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Hans Carlson, un criminal nacido del crimen

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Blurb

Hans Carlson es un investigador impecable, que por sus sobresalientes resultados es ascendido a un cargo como investigador privado de la Seguridad Nacional de Canadá. Allí, preocupado por obtener los mejores resultados en su trabajo, decide infiltrarse en las organizaciones criminales que son objeto de investigación.

Decide casarse con la primer mujer que rescató en una de sus misiones, Becca, y formar una familia.

Hans se adentra tanto en las organizaciones, que termina involucrado por completo con una red de narcotraficantes. Allí, conoce todo el poder que puede tener gracias a la droga y el dinero. No le importa nada y opta por dejar su trabajo. Por venganzas criminales, Hans pierde a su familia.

Busca vengarse de ello y después de lograrlo termina en una prisión de máxima seguridad.

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Capítulo 1: Lo que sea por el trabajo.
Esta es la historia de un policía idiota, que cierto día se le ocurrió involucrarse en el mundo que intentaba combatir y terminó siendo un narcotraficante y criminal buscado. Ese idiota soy yo;  Hans Carlson y hoy me atrevo a contar —así a muchos no les interese—, el cómo me desvié enormemente de mi objetivo principal y terminé involucrado con las personas que intentaba combatir. Pues bien, quiero y debo aclararles que no siempre fui malo, que no fui malo desde un principio. En ocasiones, las circunstancias y el mundo nos llevan a tomar caminos y decisiones equivocadas y esto me ocurrió a mí. Obviamente, no intento excusarme y responsabilizar al mundo exterior o a los chakras por mis errores, pero no está de más aclarar que nuestro entorno influye mucho en cada paso que tomamos. Nací en Quebec,  Canadá hace unos 50 años. Desde chico soñaba con ser policía, pues mi padre y mi abuelo lo eran, así que siempre tuve esa influencia desde muy niño y se convirtió en uno de mis anhelos. Cuando era adolescente, mi padre tuvo turno de noche en la patrulla de policía y como lo hacía normalmente, daba rondas por toda la ciudad.  Recibió una llamada de una mujer que estaba siendo golpeada por su esposo y pidió ayuda desesperadamente.  Mi padre, confiado de que era sólo una riña intrafamiliar y que podría resolverlo solo, decidió arribar hasta el lugar donde se llevaba a cabo la golpiza. Al llegar, el cuadro era de una mujer siendo golpeada con un mazo por el hombre. Mi padre intentó mediar para alivianar la situación, pero de un momento a otro y sin mediar palabra, el hombre desenfundó un arma y terminó con la vida de su esposa y de mi padre. Desde entonces, supe que era mi deber cuidar de mi madre, pues ahora yo era el único hombre de la casa. Creo que ese fue uno de los eventos que más me marcó y que hasta el día de hoy aún me duele.  Terminé el colegio  y enseguida ingresé a la escuela de policías. Allí, por influencias que había dejado mi padre, recibí algunos cursos adicionales gratuitos, entre ellos uno de investigador, que me atrapó tanto hasta finalmente convertirse en mi verdadera pasión. Para ese entonces, Quebec atravesaba una de las épocas de inseguridad más difíciles de su historia.  Robos, violaciones, secuestros, narcotráfico, homicidios y demás estaban desbordados en la ciudad. Siempre me desempeñé como un buen investigador,  y mi trabajo daba resultados. Tanto así, que fui ascendido a un puesto como investigador privado de la Seguridad Nacional de Canadá.  