La alemana entró a la habitación que compartía con Lucían, las luces estaban apagadas. La sirvienta le había dicho que el señor Salerno se encontraba dentro, la oscuridad la hizo maldecir, además la mala ubicación de los apagadores era notable, ahora tendría que caminar habitación pensando en no tropezar, pero además también en lo más importante, encontrarlo. —Teufel noch mal (Maldita sea) —Siseó en alemán dándose cuenta de que no tendría opción. Antes de que continuara un fuerte agarre la sujetó para luego impactarla contra la pared, su cuerpo se quedó atrapado entre el concreto y un cuerpo tan duro como el cemento. Se quejó, pero no se asustó, hubiera reconocido ese olor a perfume costoso y esas manos suaves acompañadas del toque frío de los anillos. —Demonios Lucían. —Shh. —Sintió q

