Prólogo
Deivis acababa de cumplir veinte años y a tan corta edad, se encontraba juntando los trozos de una vida completamente rota. Hasta hace unos meses, su vida era perfecta. Era hijo único y el niño mimado de sus padres, a pesar de que su padre era un hombre cerrado y severo, Deivis lo admiraba. Thomas Müller era su eje, su héroe, su ejemplo a seguir. Deivis era gay, desde muy joven se dió cuenta de su inclinación s****l, pero la admiración hacia su padre lo llevó encerrar parte de lo que era en lo más profundo de su ser. Deivis, se casaría con una mujer de sociedad y se haría cargo de los negocios familiares, al igual que su padre se convertiría en un gran abogado. Todo con tal de complacer a su progenitor y ganar su aprobación, para eso, guardó sus sentimientos bajo llave en lo más profundo de un cajón.
Pero todo se desmoronó de un día para otro. Jamás imaginó que su padre era el encargado de defender a narcotraficantes, corruptos políticos y bandas conformadas por gente poderosa que se dedicaban a la esclavitud y comercio s****l. Toda la fortuna que su familia amasaba era a base del dolor y sufrimiento de otros. Descubrir la verdad lo hizo sentir enfermo, asqueado con su familia y consigo mismo, aún así, no pudo odiar a sus padres.
La parte más dolorosa, fue presenciar como sus padres eran detenidos, el llanto desgarrador de su madre cuando los policías la reducían con fuerza innecesaria y la sumisión de su padre, como si aceptara cada una de sus culpas estoicamente. Antes de que él pudiera reaccionar, tres policías se encargaron de derribarlo y golpearlo con sus lumas hasta casi la inconciencia.
Entre rejas el tiempo pasó lento, muy lento, pero hubiera preferido quedarse solo en aquella celda oscura a tener que enfrentar la realidad. Estar en el estrado como imputado fue un golpe directo a su ego y orgullo, ser tratado como un criminal sin tener nada que ver con lo acontecido. En ese momento, odió a su padre, lo odió con todas su fuerzas, por que su ambición los condujo a tan trágico final.
Su abogado defensor fue el padre de Erick, un viejo conocido, con quién jamás tuvo demasiada afinidad, pero pese a eso, Erick jamás le resultó indiferente. Su padre tenía una enemistad de años con el padre de Erick, enemistad que se encargaron de transmitirla a ellos. Sin embargo, ahí estaba Edward Snowden, defendiendolo con dientes y uñas.
No supo cómo sentirse al respecto cuando fue declarado inocente y su abogado, el señor Edward Snowden junto a Erick, su hijo, se acercaron a saludarlo. Deivis siempre fue socialmente un desastre y de algún modo se sintió cohibido ante la presencia de ambos hombres. Aquella mañana de mediados de marzo se permitió volver a sonreír, sin embargo, cuando su padre fue declarado culpable y recluido a cadena perpetua la sonrisa se desvaneció de su rostro. Pero todo su mundo se desmoronó cuando sentenciaron a su madre a cinco años y un día.
Aquél día, Deivis lo perdió todo, perdió a sus padres, su estatus, su fortuna, a los escasos amigos que tenía e incluso perdió las propiedades que su familia poseía, quedando en la calle sin dinero y sin tener a dónde ir. Ahí supo que la vida podía ser demasiado dura y hostil. En medio de todo ese caos, Erick Snowden estuvo ahí para él. Le ayudó a encontrar un cuarto donde hospedarse y corrió con los gastos, ademas se mantuvo lo suficientemente cerca para brindarle apoyo emocional. Erick se volvió su mundo y cuando quiso darse cuenta, estaba perdidamente enamorado de él.
Esta vez, le tocó aprender que el amor es hermoso, es un sentimiento que tiene el poder de curar cualquier herida y la sola presencia de Erick hacía de su mundo un lugar mucho mejor. La suerte jamás estuvo de su lado y la vida se ensaña más con unos que con otros, por lo que le tocó descubrir la otra cara del amor. Esa cara mucho más oscura y dolorosa, esa cara que nadie desea conocer. Deivis, aprendió que el amor también duele, hiere y mata, pero la lección más importante de la vida, fue que siempre tras de la tormenta sale el sol.