Me sentí muy feliz para ser sincero, supe además que mi padre estaría orgulloso de mi y de lo que estaba logrando paso a paso en mi carrera. Con mi ascenso, mi salario era bastante bueno y suficiente para cubrir mis gastos. Decidí mudarme a una casa, pues estaba cansado de vivir en apartamentos pequeños. Después de una gran búsqueda por algunos vecindarios de la ciudad, logré encontrar una acogedora casa, de gran tamaño, excelentes acabados, lámparas de cristal por todo el lugar… En sí; una casa de ensueño. No dudé en tomarla y en cuestión de días me mudé por completo. En mi nuevo cargo como investigador privado, también tenía un jefe nuevo; Patrick Baten.  Patrick era de ese tipo de jefes que te exigen resultados a como dé lugar, sin importar nada.  Era un tipo imponente y de gran carácter, el primer día que lo conocí fue desastroso. Caminaba rumbo a mi oficina con un café en la mano, iba un poco nervioso por la gran responsabilidad que conllevaba mi nuevo cargo y no logré ver que Patrick —que hasta el momento no sabía que sería mi jefe inmediato— venía también, caminando algo de prisa. Tropecé con él, derramándole el café en su traje. —¡Inútil! Mira bien por donde caminas —increpó el hombre. —Lo siento, no lo vi señor, no volverá a suceder —respondí asustado. —Más te vale que así sea, sino yo mismo me encargaré de hacer que limpies mi traje y el piso con tu propia lengua —refirió sumamente exaltado mientras me miraba con deseos de matarme como mínimo. Enseguida continué e ingresé hasta mi oficina, donde intenté tranquilizarme un poco luego de aquella situación y me preguntaba quién era ese imbécil. Eso sí, supuse que debía tener un cargo alto, para creerse con el derecho de tratar de una manera tan humillante a los demás. En fin, dejé pasar el percance y me enfoqué en las tareas que debía desempeñar ahora.  Recibí entonces una llamada telefónica de quien sería mi jefe y me solicitó pasar por su oficina, para conocernos y asignarme los primeros casos para investigar. Salí emocionado e intrigado por conocer al hombre y para mi sorpresa era él; el tipo al que le derramé el café encima. —Pero mira nada más, con que eres tú,  el inútil que me derramó el café en mi traje, ¿venías muy dormido acaso? —preguntó. —Pido disculpas nuevamente, todo fue parte de los nervios señor —contesté. —También pido disculpas por la forma en que te grité, venía con algunos problemas desde mi casa, pero de igual forma debes saber que mi caracter es así, fuerte.  —Comprendo perfectamente, descuide. —Bien, sin darle más vueltas al asunto, me presento entonces —mencionó—. Mi nombre es Patrick Baten y soy el encargado de las unidades de investigadores privados de la Agencia de Seguridad Nacional. Con esto, quiero decir que toda orden a obedecer, primero debe ser dada por mí, ¿entendido? —Entendido señor Baten. —Por cierto, revisé minuciosamente su historial y déjeme decirle que es un gran investigador, esperamos que sus servicios puedan ser de mucha ayuda para nosotros. —Por supuesto que sí señor —asentí—. Puede estar seguro de eso. Seguidamente, salí de su oficina rumbo a la mía, a fin de cuentas algo satisfecho, pues  a pesar del inconveniente inicial, lo último que me dijo fue un halago para mí. Mi día transcurrió con normalidad, hasta que recibí por correo electrónico unos documentos que contenían mi primera misión como investigador privado.  Ésta describía que el entorno a investigar era acerca de una organización que traficaba con personas. Debía entonces investigar todo lo que pudiera de ellos con el fin de brindar aportes que permitieran las capturas de los integrantes. Terminó mi horario laboral y salí rumbo a casa con aquellos documentos para intentar buscar  por cuenta mía todo lo que pudiese servirme en tan importante tarea.  