Capitulo 1
Daniela
Hay momentos en la vida en los que pasan cosas que jamás imaginaste, y un claro ejemplo de esto es lo que está pasando en estos momentos: cuando el besa mi mejilla se escuchó en un susurro.
—Te amo, pero sabes que no podemos estar juntos. Deseamos diferentes cosas y no quiero que te detengas por mí.
Mis ojos están a punto de derramar lágrimas, pero no voy a permitir que me vea llorar. Si él lo ha decidido así, sabe perfectamente que no soy una mujer que ruega. Así que, con mi corazón roto, solo espero que dé la vuelta y se marche. Y cuando lo ha hecho, me derrumbo completamente. Mis lágrimas bajan como cascadas y me dejo caer en el césped. Siento como alguien me abraza y besa mi frente. Cuando miro de quién se trata, sonrío, pero mi sonrisa apenas es una línea. Él me carga en sus brazos y, sin que nadie se dé cuenta, me sube a mi habitación. Me recuesta en la cama y se acuesta a mi lado, abrazándome.
Cuando abro los ojos, él aún sigue aquí. Yo suspiro y acaricia mi cabello. Ni siquiera quiero hablar. No voy a mentir, había tenido otros novios, pero Mauricio es el amor de mi vida. Desde muy pequeña sabía que sentía algo por él. Ahora lo he perdido todo, hasta su amistad. Pero, como dije, no soy una mujer que ruegue ni tampoco que se quede tirada en su recámara llorando. Suspiro y me siento en la cama, recargada en la cabecera. Él me sonríe y hace lo mismo. Toma mi mano y la entrelaza con la suya. Guardamos silencio por un momento hasta que yo lo rompo.
—Voy a aceptar la beca para la master de Nueva York. No quiero quedarme aquí. Sé que él también se irá. Esto fue lo que nos separó.
—¿Estás segura de lo que estás haciendo? Si él se quiere ir, que se vaya. Pero, ¿por qué te irías tú? Ya te habías rehusado a aceptarla. ¿Por qué ahora cambias de opinión?
Yo me encojo de hombros y sonrío.
—Porque ya nada me detiene aquí. No te preocupes, sé que no me extrañarás tanto.
Él me abraza por los hombros y besa mi frente.
—Hermanita, estamos juntos desde el vientre de nuestra madre. Dormimos juntos durante 10 años. Apenas me estoy acostumbrando a dormir solo. ¿Tú crees que no te voy a extrañar? Aunque seas un gran grano en el culo, te voy a extrañar como un loco.
Yo suelto una carcajada. Solo mis hermanos y Madison pueden cambiar mi estado de ánimo. Ahí nos quedamos toda la noche, como cuando teníamos 10 años, platicando tonterías y recordando anécdotas. Desgraciadamente, en muchas de ellas estaba él, si no es que en todas. ¿Por qué tuve que arruinarlo? ¿Por qué tuve que decirle lo que sentía? Me lo pude haber guardado toda la vida. Al fin, ya había aceptado que salía con otras chicas. ¿Cuál era la maldita diferencia? Pero no tenías que cagarla, Daniela.
Pasaron los días y un día por la mañana llegó Darían a desayunar con nosotros, pues Madison se había ido a despedir a Mauricio al aeropuerto. Creo que era el momento justo para decirle a mis padres que yo también me iría lejos. Empiezo a jugar un poco con mi comida cuando mi padre me llama.
—Daniela, ¿algún día nos vas a decir qué fue lo que sucedió? ¿Te hizo Mauricio algo para que terminaran de esa manera después de dos años juntos y él se fuera sin siquiera despedirse?
Yo sonrío y niego. Por supuesto que no. Se suponía que teníamos el noviazgo más maduro que jamás nadie me había visto, pero parece que nuestro destino no era estar juntos.
—No, papá. Mauricio no me hizo nada. Simplemente, ¿cómo decirlo? Queríamos diferentes cosas. Aún somos jóvenes y deseamos cosas que nos hacen separarnos, pero está bien. La vida es así. Ya habrá alguien que quiera lo mismo que yo.
Mi padre no dice nada, solo asiente. La verdad es que la tención que se siente en el comedor es incómoda, así que al mal paso darle prisa.
—Yo también me voy.
Se escucha cómo los cubiertos de mi madre caen sobre el plato. Yo agacho la cabeza sin decir nada más, pero obviamente venía el interrogatorio.
