XI. ALEXANDER

961 Words
Un "lo lamento" es lo único que ha podido salir de su boca, arrugo la hoja que tengo entre mis manos arruinando el boceto del cuerpo de un hombre. Observo mi inútil intento de plasma aquello que me ha sugerido George, pero siento que no puedo hacerlo.   He dibujado un cuerpo musculoso, grande; otro más delgado y delicado. Parece un fuerte contraste entre dos cuerpo ¿cómo pueden despertar ellos el deseo? Desbloqueo mi celular y busco en Google la palabra modelos, necesito buscar jóvenes que me puedan servir para la exposición. Tendré que hablar con Alice y otros contactos para entrevistarme con jóvenes que puedan serme útiles ¿pero qué clase de jóvenes quiero?   Ni siquiera sé qué se puede amar de un hombre, ¿qué pueden ver las mujeres en ellos? Empiezo a observar detenidamente, no siento nada, más que incomodidad por hallarme en esta penosa situación. Cierro la pestaña y dejo el celular a un lado. No puedo creer que haya mirado fotos de hombres.   No soy cercano a muchos realmente, apenas tengo un par de amigos por ahí regados en el mundo. Apenas y creo que los he mirado realmente. Entrelazo mis manos, ahora que lo pienso el maestro de Brenda está ahí. Parece ser delicado, sutil, y de cierta manera emana un aire de maternidad que no paso por alto. Es un poco diferente, su sonrisa, la manera en que su cuerpo se mueve, los gestos que hace, su mano cubriendo su sonrisa...   Tomo de nuevo el lápiz y una hoja en blanco, empiezo un garabato de manera temblorosa. Una línea allí, otra allá... arrugo la hoja molesto por mis propios pensamientos. No debería ser de esta manera, no puedo pensar así en un hombre. Siempre me han gustado las mujeres, son ellas las que me arrebatan los pensamientos y llenan el deseo.   Irritado me pongo en pie y empiezo a caminar en círculos de manera casi desesperada. George habla del amor y el deseo como si fuera fácil sentirlo, como si pudieran determinarse el sentirlos. Tomo el móvil de nuevo, busco entre mis mensajes y envío un mensaje a Alice.   " Ayúdame a buscar hombres"   Guardo el móvil. Tomo mis cosas y salgo del estudio, quiero ir por Brenda a la escuela. No quiero ir al apartamento de su profesor. Mentiría si dijera que no me siento indignado, realmente esperaba que me recordara y pudiera hablar acerca del amor.  Me equivoqué.   Una vez en el auto, me relajo bajo el ronroneo de la máquina y viajo con mis pensamientos. Mientras trataba de dibujarlo me percaté de que no tenía muy presente la forma de sus orejas, su clavícula, ni tobillos. Pequeños detalles. Sus labios son unas suaves curvas que decoran su rostro perfilado, ni hablar de sus ojos almendrados que se cubren con las hebras doradas de sus cabellos. Sus manos culminan con elegancia en la punta de sus largos dedos, sus piernas se tornean de manera divertida hasta jugar en sus caderas creando una forma que puede resultar atractiva.   Piso el freno cuando casi estrello con un auto, despierto agitado y veo a un hombre gritando desde la ventanilla, alzando su puño y señalando el semáforo en rojo. Niego suavemente y balbuceo algo torpe antes de iniciar la marcha con más lentitud ¿qué me ha sucedido? Procuro concentrarme, no debería pensar de esta manera de un hombre, quiero decir, pensar en cada línea de su cuerpo como si fuese un poema que debe ser relatado con una voz solemne, que en este caso sería mi pincel.   No. La desesperación de la pintura me lleva a pensar en él.   Al llegar frente a la escuela veo a mi hija tirar de la camisa de Ryan, quien habla con un padre de familia de manera amable, con una sonrisa y haciendo contacto visual. Brenda llama su atención hasta que el maestro revuelve sus cabellos y pincha su mejilla, dice algo y ella se detiene con un puchero.   Me quedo en el auto por unos minutos, incluso yo me siento extraño por llegar antes de tiempo por mi hija. Sin buscar excusas salgo del auto, ajustando mi abrigo y mirando al maestro que permanece entretenido con el padre de familia. Brenda me ve y corre con alegría a mi encuentro "¡Papá!"   A su voz, Ryan se gira a mirar en mi dirección extrañado, como si fuera un fantasma. Recibo a mi hija con una enorme sonrisa, le hago cosquillas y la dejo en el suelo cuando ella me ruega que me detenga. El maestro llega a nosotros con una expresión extrañada, me mira con una sonrisa "Hola, señor Clark. No esperaba que viniera antes por la niña"   Me siento irritado con sus palabras ¿quién es para decirme aquello? me incorporo con brusquedad, mirándole con altanería. Él logra molestarme con sus palabras de una manera que me sobrepasa, que me hace sentir como un impulsivo. Ofendido, infantil, patético. Puede que todo eso. Pero el no saber cómo actuar con él me desespera. Para algunos puede sonar ridículo el molestarme por algo que él no recordaba inocentemente, sin embargo, así es.   "Puedo venir por ella cuando quiera" Mi voz suena seca y él da un brinco en su sitio. Acomoda un cabello tímidamente y me mira avergonzado. "No quise decir eso" dice en un hilo de voz.   No respondo nada, tomo a mi hija por un hombro y le indico que es hora de marcharnos. Ella nota mi comportamiento y me mira extrañada, guarda silencio y sonríe a su profesor "Adiós, profesor"   Ryan asiente con una sonrisa y acaricia sus cabellos. Me llevo a Brenda con mi voz interior diciendo que debo regresar sobre mis pasos y pedir disculpas. Pero no lo hago.   Me marcho con determinación, pensando en esa exposición que voy a hacer y los modelos que he visto.   ¿Cómo puede un hombre despertar el deseo?  
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