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Entre Zapatillas y Balones 4

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Blurb

Después del atentado en el Parque de los Príncipes en París, Bella y Jeremy se ven obligados a dejar Francia, para instalarse en Inglaterra, regresando a la ciudad en donde empezó su historia de amor: Manchester. Allí se acentarán para esperar la llegada de su bebé y empezar una nueva vida juntos, pero Justin, el que ahora es el terrorista más buscado de Europa, no se los dejará nada fácil.

Mientras, París queda sumida en estado de emergencia, y el grupo terrorista "Los Napoleones", dirigidos por los primos Delebois, hacen sucumbir a la ciudad en el pánico con una oleada de actos terroristas, reclutando a miles de ciudadanos jóvenes inconformes con el gobierno municipal y nacional, y será el alcalde de la capital francesa, Francis Levallois, el que deberá encargarse de hacer frente a las fuerzas insurgentes que irán acabando poco a poco con la paz de la ciudad de las luces y la sumergirán en la oscuridad.

Los dramas en la familia Harrison y su circulo social continuarán, nuevos amores surgirán, nuevos problemas habrán ¿podrán Jeremy y Bella sobrevivir a todo aquello?

*********

Historia Registrada en la Dirección Nacional de Derechos de Autor de Colombia bajo el registro #10-972-355

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Capítulo 1
-Jeremy, por favor, come solo un poco más – le rogué a mi amor, que no quería recibirme una cucharada más de la sopa. Ya han pasado dos semanas desde el atentado en París, apodado por todo el mundo como “El minuto 40”. Aún recuerdo ese fatídico día como si fuera ayer. Las explosiones, Ryan y yo corriendo a escondernos en un baño, y tras durar ahí casi toda la noche, los de la defensa civil llegaron a sacarnos. Recuerdo perfectamente que lo primero que hice fue preguntar por Jeremy. Ni la defensa civil ni la policía me daba razón. Llamé a Alonso, su manager y amigo, y me dijo que estaba en el hospital, vivo. No me dejaron verlo ese mismo día, y cuando los médicos me dijeron que había quedado herido porque la onda expansiva lo alcanzó, por poco y me muero. Pero las heridas en su espalda no fueron de mucha gravedad. Los doctores dijeron que es un milagro que se haya salvado de un embolismo pulmonar, que es lo que suelen causar las ondas expansivas fuertes como la que alcanzó a Jeremy. Jeremy ahora está bien físicamente, pero mentalmente claro que no lo está. Está en estado de shock desde hace dos semanas. El mismo shock que me dio a mí cuando supe lo de mi padre. No habla, come poco y duerme poco. Los doctores dicen que es normal que esté así debido a lo que tuvo que ver en la cancha. Los cuerpos destrozados de varios de sus compañeros. Tres jugadores el PSG, dos jugadores del Mónaco, dos miembros del cuerpo técnico, tres recoge balones y tres camarógrafos. Todos esos fallecieron en el atentado. París quedó sumida en el pánico y en una profunda tristeza. El mundo entero claro que se solidarizó. Los demás equipos de fútbol, antes de cada partido, guardan un minuto de silencio por los jugadores fallecidos. La bandera de Francia sigue izada hasta media asta, y en las r************* nadie deja de escribir #PrayForParis. A los tres días del atentado, me llegó un mensaje de N, admitiéndome que había sido el autor del atentado. Supe entonces que no debía callarme. Se lo dije a Francis, y él al parecer ya sabía. Le tuve que entregar mi celular a la policía para que revisaran todo el historial de mensajes enviados por N, es decir, por Luis Delebois. Francis convenció a la policía de que Justin era cómplice y cuando se emitió orden de captura y fueron a buscarlo a la clínica psiquiátrica, vieron que se había escapado justo en la noche del atentado. Y con Justin suelto por ahí, supe que me tenía que ir del país. Así fue como resulté con Jeremy