Recuerdo que esa primera noche, un tablero que tenía de apoyo en mi estudio, terminó con recortes, apuntes, notas, noticias y demás en todos sus espacios blancos. Según lo analizado y con el fin  de obtener mejores resultados que cuando investigaba otras situaciones más particulares, decidí que la mejor manera para lograrlo sería infiltrarme en estas organizaciones para responder al máximo con mi trabajo. Por un momento dudé en llevar dicha propuesta a Patrick, pero luego de darle vueltas y vueltas durante toda la noche, decreté que esa sería la forma de hacerlo. Al día siguiente, a primera hora arribé hasta la oficina de Baten con documentos que describían detalladamente mi plan, y el modo en que lo perpetuaría. —Muy brillante, agente Carlson —refirió Baten—. Creo que es algo arriesgado, pero confío en que tomará las precauciones necesarias. —¿Le parece? —pregunté—. Dudé bastante en tomarlo como alternativa, pero luego de deliberar por horas, decidí que sería la mejor opción. —Si es por mí, apruebo su manera de abordar la misión. Cuente además con todo el personal y materiales que necesite. Así pues, contaba con el aval para iniciar con la misión lo antes posible. Los nervios eran inmensos, la responsabilidad y los riesgos igual. No podía dejar de pensar en lo peligrosa que se podría tornar la situación si llegasen a descubrir mi verdadero rol. Sin embargo, estaba decidido y ya no había marcha atrás. Llegó entonces el día de empezar con lo estipulado. Lo primero que pensaba hacer era llegar a uno de los suburbios donde operaban estas bandas, y posteriormente intentar conseguir una “víctima” para hacer más creíble mi actuación. Conduje entonces mi Civic 2018 algunos kilómetros hasta llegar al punto de referencia que había elegido. La adrenalina y los nervios que sentía en el momento, hicieron que condujera a una velocidad tan excesiva que por poco choco contra un poste. Finalmente llegué al lugar y quedé perplejo al ver la cantidad de actividades ilegales que se realizaban en este sitio sin regulación alguna.  Podía ver personas completamente drogadas caminando como zombies por las calles, mujeres y niñas siendo prostituidas en andenes, niños haciendo trabajos forzosos  y demás. Como pude, filmé con una cámara corporal lo que veía mientras me adentraba en el lugar. Todo serviría como evidencia en mi investigación. Seguidamente, aparqué mi auto justo en frente de una calle donde se encontraban mujeres jóvenes y podía ver en sus ojos el temor, y deseo de salir de tan horrible lugar. Al verme esperando como quien necesita algo, una mujer de unos cuarenta años se acercó a mí y me indagó: —¿Algo en especial? ¿Qué buscas? —Necesito una chica —dije. —¿Una chica? Aquí hay muchas.  Debes ser más específico —sugirió. —¿Cuánto cuesta una mujer? —pregunté. —Depende de la cantidad de  horas que la quieras, ¿cuánto tiempo la necesitas? —No, no la quiero por horas —respondí. —¿Entonces? —Deseo comprarla, para que trabaje para mí. —¿Comprarla? —preguntó con sorpresa. —Eso te costará mucho. —No me importa, puedo pagar lo que sea. En ese momento la mujer se notó algo dudosa, me reparó de pies a cabeza y finalmente respondió: —Bien… Tú eres el del dinero, escoge entonces. —¿De dónde vienen estas mujeres? —cuestioné. —Eso a ti no te interesa, con que tengas a la mujer que desees es suficiente.  —Es verdad, déjeme un momento elijo sabiamente. En realidad el tiempo que le pedí era para filmar un poco más de cerca la situación, o más bien situaciones que me rodeaban. Mientras grababa y observaba las mujeres que allí habían (claramente deseaba ayudarlas a todas pero no era posible), me topé con la mirada acongojante de una joven y no dudé en escogerla a ella. No fue sólo su mirada… Algo en mí, me decía que debía salvarla y sacarla de ese sitio, sentí que sin decirme nada, me pedía todo. —Quiero a esa —mencioné mientras la señalaba. —Buenos gustos los que tienes —refirió la mujer—. Te costará muchos dólares. —Ya le dije que pagaré lo que sea. —Entonces me das el dinero y es toda tuya, haz con ella lo que quieras. —¿De cuántos dólares hablamos? —pregunté. —Son $6000 USD. Al escucharla quedé atónito al saber cuánto valía una vida para estas personas. En definitiva debía hacer algo no sólo por aquella mujer sino por todas las personas que se encontraban