Un escalofrío. Fiore sintió una cálida respiración en su nuca que le erizó los vellos. Su cuello se dejó embargar de los besos que recorrían toda aquella zona con lentitud y a pesar de las capas de ropa el calor de Leonard pareció llevar hasta su piel desnuda que por alguna razón se sintió sumamente caliente. La tasa de café en sus manos humeaba mientras ella disfrutaba de aquellos carnosos labios que no dudaban ni un solo segundo en besarla. —¿Tienes hambre? —preguntó Fiore intentando que su voz no brotará como un gemido—¿Qué quieres comer? Una sonrisa maliciosa apareció en los labios de Leonard. —A ti. —Interesante elección, pero esta mañana no estoy en el menú—aseguró ella girando su cuerpo para quedar cara a cara con él. Sus incitantes ojos grises parecían haberse oscurecido levem