en Manchester, en la ciudad en donde nuestra historia empezó. Estamos quedándonos en donde Adam. Con los afectados que hemos quedado Jeremy y yo, somos incapaces de quedarnos solos en una mansión, sin ningún ser querido que nos pueda ayudar. Y ahora estoy bregando con Jeremy para darle una simple sopa. Simplemente no reacciona. Apenas parpadea, así que mucho menos abre la boca para comer. Así han sido en estas dos semanas. En los días en que estuvo en el hospital tuvieron que alimentarlo vía intravenosa, y ahora toca hacer esfuerzos para que reciba comida. -Tranquila, querida. Me encargo yo – me dijo con cariño Claudia, que también ha estado muy pendiente de Jeremy en estos días. Claro que la familia de Jeremy está aquí. No pudieron verlo en el hospital en París porque todos los vuelos y trenes hacia la ciudad fueron cancelados como medida de protección, así que tuvieron que esperar hasta que nos viniéramos para Inglaterra. Están aquí Claudia, los señores Pereira, y los primos de Jeremy, Paula y Roberto. Sofía, la otra prima de Jeremy, la que es hermana menor de Paula, también estuvo aquí, pero solo se estuvo un par de días, ya que debía regresar por cuestiones estudiantiles. Dejé que Claudia intentara seguir dándole la sopa a Jeremy y salí un momento de la habitación. Admito que de a ratos quiero estar sola. Necesito despejar mi mente y recobrar las fuerzas necesarias para no decaer. Debo ser fuerte por Jeremy así como él fue fuerte por mí cuando también estuve en shock. Bajé a la sala de estar en donde me senté un rato en uno de los sofás para tratar de despejar mi mente. Saldría al patio de no ser porque está nevando y me daría hipotermia. -¿Quieres un poco de té, querida? – me preguntó la dulce abuela de Jeremy. -Si, por favor – dije, sonriéndole a la mujer. Aunque hasta hace algunas semanas yo no le caía muy bien a la familia de Jeremy por el simple hecho de ser hija de Melanie, ahora que saben que estoy esperando un hijo de Jeremy, la situación ha cambiado por completo. Claudia y sus padres me tratan con mucho cariño, como si yo fuera una integrante más de la familia. De los primos colombianos de Jeremy ni se diga, que desde mis últimas vacaciones en Colombia me volví muy amiga de ellos. Mientras me bebía el té que doña Anaida me preparó, me llegó un mensaje al w******p. Lo abrí y vi que era de Ethan.   Ethan, 13:30 Estoy preocupado por ti ¿podemos vernos? Iré a recoger a Tim y a Kate a la escuela, podemos llevarlos a comer un helado.   Sonreí. Ethan ha estado muy pendiente de mí. Bueno, todos lo han estado. Mi familia y amigos, apenas ocurrió lo del atentado, se preocuparon por mí y por el bebé. Severo susto que pasé podría haberme causado un aborto espontaneo, pero gracias a Dios no fue así. Mi bebé es más fuerte de lo que pensé.   Bella, 13:31 Ok.   Sé que a Jeremy no le haría mucha gracia que yo me viera con Ethan, pero es que ahora que no tengo a Brian, necesito a un amigo en el cual descargar mis penas. Y antes de que fuese mi novio, Ethan fue mi mejor amigo desde que estábamos en pañales. Él mejor que nadie me conoce y me puede escuchar. -Saldré un rato – le avisé a los abuelos de Jeremy. -Oh, pues ¡genial! Ya era de hora de que salieras despejarte un poco, querida – me dijo el señor Marcos. -¿No les molesta? – pregunté. Temo en que piensen que soy una novia irresponsable que quiere dejarles toda la carga de cuidar a Jeremy cuando se supone que debo quedarme para atenderlo. -Claro que no, querida. Llevas pendiente de nuestro nieto dos semanas y apenas has dormido. Debes salir y despejar tu mente un poco, si esto es duro para nosotros, no me imagino como debe ser para ti – me dijo Anaida, comprensiva. Aunque aún falta tiempo para mi hora de encuentro con Ethan y mis sobrinos, aun así subí a alistarme. Me quedé parada frente al closet un buen rato, decidiéndome qué rayos ponerme. Los jeans y pantalones