allí esclavizadas. Procedí entonces a entregar la suma de dinero sugerida y recibí unas cuantas “indicaciones” de la mujer: —Si te preguntan, por acá nunca has estado. Estos son negocios serios. —No se preocupe, se bien cómo funciona. No diré nada. Es más —agregué— creo que en algunos días vendré por más, ¿bien? —Desde que traigas el dinero, puedes venir todos los días si quieres. Ahora largo de aquí. Subí de inmediato a la mujer a mi auto, que aunque algo atemorizada, parecía recibir un descanso al saber que ahora estaba conmigo. Tan pronto como subimos al auto, le presté una chaqueta pues hacía frío, y  la invité a comer algo.  Asustada, no mencionaba una sola palabra. Muy seguramente pensaba que seguiría recibiendo maltratos o humillaciones. —No tienes por qué sentir temor, ahora estás a salvo —mencioné. —¿A salvo? —preguntó la mujer dudosa. —Sí, a salvo.  —¿No me va a hacer nada malo? —cuestionó. —Por el contrario, estoy aquí para ayudarla.  —¿Quién es usted acaso? —Soy m*****o de la Seguridad Nacional del país. Le daremos toda la protección y ayuda que necesita. La mujer me miró algo incrédula y en cuestión de segundos pude ver lágrimas recorriendo sus mejillas. Parecía entender que por fin había terminado su suplicio. Me agradeció durante todo el camino y me pidió además que hiciera algo por ayudar también a las demás personas que tenían en el lugar.  Le comenté que esa era mi misión, y que la cumpliría. Llegamos a la sede de protección de testigos y se le asignó una nueva vida a la mujer que rescaté. Ahora, su nombre era Becca Myler, viviría en un pequeño apartamento asignado por la unidad de protección y podría contar con todo el apoyo psicológico, social y económico que necesitara. Desde el lugar, llamé a Patrick para comentarle los primeros resultados obtenidos y éste me dio una gran felicitación. —Veo que es muy eficiente, felicitaciones Carlson, va por muy buen camino. —Muchas gracias señor Baten, no se arrepentirá de asignarme tal trabajo. —¿Se aseguró de no levantar sospechas? —cuestionó. —Por supuesto señor, todo bajo control. —Excelente Hans. Espero un informe detallado de lo que logre investigar en el transcurso de esta semana. —Cuente con ello. Ahora me dirigiré a dejar a  la señora Myler en su nueva residencia. —Perfecto, asegúrese de que nadie los siga y asígnele un guardaespaldas por favor. Siguiendo sus órdenes, salí en compañía de Becca y un guardaespaldas con rumbo al que sería su apartamento mientras estuviera bajo nuestra protección. Al llegar, Becca no pudo evitar llorar de la emoción; era un hecho que no volvería a ese infierno y que ahora estaba completamente segura, en un casa nueva, con una vida nueva y todo un pasado temeroso por dejar atrás. Yo sabía bien que hacerle cualquier tipo de pregunta referida el tema, significaba repetir de nuevo el calvario por el cual había atravesado. Sin embargo, era mi trabajo y debía hacerlo. Además, entre más pronto actuara, más posibilidad tenía de lograr mi cometido. Procedí entonces con el interrogatorio. —¿Cuál es su nombre real y cómo llegó hasta aquí? —Mi nombre es Kenya Tunner, fui drogada y  raptada en una discoteca de Tailandia hace un par de años. De allí, me trajeron al país en compañía de otras jóvenes al igual que yo contra su voluntad, y nos quitaron todos nuestros documentos. —Debió ser horrible todo esto —comenté. —De hecho sí —contestó—. Suplicaba todos los días que de alguna manera mi vida acabara, pero no fue así, viví deseando mi muerte todo este tiempo. —¿Qué tipos de trabajos les obligaban a hacer? —Todo lo que se pueda imaginar. Nos forzaban a hacer trabajos sexuales, a robar, drogarnos… Y cualquier cosa que a algún enfermo con dinero se le ocurriera. Mientras la escuchaba, tomaba atenta nota de todo lo que contaba  y a su vez, me perdía poco a poco en sus palabras y en su rostro; realmente era una mujer hermosa y después