dientes. —Camilo, camilo, Camilo, no cabe duda que sigues sobre estimando mi inteligencia, espero que sigas pensando lo mismo cuando acabe con ustedes dos, te aseguro que voy a disfrutar mucho ese momento —soy consciente de que este enfrentamiento tan solo era el primero de muchos que tendremos, pero no estoy dispuesta a dejarme de este par. Les dije que todos los dramas que han vivido en esta empresa, pasarían a formar parte del pasado una vez que tuviera el primer encuentro conmigo. Cómo el ogro se había marchado a su oficina, tuve que seguirlo para poder hablar con él sin que nadie más nos escuchara. El resto de los espectadores, regresaron a sus actividades. — ¡Dime lo que tengas que decirme, y lárgate de mi presencia que tengo demasiado trabajo! — ¿Puedes bajarle dos rayitas a tu estrés? puedes terminar enfermándote, si eso sucede, no podré ayudarte mucho que digamos. — ¿Qué dices? —No lo digo en mala onda, pero tu silla de rueda no me dejara actuar a como quisiera, primito. —No colmes mi paciencia Isabella, puedo darte tu merecido. Mi silla de rueda no es un impedimento para que actué, más bien dime ¿Por qué llegas tarde en tu primer día de trabajo? —No me hagas reír, yo estoy llegando a la hora que me corresponde, pero si lo dices porque estás aquí desde que despiertas, eso es porque nadie te quiere en tu casa. La verdad es que yo no tengo la culpa que nadie lo espere en su casa más que sus cuatro paredes y todo esos objetos que tenga. Yo soy inocente ante todo lo que le pase, que no me quiera culpar por sus desgracias de todos los días. Sé que se había olvidado del contrato que firmamos en casa del abuelo el viernes, tanto que me hizo que fuera a buscarlo para que se lo entregara, para mi buena suerte tenía una copia justo en mi bolsa, lo que me ahorro la mirada de todas las personas que de seguro esperaban afuera. Se lo extendí como si nada, si él quería seguir peleando ese era su problema, yo solo vengo a trabajar y poner un poco de orden si es que se requiere, pero con el genio de este tipo no creo que algo se encuentre fuera de su lugar. —Iré a conocer un poco la empresa, después regresaré a este lugar para que me indiques cuál de todos es mi lugar, espero que sea una decente y lejos de ti —dije mientras daba media vuelta, no pensaba quedarme en esta oficina para escuchar sus ladridos de nuevo. Para cuando salí, Camilo iba de entrada, por lo menos tendría con quien desquitarse. El resto del día lo use para conocer a detalle todo lo que hacían en las diversas áreas de la empresa, pretendo hacer mi trabajo de la mejor manera, aunque para ello debo de empezar desde abajo. Aunque mi molestia era con Iván y mi abuelo, el resto de las personas no tenían la culpa en nada, era mejor que hiciera mi trabajo y demostrara mi valía. Todos se portaron muy amable al momento de explicarme algunos procesos que necesitaba conocer, a pesar de que algunos murmuraban que todo era porque era de la familia, de lo contrario no estaría en este lugar. Odiaba ser desacredita, solo por ser de la familia, aun así me mantuve firme, sin dejar que sus palabras me dañaran, aunque algo si estoy segura, no las pienso olvidar. Evans: Dime que no has prendido fuego a la oficina, todavía. Simoneta: Estaba pensando lo mismo, sin embargo, tengo un poco de fe en mi amiga. Bella: Gracias por sus buenos deseos, no sabía que tenía grandes amigos que apuestan en mi contra. Evans: Solo estamos preocupados, porque salgas en primera plana mañana. Ya sabes cómo son los diarios de la ciudad cuando haces de las tuyas, Bella. Bella: Ganas no me faltan, ya tengo a uno que otro en mi lista negra. Simoneta: ¡Bella! ¿Cómo puedes decir eso? es tu primer día de trabajo, deberías de estar preocupada por lo que Iván pueda hacerte. Bella: Descuida, todo está bajo control, mejor prepara una buena comida para la noche. Para mi buena fortuna, la hora de salida se acercaba peligrosamente, ahora sé lo que sienten los niños cuando van a la escuela y lloran por regresar a casa con sus padres. Era tiempo de huir de este lugar, suficiente tuve con escapar todo el día de sus garras, como para arruinar mi salida de este lugar. Conocer toda la empresa me tomo más tiempo del que había considerado, fue por eso que ya no volví a verlo, bueno eso fue lo que considera. Pero el destino se empeña en molestarme más de la cuenta, y estaba a nada de tener la prueba final del día. —Señorita Isabella, el señor Vargas la está esperando en su oficina. ¡Demonios! este tipo no se cansa de molestar a las demás personas. —Gracias, puedes decirle que ya me he retirado, por favor. —Lo siento señorita Isabella, el señor fue muy puntual con su solicitud. —Mi hora de salía ya ha pasado, no pienso regresarme para ver que se le antoja al señor, si tan urgente es lo que tiene que decirme que me llame a mi teléfono, de lo contrario que espere al día de mañana. Lo único que deseaba era salir corriendo de este lugar, escuchar tanto parloteo durante todo el día me estreso sobre manera, sin embargo, aprendí a controlarme. — ¿Dónde cree que vas Isabella? Di una orden y debes de seguirla, te guste o no —la voz de Iván me dejo estupefacta, en que momento llego hasta la recepción, si eso lo hace en la silla de rueda no me imagino como era antes cuando podía caminar. Mi pobre corazoncito palpitaba fuertemente, y no porque me impresionara al verlo, sino porque me acomodo un susto de antaño, el desgraciado. Su mirada fría estaba posada sobre mí, era como si fuera la única persona que existiera en este lugar; si el piensa que con eso lograra doblegarme, se encuentra muy equivocado. —Eres más obstinada de lo que pensaba, Isabella. Pero deberías de enfocarte en conocer bien cuáles son tus responsabilidades en este lugar, todavía tienes mucho que aprender si quieres tener éxito, pero sobre todo si te quieres ir de este lugar.
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