con cierre ya no me entran. Estoy ya de cuatro meses, y la barriga ya se me nota considerablemente; en tan solo dos semanas se me infló demasiado. Es como si samba (así estoy llamando al bebé por ahora mientras no sé de qué sexo sea) quisiera nacer ya y ver cómo está su papá. Opté entonces por un vestido-chaqueta gris con líneas y botones negros, medias veladas negras que protegieran mis piernas del frio, y botas negras de cuero altas con tacón (no muy alto) grueso. Me puse guantes negros, bufanda negra y un sombrero gris del mismo color de mi vestido. Tuve que maquillarme bastante la cara para ocultar mis ojeras, y en general ocultar el hecho de lo mal que estoy bajo tres capas de maquillaje. Antes de bajar, sabía que antes tenía que avisarle a Jeremy que voy a salir. Aunque él no hable ni parpadeé, sé que escucha. Así que entré a su habitación para despedirme de él antes de salir. Verlo acostado, mirando al techo, mientras sus primos hacían inútiles esfuerzos de hacerlo ver televisión para que se distrajera, cuando en realidad parecía un zombie, me rompía el corazón. -¡Wow! ¿Acaso vas a la semana de la moda en Londres? – preguntó Roberto, y es que justo en estos días se está celebrando dicho evento en la capital inglesa.  -¿Podrían dejarme un rato a solas con Jeremy, por favor? – les pedí cordialmente a los colombianos, y ellos sin duda alguna hicieron caso a mi petición. Me senté en el borde de la cama y tomé sus manos para besarlas. Joder. Cuanto detesto verlo así. No me imagino lo que tuvo que ver en esa cancha. Claire me contó que Brian le contó que Francis tuvo que ver las imágenes tomadas por la policía, y que llegó a casa vomitando y que tuvo pesadillas. Si Francis, que tiene sangre fría, reaccionó así, no me imagino Jeremy, que tengo entendido que se desmayó. Didier. Didier Ferrec. Ese nombre no se me podrá olvidar nunca. Ese tipo fue el que ayudó a Jeremy en la cancha, y no ha dejado de llamar para preguntar cómo está. Es un francés de 26 años que juega en el Mónaco, y fue uno de los únicos que resultó ileso en el atentado. Los que no murieron, resultaron con lesiones de algún tipo, pero a Didier lo salvó en ese momento estar en una esquina de la cancha amarrándose un botín. Quién se lo iba a imaginar. Un francés ayudando a Jeremy, cuando este mismo decía que le caían mal los franceses por ser tan estirados. -Mi amor, saldré un rato – le dije, pero él seguía mirando al vacío – iré a comer helado con mis sobrinos y…con Ethan – dicho esto, creí que Jeremy por lo menos abriría los ojos como platos, pero no hizo nada. Absolutamente nada. Parece un muerto viviente – bueno…adiós, nos vemos más tarde. Justo cuando salí de la habitación me di cuenta de que mi tío Adam ya ha llegado a casa porque lo escuché hablando desde el primer piso. Habla siempre tan alto que se le escucha de todos lados. Cogí mi bolso y lo ojeé para revisar que llevaba todo, vi que aún tenía uno de los jugueticos que siempre cargaba para Scarlett. Me llené de nostalgia y por poco me pongo a llorar ahí en mitad del pasillo. Todo, absolutamente todo me tiene muy triste; el atentado, Jeremy, haberme ido de Francia y haber dejado a mi hija, y por supuesto, mi ruptura de amistad con Brian. -Oye ¿vas a la semana de la moda en Londres? – me preguntó Adam, y por poco le ruedo los ojos. ¿Tan fashion me he vestido? -Iré a comer helado con mis sobrinos, y con Ethan – le informé, y él sacó las llaves de su camioneta y me las entregó.  -Conduce con cuidado. Sonreí, contentísima. La camioneta de Adam es una pasada. Es una Ford Explorer negra. Me siento ruda andando en ese monstruo. Y lo primero que hice cuando me subí a ese bebé fue encender el equipo de sonido y poner a todo volumen vía Bluetooth desde mi celular las canciones de los Chainsmokers. A veces encontraba algo de consuelo en la música, y no necesariamente en la música triste. Lo peor que uno puede hacer es escuchar música triste. Se supone que si estás triste, debes escuchar música que te levante el ánimo. Llegué entonces a la heladería infantil a la que solían traernos mis padres a mis hermanos y a mí. Es un local de esos que aparte de vender helados, hay juegos y toda la cosa para los niños, y hasta una piscina de pelotas. Ethan también venía con nosotros cuando pequeños. Era nuestro lugar favorito. Recuerdo perfectamente cuando ambos nos metíamos a la piscina de pelotas y hacíamos guerra de pelotas. Oh, tiempos aquellos en que mi única preocupación era no dejarme ganar de Ethan en una de esas guerras de pelotas o en los demás juegos infantiles. Como aún faltaba tiempo para que llegara Ethan con nuestros sobrinos, me dediqué a entretenerme un rato con mi celular. Abrí el app del **, que es la que todo el mundo abre cuando no tiene nada que hacer. Tenía millones de likes y comentarios en la última imagen que publiqué, que fue una foto de la torre Eiffel con el #PrayForParis. Todos los mensajes eran de solidaridad. Todo el mundo sabía que yo me encontraba en el estadio al momento del atentado, y claro que saben que para mí no debe de ser fácil pasar por lo que estoy pasando con Jeremy. Y en todos los comentarios, los fans “Jerella” (como nos han apodado los fans a Jeremy y a mi) están preocupados por ambos, ya que no he dado señales de vida por r************* en estas dos semanas que Jeremy lleva en recuperación. Me tomé una selfie, intentando esbozar una sonrisa que no se viera tan falsa. La publiqué en redes con un mensaje de agradecimiento algo largo pero que espero que mis seguidores queden satisfechos:   Muchas gracias a todos por los mensajes de apoyo. Estos últimos días no han sido nada fáciles. Jeremy sigue en estado de shock, pero sé que pronto saldrá de eso. No fue fácil para mi amor ver en la cancha lo que tuvo que ver, así como para todos nosotros tampoco fue fácil enterarnos de que varios jugadores, miembros de los equipos técnicos, médicos, camarógrafos, trabajadores del estadio y demás personas perdieron sus vidas en aquel fatídico día, en que se supone que debía de ser un día eufórico porque los dos mejores equipos de la liga francesa estaban disputando un gran partido. El Minuto 40 no solo quedará plasmado en las memorias de todos los franceses, sino también de todos mis hermanos ingleses, y de todo el mundo. Me duele lo que ocurrió en el estadio, cuando se supone que París ya había superado su época oscura de atentados. Soy francesa por adopción y me duele que Francia y su capital estén pasando por estos duros momentos. Le deseo muy buena suerte a mi buen amigo, el alcalde de París @Francis_Levallois para que sepa manejar esta situación con esa inteligencia que tanto lo caracteriza. A todos los parisienses, muchas gracias por haberme apoyado en las buenas y en las malas, y aunque ya no viva allá, los recordaré siempre con mucho mor y siempre me sentiré como una parisiense más. Los quiero a todos. Dios los bendiga. #PrayPorParis #PrayForTheWorld   Tan solo un par de minutos después de haber publicado la imagen, tuve miles de likes y de comentarios. Y claro que uno de esos comentarios fue el de Francis:   Gracias, hermana franco-británica J Scarlett y todos aquí te extrañamos   Apenas leí aquello, me puse a llorar. Que me nombrara a Scarlett solo me ponía aún más triste. Extraño a mi niña demasiado, incluso a Brian lo extraño, aunque esté en malos términos con él. A todos, absolutamente todos, los extraño. Camille, Donatien…a todos esos franceses los extraño. Hace unos años, cuando recién llegué a Francia, nunca me iba a imaginar que le iba a coger tanto cariño a los franceses, y ahora que estoy en mi tierra, en donde nací, siento como si no estuviera en casa. La tristeza se me fue cuando vi a mis sobrinos entrar al local y corrieron a abrazarme. Aunque ya llevo varios días en