Xandría temblaba cuando caminaba, sola y sin Ama hasta el centro donde había visto posicionarse a las otras dos, se puso de la misma forma que ellas y esperó con la cabeza gacha y el alma en un hilo. Eilé se saboreaba los labios, ver a esa oji-violeta delante suyo y en posición, lista para iniciar el juego, sólo la hizo preguntarse contra quién iría. Una sonrisa cubrió su boca cuando por fin escogió, acallando los murmureos que se oían al fondo. -Jessy, ve- ordenó a su fiel mascota y, desperezándose como la perra que era se acomodó. Ella, como su Señora, debía entregarla, por lo que se puso de pie y tomó la cadena de Jessy en su mano, escuchando los eslabones mientras eran arrastrados y la mujer de cabello azabache gateaba para moverse. Xandría sintió mucha sorpresa cuando, al hojear, s

