Prólogo
Autora: © Mariam Ramírez - Todos los derechos reservados.
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Dedicatorias:
Querer a alguien, es una cosa. Que alguien te quiera, es otra cosa;
pero que te quieran las mismas personas a quienes tú quieres…
Lo es todo.
Dedicado a mi amada gemela: Charlotte Ramírez.
A mi mamá por impulsar mis alas.
A mi psicóloga favorita: Evelyn Escudero.
Y a mis más queridos amigos y lectores:
Alejandra Eng., María F. Mogollón, Elihú Juárez,
Neiva Antúnez, Claudia Alvira y Florencia Abasto.
Sin todos ustedes Matiz no sería lo que es, ¡mil gracias!
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Epígrafe“En sí, la homosexualidad está tan limitada como la heterosexualidad: lo ideal sería ser capaz de amar a una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano, sin sentir miedo, inhibición u obligación.”
Simone De Beauvoir.
“Yo he tenido que luchar para ser yo y que se me respete, y llevar ese estigma, para mí, es un orgullo. Llevar el nombre de lesbiana. No voy presumiendo, no lo voy pregonando, pero no lo niego. He tenido que enfrentarme con la sociedad, con la Iglesia, que dice que malditos los homosexuales… es absurdo. ¿Cómo vas a juzgar a un ser que ha nacido así?, yo no estudié para lesbiana, ni me enseñaron a ser así. Yo nací así. Desde que abrí los ojos al mundo. Yo nunca me he acostado con un señor. Nunca. Fíjate qué pureza, yo no tengo de qué avergonzarme… mis dioses me hicieron así.”
Chavela Vargas.
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Hola, soy Samantha Landers y quiero comentarles un poco de qué va toda esta historia. Para comenzar, soy una adolescente. Sí, esto está narrado por adolescentes y nos mostramos tal y como somos: volátiles, temperamentales y sumamente complicados. ¿Pero sabes cuándo se complica nuestro mundo y se pone patas arriba?, cuando nos enamoramos. ¡Aquí sí que comienza el mal chiste!
Fuera de todo el romanticismo y plan de “cuentos de hadas” que nos hemos ideado desde pequeños cuando hablamos del amor, o esos romances de novelas que deseamos vivir, aprendimos a dejar de lado que en este terreno nada es color de rosas, hay mucho trabajo por hacer, pero por otro lado tampoco hay algo previamente escrito que lo sentencie. El amor en sí es complicado de explicar, pero en la adolescencia es realmente un drama vivirlo.
Comencemos explicando que lo catalogamos sabiamente como un arma de doble filo; así como naces a través de él, puedes morir por su causa. Es relativo, además, todo depende de en qué lado te encuentres: si del amante o del amado; no siempre te corresponden y dicen que suele haber uno que siempre ama más… o que ama con miedo, que es peor.
Es algo irónico, por supuesto, a veces se presenta bajo la fachada del amor de tu vida al tiempo que conoces a su hermosa y perfecta pareja. Pero eso no es todo, lo peor llega cuando por prejuicios sociales ese amor se debe ocultar. Ante la sociedad disque conservadora debes disfrazarlo de amistad para que no te persigan, señalen, e incluso te agredan como si sus vidas fuesen perfectas; y es que así somos los seres humanos: criticamos la vida de otros sin siquiera fijarnos si la nuestra es un ejemplo a seguir.
A ustedes, podrida sociedad, les quiero proponer lo siguiente: al que desee criticar mi camino, le presto mis zapatos. Yo me enamoro de la persona, no de su sexo… ¿Y tú, de qué te enamoras?
