Amor en Chinese

《https://w**************m/Vanesasimonte/》 《Abril Monterrey》 Mi vida resumida en una sola palabra: Amor. Esa clase de amor que tienes delante de tus ojos y cubres con un paño, que sale de todo parámetro y termina siendo mal visto, juzgado, imposible. Si, esa clase de Amor que las situaciones externas condicionan y que por lo mucho que duele, uno se niega a dejarlo ir... Él acabaría por ser esa clase de Amor. Siempre dije que la amistad de Zhao fue uno de los sostenes más importantes que pude tener en mi vida. Zhao y yo nos conocimos en nuestra época de secundaria, cuando él era un joven obeso, inmigrante c***o de diecisiete años y yo la muchacha RARA, reservada y corriente del salón. La verdad es que no recuerdo de qué manera exacta nos hicimos tan cercanos, él siempre dijo que la base de nuestra amistad radicó en las novelas asiáticas y yo sigo manteniendo que probablemente me acerque a él, para que me salvará el trasero en los exámenes finales. A esta altura da igual quién tiene razón o no, porque la única buena elección que tome en mi vida, fue ser su amiga. Digo esto, porque a excepción de la familia que se hereda, por fortuna los amigos pueden elegirse, de la misma manera en la que uno escoge tomar buena taza de café, leer un buen libro o elegir alguna estúpida e innecesaria relación tóxico-amorosa que demanda tiempo, absorbe vida y exige exclusividad. Zhao en forma diferente a lo antedicho cumple con todas estas cualidades, yo lo llamo el señor multifuncional; además de ser un gran amigo, es familia y por encima de todo, mi compañero de vida. “Hoy no era un buen día”. Después de dieciocho meses de relación, y tres escasos meses de convivencia, Jonathan y yo rompimos. Ninguna novedad para mis allegados, pero yo finalmente descubrí, que el muy bastardo me estaba siendo infiel. Que puedo decir, era la cornuda más grande de la ciudad autónoma de Buenos Aires. ¿Cómo lo supe? Muy sencillo: Todo inicio la semana pasada, durante mi extensa y larga jornada de trabajo. Paula se había tomado el día, o mejor dicho la noche, me pidió que justificara su ausencia fingiendo un dolor gastrointestinal, pero yo sabía que era pura palabrería. El señor Ernesto, en cambio, había llegado quince minutos antes para relevarme en el puesto. A decir verdad, pese a la diferencia de edad que nos llevamos uno del otro nos entendíamos muy bien, tanto, que ya se nos había hecho costumbre departir charla antes de que iniciara su turno y acabase el mío. La noche estaba fresca, y el creyó apropiado que bebiera algo caliente, antes de retirarme. Tomo dos tazas del recibidor y se dispuso a preparar café — Tres de azúcar ¿Verdad niña? — Si, por favor — Asentí a la misma que vez que atendí el curso de una llamada entrante — Hotel Alojamiento — ¡¿Abril eres tú?! — Si, ¿Quién habla? — Soy Patricia, la esposa de Ernesto ¡¿Él se encuentra ahí?! ¡Es urgente! — clamo a viva voz — Si, tranquila pato, ya te paso con el — acorde intentando transmitirle calma, al mismo tiempo que le pase el teléfono a su esposo — Es tu señora, dice que es urgente — el abrió los ojos como platos. Y si, realmente la Mujer no exageraba, pero no lo descubriría hasta después de que finalizara la llamada. — Hola cariño ¿Qué ocurre?... Lo siento deje el celular en el auto, ¡¿Cómo dices?! ¡¿Ahora?!, ¡¿Estas segura?!, ¡Tranquilízate ya salgo para allá! — insto en un manojo de nervios — ¿Qué ocurrió? — ¡Oh por dios! ¡Abril!, ¡Necesito que me hagas un favor enorme! — gesticulo con las manos en modo de suplica — Tranquilo Ernesto, dime, ¿En qué puedo ayudarte? — Mi esposa está en labor de parto, ¡Voy a ser padre! ¿Podrás cubrirme esta noche? — su cara de