Una vez veo a ese hombre en el umbral todo parece cambiar, el aire se torna difícil de respirar y mi cuerpo pierde fuerza. Creo que estoy enfermando.
"¡Papá!" Brenda corre a los brazos del hombre con su habitual alegría, se deja hacer y dar besos en las regordetas mejillas con la inocencia que la caracteriza. Aumento mi fuerza en el agarre del pomo sin darme cuenta, esa escena hace que mis ojos piquen.
"Es hora de ir a casa, nena." Suelta a la niña y busca con la mirada la mochila, me apresuro a bajarla del perchero y se la extiendo "Gracias" Responde. Asiento sin decir una palabra, Brenda se deja tomar de la mano y agita la libre sonriéndome "Adiós, profesor"
"Adiós, pequeña" Digo apenas. Brenda jala la mano de su padre para llamar su atención, Alexander le mira "¿Iremos a comer helado?" Alexander le mira con ojos tiernos y asiente "¡Qué bien! ¿Podemos ir con el profesor Ryan?" Me quedo en una pieza al escucharla, miro a Alexander de reojo y noto que este también me mira. "Brenda..." Quiero decirle que no está bien hacer eso, que no es necesario y no quiero ser una molestia. Pero las palabras no salen de mi boca.
Alexander no se mueve, se queda mirándome pensativo y veo sus labios abrirse en pequeños lapsos. Siento un tirón en mi estómago cuando sonríe y rasca su nuca "No veo el problema" Brenda me toma de la mano y me lleva con ella, junto a su padre "Es mi heladería favorita, es delicioso...." Su voz infantil se pierde entre las emociones que siento, entre la alegría y el razonamiento de que no debería permitir involucrarme más.
Cuando reacciono estamos en el auto, voy en el asiento del copiloto junto con Alexander, quien parece ensimismado ¿es así todo el tiempo? Nos detenemos frente a una heladería, estacionamos y nos apeamos. Yo con evidente nerviosismo. Debo ir al médico.
Tomamos asiento fuera del establecimiento, el sol está pronto a esconderse y las sombras se van difuminando con lentitud. Pido un helado de fresa, no es mi favorito pero lo necesito. Los tres juntos en esa mesa nos vemos extraños, miro a Brenda y Alexander de reojo, sintiéndome ajeno completamente a ellos.
Limpio a Brenda con una servilleta al ver su rostro lleno de helado, ella ríe divertida y continúa comiendo para ensuciarse de nuevo. Alexander apenas nos mira de reojo, pero no dice nada al respecto.
"Me alegra ver que te llevas bien con Brenda, ella no suele ser así con todo el mundo" Detengo mi lengua que permanece entretenida en el helado y le miro a través de mis pestañas. "¿Sabes? Ella suele ser hostil con otras personas, cuando le presento alguna amiga se muestra reacia y antipática" Trago lentamente y me encojo de hombros "Pasamos mucho tiempo juntos en la escuela. Somos prácticamente amigos"
"Eso parece hacerla feliz" Sonrío. El tiempo transcurre alrededor de nosotros de manera lenta. Se siente bien estar así, acompañado y rodeado de cariño.
"¿Cuánto llevas ejerciendo de maestro?" Alexander parece querer hablar, pues Brenda está entretenida con su helado. "Ocho años" Suelta un silbido mirándome "¿Cuántos años tienes?" Limpio mis manos de los restos de helado "treinta y uno"
"Vaya, dos años menos que yo"
Las discusiones sobre la edad nunca me han parecido interesantes. Me remuevo en mi lugar y veo como él deja la servilleta a un lado.
"¿Qué tal la pintura?"
"Bien. Ahora estoy trabajando en una exposición"
Bato mis pestañas y me le quedo mirando. Eso suena bien.
"¿Ha hecho exposiciones?" Sus ojos negros se centran en mí incomodándome. Me examina de esa manera que me pone a temblar, como si esperara algo de mí.
"Sí" responde con cierta sequedad." De hecho, hace dos meses tuve una en la galería del centro"
Parece que goza de fama. Ahora que lo recuerdo, en nuestra última conversación hablamos un poco acerca del tema que más le había costado pintar: el amor. Me siento incómodo al pensar en aquella pregunta en la que fuimos interrumpidos, siento que quedó bastante por decir.
"Debió ser fantástica" Murmuro.
Veo que arruga el entrecejo y me echo un poco hacia atrás ¿he dicho algo malo? Veo que tamborilea con sus dedos sobre la mesa "¿A qué juegas?" Eso no lo esperaba, perplejo me quedo en mi lugar y pienso en algo coherente.
"¿Disculpe?" Aquello le molesta todavía más. Respira profundo y me atraviesa con sus ojos "Tú estuviste en aquella exposición"
¿Yo estuve allí? Empiezo a hacer cálculos rápidamente, rebuscando entre mis recuerdos ese momento. Hace dos meses... recuerdo que fui con Noah a una exposición, esa donde conoció a Oliver, su novio. Recuerdo que estuve harto de acompañarlo en su ligue y me marché a casa. Veo pinturas, colores... abro mis ojos ¿Él era el pintor?
Mis mejillas se tiñen, no sabía que él era el autor de las obras. Es cierto que había leído un poco antes de ir, pero por mi mente nunca pasó la idea de que ese pintor fuera el padre de mi mejor estudiante.
"Hablaste conmigo" Su voz seca me hace sentir peor. "¿Realmente lo hice?" Pregunto confundido.
Cuando asiente mi mente se ilumina e inunda la vergüenza. Cubro mi boca sin creer la imprudencia que he cometido. ¡Es él! Es el hombre que cubrió la etiqueta de la pintura que llamó mi atención, por eso no lo podía recordar. Alexander Clark. "¡Oh, Dios. Lo siento mucho"
¿Cómo no lo recordaba? Esa noche miré las pinturas con atención, pero me sentía enojado con Noah por ponerme de violinista, así que lo dejé. Con los días lo fui olvidando todo, excepto las pinturas que permanecen vivas en mi mente.
Al recordar la conversación que sostuvimos un vacío se forma en mi estómago. No suelo expresar de manera abierta mis pensamientos respecto algo, pero con él lo hice, prácticamente le cedí un poco de confianza.
"Lo siento, no lo había reconocido" Cruza sus brazos y asiente. Limpio a Brenda una vez más, veo sus ojos adormilados y sonrío.
"Será mejor irnos" Aquella frase me hace cerrar los ojos por un instante. Asiento y ambos tomamos a Brenda de la mano hasta el automóvil.
Me dejan en el apartamento y les veo marcharse.
¿Cómo pude no recordarlo?