El señor RodríguezUpdated at Dec 19, 2025, 05:27
Martina nunca imaginó que su rutina como asistente en una empresa familiar cambiaría con la llegada de Alejandro, el hijo del fundador. Él asumió el control de la compañía mientras su padre se sometía a un delicado tratamiento médico. Desde el primer día, Alejandro irradiaba determinación y carisma, características que no tardaron en desatar rumores entre los empleados. Sin embargo, para Martina, era simplemente un hombre con un rostro hermoso que intentaba llenar los zapatos de su padre.
A pesar de sus intentos por mantener la relación estrictamente profesional, sus caminos se cruzaban constantemente. Martina era el puente entre los empleados y Alejandro, ayudándolo a entender los pequeños engranajes que hacían funcionar a la empresa. Alejandro, por su parte, encontraba en Martina no solo una colaboradora indispensable, sino una persona que le ofrecía claridad en los momentos de mayor presión.
El trabajo diario fue el que inicialmente los unió pero de igual modo fue el escenario de las primeras señales de afecto: un café compartido durante una jornada intensa, una mirada cómplice en medio de una reunión, y la risa que solo podían disfrutar cuando el resto se había ido a sus hogares. Aunque intentaron ignorarlo, era evidente la tension sexual que surgía entre ellos por lo que a simple vista se podia entender que era mucho más que una simple relación laboral.
Pero el camino no sería sencillo. Entre ellos existía una barrera invisible, hecha de jerarquías, expectativas, y secretos ocultos de pasado a esto sumando la presión de un entorno donde las relaciones personales no siempre eran bien vistas. Ambos sabían que debían enfrentar no solo las miradas críticas de los demás, sino también las preguntas que cada uno llevaba en el corazón.