desesperó lo decía todo, no tuve corazón para para negarme — Si por supuesto ¡vete! — le anime con un gesto de manos agitado — ¡Gracias Abril! — grito por sobre la marcha colocándose el Abrigo y desplegando la puerta — ¡Si es niña, prometo hacerle honor a tu nombre! — Fue lo último que dijo en el apuro y se marchó. Una gran sonrisa se dibujó en mi rostro al oír sus palabras, realmente me sentí complacida. Lastimosamente aquella no duro mucho en mi semblante, no solo porque ignoraba que tendría una noche agitada, sino que no me daban las manos para cumplir con todas mis tareas, entre ellas; abordar el proceso de check-in y de check-out , tomar quejas, pedidos y sobretodo prestar suma atención a todas las rutas de reservas en línea, por teléfono y en persona. Para cuando logre liberarme eran las dos de la mañana. Lleve la mano a la frente, ya podía hacerme a la idea de que esto sería motivo de discusión en algunas horas. No sé qué me llevo a pensar que tal vez un mensaje de aviso, apaciguaría un tanto las cosas, de modo que un poco más aliviada tomé mi celular del bolsillo trasero de mi pantalón, y le envié un texto a Jonathan Buenas Noches Jo, aún estoy en el trabajo. Surgieron de improviso algunos inconvenientes. Tuve que quedarme. Discúlpame con tu hermana, lamento el retraso y no poder haberle dado la bienvenida en casa. Se los compensaré por la mañana, lo prometo. 02:00 a.m.√ Jonathan no me regreso el mensaje.> Tampoco tuve tiempo de esperarlo mucho, una pareja de tortolitos acababa de estacionar el automóvil a un costado de la recepción, de forma tal que a través del vidrio espejado les di la bienvenida y les informé de las tarifas en la medida que me iban consultando. — Tenemos disponible la habitación ejecutiva ¿El turno de dos horas te parece bien? — le consulto la joven a su pareja que estaba sentado del lado de el copiloto. Durante la espera, deduje que este acepto — Si — dijo esta vez dirigiéndose a mí — Tomaremos esa — Perfecto, ¿Abonaran en efectivo, tarjeta de débito o crédito? — Debito — Serias tan amable de brindarme documento y tarjeta por favor — Si — respondió bajando la ventanilla, depositando en la abertura de pago los plásticos — Registro la habitación a nombre del titu…— y me quede sin voz, completamente atónita. Por un momento la sensación de ahogo me obligo a respirar profundamente por la nariz, cuando sentí que mis pulmones recobraron el aire exploté en cólera. Honestamente lo que menos pensé fue en cuidar mi puesto de trabajo. Salí destinada de la oficina como si fuese algún tipo de flecha de las que comúnmente utilizan en los juegos de tiro con arco, solo que a diferencia de ello, mi objetivo era abatir la zona vital y genital de quien me estaba traicionando. — ¡¿Qué demonios hace ella aquí?! — Grito Jonathan dentro del vehículo al verme salir — ¡Vámonos Amanda! — ¡¿Porque?! ¿Quién es ella? — exclamo la joven desconcertada — ¡Hijo de la gran...! ¡Sal de coche cretino! — grite pateando de manera consecutivas la parrilla y luego golpeando con las manos abiertas el capo y el parabrisas del auto. Como no pude conseguir que Jonathan bajara del vehículo, eche una mirada rápida en búsqueda de algún objeto que causara mayores daños. No logre mi cometido. Mis compañeros de trabajo e incluso el gerente se dispersaron por la playa y me apartaron de la escena rodeándome en sus brazos. Cuando quise darme cuanta, aquella sujeto en sus manos el volante, miro por el encima del hombro izquierdo el espejo retrovisor lateral y acelero en línea recta marcha atrás, destrozando en el zaguán alguna que otra escultura de decoración que rodeaba la entrada. ¿Consecuencias del escándalo?: Quede desempleada.