de escuchar todo lo que tuvo que atravesar, supe que además de hermosa era valiente y fuerte. Digna de admirar. Becca, prestó disposición todo el tiempo para ayudarme con la mayor cantidad de información que pudiera serme útil. Por su condición de explotación, la mujer no se enteraba de muchos datos relevantes de la organización,sin embargo el tiempo que fue víctima le permitió destacar algunos datos claves que servirían para la captura de los principales responsables de esta red de trata de personas. Después de realizarle las preguntas pertinentes, me retiré del lugar y dejé a Becca en compañía de uno de los guardaespaldas que estaría a su disposición para lo que necesitara. Conduje hasta la oficina, y al llegar Patrick organizó una reunión extraordinaria, con el fin de informar sobre mis primeros avances y cuál sería el paso a seguir. —Decidí reunirlos acá para felicitar en primera instancia al investigador Hans Carlson, quien ha obtenido los primeros resultados de su misión asignada hace un par de días. Enseguida, todos los presentes se pusieron de pie y entre aplausos y algunas palabras, me felicitaron por este pequeño logro. —También quisiera agradecer por la confianza que pusieron en mí, y quisiera hacerles una breve mención de lo que conseguí en estos días —mencioné. —Adelante Carlson, somos todo oídos —dijo Patrick. —A decir verdad, el lugar es más grande de lo que pensaba.  Allí hay personas de todas las edades haciendo todo tipo de actividades.  —¿Todo tipo de actividades? —preguntó una oficial. —Así es. Pude ver niños, niñas, adolescentes y adultos ejerciendo todo tipo de actividades ilegales. Prostitución en especial, realmente es desgarrador. —¿Cree que podamos hacer un operativo pronto? —indagó Baten. —Por ahora no lo creo. Lo que sí puedo decirles es que planeo regresar nuevamente en algunos días, para intentar salvar a más personas por ahora. —¿Qué puede contarnos de la mujer que rescató de allí? —preguntó la oficial. —Su nombre real es Kenya Tunner y llegó desde Filipinas hace dos años. Ella cuenta que fue drogada y raptada en una discoteca y posteriormente fue traída al país en compañía de otras mujeres. —¿Todas fueron raptadas bajo el mismo modus operandis? —preguntó Baten. —Hasta donde tengo entendido no señor, pero drogarlas es su patrón más común. Continuamos en la reunión, dando detalles y planeando nuestra manera de desarticular esta red. Sugerimos que hubiesen más agentes infiltrados, más cámaras y también que fuéramos con más frecuencia al sitio. Sin embargo, terminamos por descartar la opción pues podría ser sospechoso y muy arriesgado. Así que continúe liderando la misión y siendo el único investigador infiltrado. Ese día recuerdo que llegué a casa muy feliz por lo que había logrado. Aunque no fuera mucho, haber sacado a aquella dama de tal infierno era muy significativo para mí.  ¡Había cambiado una vida! y eso es algo que no puedes hacer todos los días. Los días posteriores al rescate de Becca, fui a visitarla  a diario. Le llevaba comida, golosinas, bebidas, incluso la invité unas cuantas veces a comer helado. Por su parte, ella no rechazó ninguna de mis invitaciones. Mientras más compartía con Becca, más descubría el tesoro que se ocultaba en aquella mujer maltratada y humillada. Pensaba constantemente en arreglar la vida de las demás víctimas al igual que la de ella. —Jamás tendré manera de agradecerle todo lo que ha hecho por mí. Antes todos me trataban como basura, sólo usted hizo la diferencia, no sabría que sería de mi vida en este momento si continuara allí. —No tiene que agradecerme Becca, simplemente hago mi trabajo. Pero con su ayuda, podré sacar de ese horrible lugar a todas las personas que se encuentran allí.  —¿Y atraparán a los responsables? —Por supuesto, esa es la idea. No será fácil pero lo intentaré.      

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