—¿Te vas? ¿Te vas porque se fue Mauricio? ¿En serio te irás detrás de él? ¿Dejarás a tu familia? Vamos, Daniela, tú no eres así.
Yo suspiro y levanto mi rostro, y le sonrío a Darío. Solamente él sabía lo que estaba sucediendo.
—Lamento decirte, madre, que me conoces muy poco. Pues no, no voy detrás de Mauricio. No sé si recuerdan que me ofrecieron una master en la Universidad de Nueva York. Pues la voy a aceptar. Es por dos años solamente. Siempre he contado con su apoyo y espero que esta no sea la excepción.
Mi madre y mi padre no dicen nada más. Eso quiere decir que, aunque les duele, lo han aceptado. Los días siguientes, antes de irme, mi hermano trató de persuadirme varias veces, pero ya estaba decidida. Un día antes de irme a Nueva York, mi padre me citó en su oficina. Es extraño, pues le había ayudado con ciertos trabajos, pero estaba más pendiente de la oficina de mi madre. Cuando llegué, ahí estaba el tío Max. Cuando me ve, me recibe con una sonrisa en su rostro y los brazos abiertos. Yo beso su mejilla y lo abrazo. Cuando me separo de él, doy la vuelta al escritorio y beso la mejilla de mi padre. Vuelvo hacia el tío Max y me siento a su lado. Yo miro a mi padre con una ceja alzada, pues aún no entiendo qué hago aquí.
—No me mires así, hija.
—Pues es que estoy confundida, papá. Jamás me habías citado en tu oficina. ¿Qué es lo que sucede?
Él se pone de pie y camina hacia un pequeño frigobar. Toma una botella de agua y vuelve a tomar asiento. Me desespera cuando hace esto. La paciencia no es una de mis virtudes, y eso él lo sabe, pues sonríe y niega.
—Está bien, está bien. Ya que te vas a ir a Nueva York, Max y yo estábamos pensando en abrir una oficina allá. Ya que eres muy buena en los negocios, tu tío y yo estábamos pensando en que buscaras clientes para que, cuando se abran las oficinas, tengas una carpeta completa de clientes potenciales. ¿Qué dices? ¿Crees que puedas con tu master y buscar clientes para la empresa? La paga es muy buena, obviamente, como tu padre favorito.
Yo lo miro con una ceja alzada, como si tuviera más padres.
—Papá, eres el único.
El tío Max suelta una carcajada y mi padre me mira con los ojos entrecerrados.
—Lo sé, linda, lo sé. Prosigamos. Como tu padre yo, correré con todos tus gastos de hospedaje, alimento, y de hecho, te compré un coche, pero no le digas a tu madre porque ella está muy molesta de que te vas a ir. Aunque yo sé que eres una gran mujer y que vas a poder con esto y más. Así que, ¿qué dices? ¿Aceptas?
Yo me pongo de pie, estrecho su mano como si acabara de cerrar un gran negocio.
—Por supuesto que acepto. Solo una cosa, papá: si mi madre se entera de que me regalaste un coche, yo no seré responsable de las consecuencias.
Él me mira con los ojos muy abiertos y me dice: "Cobarde". Sí, lo soy, porque contra esa mujer yo no puedo. El tío Max me vuelve a abrazar, despidiéndose de mí. Cuando se separa, suspira y mantiene mis manos junto a las suyas.
—Sabes que Mauricio se fue a San Francisco.
Yo le sonrío y niego, porque es verdad, no lo sabía. Y si soy sincera, ni siquiera quiero hablar de él, pero obviamente no seré grosera con él.
—Espero que le vaya muy bien, tío. Él es un gran chico y sé que todo lo que se proponga lo logrará.
Él solo me sonríe y me vuelve a abrazar. Me despido de ellos y voy hacia la empresa de mi madre. Desgraciadamente, tengo que renunciar, pues ya no podré seguir trabajando con ellas. Después de estar ahí casi toda la tarde, llego a casa, subo a mi recámara y me tiro en la cama con un nudo en la garganta. No es fácil dejar toda tu familia, todo lo que tienes, y empezar de nuevo. Pero, como dijo mi padre, sé que puedo con esto y más, y algún día espero, no muy lejano, encontrar el hombre que me dé lo que Mauricio no me quiso dar y que nos hizo separarnos.