Manchester, es hasta ahora que salgo de la casa de mi tío Adam, porque el 100% del tiempo me había dedicado a Jeremy. Solo es hasta este momento que me doy un respiro. -¡Que linda estás, tiita! – me dijo Kate, colgada a mi cuello. -Si tía, que linda estás – corroboró Tim. -Como una bella flor – dijo Ethan, llegando tras los niños, dirigiéndome una gran sonrisa. Los niños empezaron a hablar y hablar, contándome todas las cosas que hicieron hoy en la escuela. Tim me contó que tiene una presentación con la coral de su escuela la próxima semana y que le gustaría que yo fuera a verlo, y Kate me contó que hizo muchos dibujos y que jugó mucho. Ethan no tardó en llegar con una bandeja llena de helados. Ha comprado de esos helados en vaso que traen muchas cosas, haciéndolos ver incluso horripilantes, pero que una vez que los pruebas te mueres del placer. Una vez los niños terminaron con sus helados, se fueron a divertir un rato en los juegos, mientras que yo me quedé sentada junto a Ethan. -Ya se te ha empezado a notar el embarazo – me dijo Ethan, no evitando pasar un mano por mi abultado vientre. -Sí. Ya estoy en el segundo trimestre – dije, y él me miró con ternura. -Vas a ser una gran madre. Bueno, claro está que ya lo eres por Scarlett, pero me refiero a que…- dijo pero no lo dejé terminar, ya que me rompí a llorar. No sé si es por el embarazo, o por lo de Jeremy, o por ambas cosas que estoy tan sensible. Pero cada vez que escucho o leo el nombre de Scarlett, me echo a llorar. La extraño demasiado, y me siento terrible si estoy separada de ella por muchos días. -Ay, no, Bella, lo siento mucho, enserio que sí, yo y mi jodida falta de tacto – dijo Ethan abrazándome – Lo siento mucho, discúlpame. Sabes que a veces hablo por hablar. -Ya…no pasa nada – dije, tratando de serenarme lo más rápido posible – estoy bien, no te preocupes. Son las hormonas. -Oye, sabes que puedes contarme lo que sea…antes solías hacerlo, cuando éramos mejores amigos – dijo con toda la sinceridad del mundo, y yo, triste, suspiré. -Estoy mal, Ethan. Muy mal – admití. -Claro que me imagino lo mal que lo debes estar pasando – dijo, tomándome las manos – Jeremy es muy fuerte, logrará salir del shock, ha logrado salir adelante siempre, y lo admiro por eso, y podrá salir de esta, estoy seguro. -¿Ahora resulta que admiras a Jeremy? – pregunté en una leve sonrisa. -Que me caiga como una patada en las bolas no significa que no lo admire por todo lo que ha logrado – dijo, y yo solté la risa. Ethan podrá ser un idiota, pero siempre será mi idiota favorito. Sé que estará conmigo en las buenas y en las malas. El dificultoso episodio por el que pasamos cuando éramos unos adolescentes ya debe quedar atrás. Ahora somos adultos, tenemos a nuestras parejas, voy a tener un bebé…en fin. Es hora de que retomemos la bonita amistad que tuvimos desde bebés. -Hannah Rabbit y Harry Mayers se han comprometido – me dijo Ethan cuando después de hablar de cosas triviales por un rato, llegamos al tema de las viejas amistades de la escuela. -¿¡Qué!? – pregunté, sorprendida, no sabiendo que esos dos siquiera habían vuelto. -Lo sé, yo quedé igual que tu cuando lo supe. Pero bueno…creo que a esos les pasó lo mismo que a Jeremy y a ti. Se reencontraron después de años, ella quedó preñada, y ahora se van a casar para formalizar la cuestión. -¿¡Tendrán un bebé!? – pregunté, ahora emocionada. -Si…no sé por  qué ahora a todo el mundo se le está dando por tener hijos antes de los 25 – dijo, rodando los ojos – harán el babyshower la próxima semana. Si quieres ir pues estás cordialmente invitada. Hannah me dijo que si hablaba contigo pues que te extendiera la invitación. Babyshower. Ya Hannah y Harry harán babyshower, mientras que yo no tengo ni puta idea de en donde viviré, y por ende, no tengo nada preparado para la llegada de mi bebé. Llegué a Manchester huyendo, y a saber cuándo Jeremy