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Ley Prohibida

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Blurb

Gimena es una bella abogada que tiene un nuevo caso: defender a un sacerdote que es acusado de un problema que no cometió. Ellos se conocen por un conflicto que sucede entre ambos, y a partir de allí todas las estructuras en las que ellos creían se esfuman en el aire.

Los dos resisten sus sentimientos, hasta que deciden seguir a su corazón y entregarse al amor, a pesar de sus creencias y de las personas que desean separarlos.

Ley prohibida, una historia de amor en donde los protagonistas vivirán un amor prohibido y los problemas saldrán a la luz.

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Capítulo 1
La mujer estaba rodeada de cajas y unos hombres la ayudaban para dejar los muebles en su nueva casa por corto tiempo. —Dejen ese mueble en la sala que de las cajas me ocupo yo. —Dijo. Los hombres dejaron los muebles en su respectivo lugar y ella les dio el dinero junto con la propina. —Muchas gracias por todo. —Sonríe y los hombres se van. De a poco agarra una caja a la vez y las lleva a la cocina, saca unos cuadros y los coloca en la sala y saca los electrodomésticos de la cocina. Estuvo así por horas y se dio una ducha para sacarse el polvo de tanto haber limpiado la casa. Sale de la ducha y se viste, baja hasta la cocina y escucha el ruido de su celular, era su amiga y atiende el teléfono. —Hola Fabi. —Dijo la mujer. — ¿Ya llegaste Gime? —Si, recién salí de darme una ducha, estaba toda sucia de tanto limpiar, solo me falta desempacar mi ropa y unas cuantas cosas más, ¿Hablaste con él? —Le pregunta. —Si hable con él, tienen que verse mañana y te va a contar todo lo que paso, aunque yo ya te conté todo. —Igual quiero saber que él me dice y si cambia su testimonio. —No, no va a cambiar nada porque el no hizo nada, estuve con él en ese momento. —Está bien, pero quiero saber que dice. —Suspira. — ¿En dónde vive? —En la iglesia, la gente no lo acusa porque sabe que esa mujer solo está mintiendo. —Tengo que conocer las intenciones que tuvo esa mujer. —Seria. —Él sabe muy bien pero no quiere decirlas y no quería que nadie lo defienda, por eso tuve que hablar con él para que lo dejes ayudarte y no te preocupes, mañana te lo voy a presentar. —Bueno, quedamos así, nos vemos mañana y suerte. —Corta la llamada. Deja su celular en la mesa y se sienta en el sillón. —A quedarse hasta que resuelva su caso. —Pensaba y suspiro. Se termino de peinar su roja cabellera y lo dejo suelto, se hizo un té y lo tomo tranquila mientras miraba la televisión. Tenía sus ojos azules mirando atentamente a la pantalla, termino su té y lavo la taza en la pileta de la cocina. Mientras Fabiana estaba dando clases en la capilla, vio que el cura estaba esperándola en el marco de la puerta. —Chicos, vayan al patio para tomarse un recreo. —Dice ella y los chicos se van del aula. —Hola padre. —Hola Fabi, ¿Ya hablaste con la abogada? —Si, se acaba de mudar, ya le dije que mañana van a hablar sobre el asunto. —El asintió. —No te preocupes, mi amiga es muy buena en su profesión y todos sabemos que no hiciste nada aun que quiero saber porque lo hizo, porque te acuso. —Yo tampoco lo se Fabi, quisiera saberlo también, es como si alguien quisiera que me sacaran de mi cargo. —No sé quién quiere eso, pero no te va a sacar nadie de tu cargo y solo tú vas a decidir eso. Gimena salió de su casa para comprar algo para comer, miro a ambos lados buscando un almacén, camino unas cuadras y encontró un supermercado a la mitad de la calle. Entro y agarro una canasta para meter los productos adentro, camino hasta la caja y la vendedora puso los productos en las bolsas y Gimena le dio el dinero. Salió del comercio con las bolsas en su mano, en el camino sintió un golpe y vio una parte de lo que había comprado en el suelo, una bolsa se había roto. —La puta madre. —Escupió. Sintió que alguien se le acerco por detrás, era un policía. — ¿Le puedo ayudar? —Pregunto el hombre. —No gracias, yo puedo. —Se agacho y agarro sus cosas. —Déjame ayudarte. —Dijo, trato de agarrar las cosas, pero ella no lo dejo. — ¿No tiene que hacer otras cosas, policía? —Seria. —No señorita, pero si lo tuviera, preferiría ayudarla a usted. —Sonríe. —Quiero pensar que lo está diciendo en broma. —Empezó a caminar. —Deténgase ahora, es una orden. —Dijo. — ¿Quién se cree que es? —Soy su superior y si la quiero ayudar, la voy a ayudar. —Ella lo miro con odio. —Me importa un carajo lo que usted diga, yo no estaba haciendo nada malo, así que déjeme tranquila, la ley está de mi lado señor. — ¿Ley? ¿Usted es abogada?

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