salga del shock. Cuando mis sobrinos se cansaron de jugar, la amena tarde de juegos y helado se dio por terminada. Me despedí de los niños y de Ethan para volver a la casa de Adam, que ahora parece un hotel con tanta gente quedándose ahí. -¡Oh! ¡Llegaste justo para la cena! – me saludó la abuela de Jeremy, que tenía un delantal puesto y cargaba una bandeja que tenía una Moqueca Capixaba. Un plato típico de Brasil - ¡toma asiento, querida! -¿Cómo te fue? – me preguntó el abuelo de Jeremy. -Jodeeerrr chica ¡Estás helada! – me dijo Paula, tocándome la frente - ¡es que estamos a grados bajo cero! ¡Deberías ponerte una chaqueta térmica de esas grandotas! -Sírvele moqueca de más, suegra, que Bella se ve muy paliducha y debe comer por dos – le dijo Adam a Anaida. -¿No sentiste mareos mientras conducías? – me preguntó Claudia. Joder. Entiendo la preocupación que todos tienen conmigo. Creen que tendré un aborto espontaneo en cualquier momento por lo de Jeremy, pero enserio que ya fastidia un poco eso de que estén tan pendientes de mí; de que si tengo frio, de que si como, de que si no como, de que si me dieron mareos. ¡Joder! Pero bueno, tengo que aguantármelos, son la familia de mi futuro esposo.  Terminada la cena, cada quien se fue a su habitación. No estoy durmiendo con Jeremy. Suele tener pesadillas en la noche y se mueve mucho, y todos tienen el temor de que uno de los movimientos bruscos que haga Jeremy me lastime y de paso lastime a mi bebé. Así que duermo en la habitación de al lado. Jeremy está durmiendo en la que era de Zac. Pasaban y pasaban los minutos y yo no lograba conciliar el sueño. No me aguanté mucho y salí de mi habitacion directo a la de Jeremy. Necesitaba por lo menos mirarlo un rato antes de dormir. Y cuando entré a la habitación, tal y como me lo imaginé, vi a Jeremy despierto, mirando al techo. Lentamente me le acosté al lado, tapándome con la misma cobija con la que él está cubierto. Él ni se inmutó. Seguía mirando al techo. Prendí la lámpara que estaba en la mesa de noche, y la tenue luz me permitió ver mejor a Jeremy. Se ve mucho más mayor de lo que es por su barba, la cual nadie se ha atrevido a depilar en estas dos semanas. Temen en que reaccione mal si siquiera lo tocan. Y yo tampoco lo he tocado de a mucho. El cabello también lo tiene largo, ya casi le llega por los hombros. Perfectamente podría hacerse una coleta. He de admitir que se ve mejor con el cabello largo. Y mientras lo miraba con mi cara de idiota enamorada, sentí una sensación rara en mi barriga. Primero fue suave, como si una mariposita estuviera aleteando dentro de mi pancita, pero después sentí una patada. Si, claramente fue una patada. -¡Jeremy! ¡Está pateando! ¡Samba está pateando! – le dije, tomando su mano para posarla sobre mi barriga, a la altura de donde sentí que el bebé estaba pateando. Samba volvió a patear, justo debajo de la mano de Jeremy, y pude notar como Jeremy se sobresaltó. Apretó un poco más la mano, como queriendo sentir más al bebé, y este volvió a patear fuertemente, como si estuviera contentísimo de volver a sentir a su papá cerca. Jeremy entonces me miró a los ojos. Sonrió. Jeremy, después de días, ha sonreído. Supe en ese momento que al sentir a su hijo lo ha sacado al fin del shock. -Oh Bella – dijo Jeremy, tomándome de los cachetes y plantándome un beso en los labios que me quitó el aliento. Me sentí inmensamente feliz. Lo seguí besando con desesperación. Enserio que llegué a pensar que nunca saldría del shock. Y yo no era la única feliz en ese momento. Samba no dejaba de patear. Es como si fuera consciente de la situación y que le emocionara ver a sus papis besándose después de tanto tiempo. -Saldremos adelante. Los tres – dijo Jeremy, con su frente pegada a la mía, y con una mano acariciándome la pansa – los amo infinitamente.                

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