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ALL THE LOVE (Harry Styles)

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Eran solo nueve horas de viaje para comenzar las ansiadas vacaciones de Carolina.

Nueve horas en un avión común y corriente, con un perfecto extraño a su lado.

Nada fuera de lo normal, ¿verdad?

Pero ¿qué pasaría si ese perfecto extraño sentado a su lado es nada más ni nada menos que Harry Styles?

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– 1 –
    Solo eran nueve horas de viaje y no podía esperar para subirme al avión y relajarme después de un semestre llena de trabajos.     Inglaterra fue mi opción número uno para ir de vacaciones desde que tenía uso de razón, pero después de terminar la universidad todo mi tiempo y esfuerzo se concentró en pagar el magíster que me tenía estudiando y trabajando en los Estados Unidos. Ahora podía pagarme un viaje de dos semanas y media mientras tenía un receso en mis estudios y trabajo. Estaba emocionada, extasiada, pero más que todo, cansada.     Apenas había llegado a tiempo al aeropuerto para tomar el vuelo y mis piernas ya no daban más por correr el gigantesco lugar. La mujer de casi dos metros me recibió en la entrada del avión y me indicó el asiento justo al lado de la ventana. Un joven de no más de veinticinco años se encontraba ya instalado en el asiento junto al mío. Su pelo largo le llagaba hasta los hombros, usaba una camisa holgada de estampados, pantalones negros ajustados y su ceño estaba fruncido a más no poder.     —Disculpa —le dije mirando mi asiento—. ¿Me das permiso para pasar?     El rostro tenso del hombre se tensó un poco más. No dijo nada y se levantó mientras intentaba pasar con mi mochila que pesaba una tonelada para mi cuerpo exhausto. Era bastante torpe y casi caigo de golpe al intentar pasar, haciendo que me tomara un poco más de tiempo.     —Por favor, antes que cumpla los cincuenta.     Su voz ronca me tomó por sorpresa y el tono que usó casi me saca de mis casillas.     Genial.     Estancada con un idiota por las siguientes nueve horas.     Le dediqué una mirada asesina pero no dije nada, estaba demasiado cansada para discutir. El tipo a mi lado se volvió a sentar suspirando molesto. La azafata del avión pasó inspeccionando a los pasajeros para que tuviesen puesto sus cinturones de seguridad mientras las pantallas del avión mostraban el típico video de seguridad. Los había visto tantas veces que podía recitar lo que decían sin mirarlo, así que tomé mis audífonos y puse Play a mi lista de canciones relajadas para poder  descansar al fin.     —Disculpe. —Escuché una voz.     Abrí los ojos y me encontré con cuatro ojos mirándome, dos marrones y los otros de un profundo color esmeralda. Dos acogedores, los otros dos molestos hasta la mierda.     —¿Sí? —respondí a la mujer.     —La mochila que lleva debe guardarla en los compartimientos de arriba.     Miré mi mochila y a mi acompañante que me miraba como si quisiera lanzarme por la ventana.     —No se preocupe, la dejaré en el suelo —dije segura pero la mujer me sonrió cordialmente.     —Me temo que no será posible.     Sin querer solté un pequeño suspiro, derrotada, pero el tipo a mi lado no escondió el suyo mientras se tocaba las sienes. Tomé mi mochila y se la pasé intentando pasar por encima de su cabeza, pero era tan alto que casi lo golpea.     —Tienes que estar de broma —dijo bajo mientras la azafata la guardaba arriba de nuestras cabezas. Esta vez lo miré con detención, mosqueada. El tipo giró su cabeza al notar que lo observaba—. ¿Qué? —escupió molesto con su acento inglés.     —Que suerte la mía —le dije sarcástica en su cara y algo en la suya se alarmó—, nueve horas con un rayo de sol.     Su rostro se relajó solo unos milímetros y soltó una risa cargada de sarcasmo.     —¿Tienes algo más que hacer para molestar o ya hiciste todo en tu lista? —su voz sonó más ronca, acentuando ese acento que me solía encantar, pero definitivamente no en él.     ¿Quién mierda se cree este tipo?     Solté una frase cargada de odio hacia su ser, bajo y en español, al menos así me descargaría y no tendría que pelear. Tomé mis audífonos y los metí en mis oídos.     —Si vas a insultarme al menos ten la decencia de hacerlo en inglés —escuché su voz por encima de la canción que sonaba.     Ya está, este tipo me quemó el último nervio.     —Mira —le dije en inglés sacando un audífono—. He tenido una semana como la misma mierda, y lo último que quiero es que un arrogante, pedante y bueno para nada venga y me moleste cuando me estoy preparando para mis vacaciones. —Mi pequeño lapsus de rabia lo sorprendió, haciendo que sus cejas se elevasen en su rostro—. Así que agradecería que nos comportáramos como unos malditos pasajeros normales e ignorarnos hasta que lleguemos a nuestro destino y así no tener que ver tu rostro otra vez. —Giré enojada y volví a ponerme el audífono faltante, le subí todo el volumen posible a mi música para que notara que era el fin de la discusión.     Sabía que había actuado irracionalmente, podría haberme mordido la lengua y haber sido la mejor persona, y aunque sí había tenido unos días de mierda, no justificaba el hablarle así a una persona totalmente desconocida.     Mierda.     Ahora me siento fatal.     Él era el idiota, pero yo no tenía por que serlo, nunca lo he sido y no iba a empezar ahora. Tomé un respiro que quemó mis pulmones y me quité los audífonos. Giré nuevamente para encontrarme con unos ojos esmeralda mirándome fijamente, y por un momento me faltó el aire.     —Mira —dije avergonzada—. Lo siento, no debí… —Pero una pequeña risa salió del tipo interrumpiéndome, esta vez más tranquila, sin rastros de ironía.     —Está bien, yo también lo siento —me dijo con su acento inglés, sincero—. Te entiendo, también he tenido unos días de mierda.     —Soy Harry, por cierto —dijo y me tendió su mano.     —Carolina, un gusto. —Tomé su mano que casi cubría por totalidad la mía y pude notar un pequeño tatuaje cerca de su pulgar—. Ahora sí es un gusto.     —¿Así que vas a vacacionar? —me preguntó una vez que nos soltamos y ambos nos dimos un tiempo para calmar el tenso aire que se había provocado entre los dos. Asentí—. ¿Vacaciones de trabajo, estudio o de la vida?      —Se podría decir que de las tres —dije y me miró complacido por mi respuesta.     —¿Qué tal tú? ¿Vuelves a tu país?     —Así es, tendremos nuestra última presentación, unas semanas más de trabajo y podré darme unas vacaciones también.     Lo miré confundida.     —¿Presentación de qué?     —Concierto con nuestro grupo, somos cantantes —dijo levantando los hombros, y yo levanté mis cejas, sorprendida.     —¿Cantan algo conocido? —pregunté. Harry rio a gusto mientras pasaba su mano por su largo cabello para apartarlo de su rostro.     —Se podría decir que sí —sonrió y lo alenté levantando más mis cejas—. Somos One Direction —me dijo tranquilo. Una carcajada salió de mí espontáneamente, Harry me miró confundido pero divertido.     —¿One Direction? ¿Esos niños adorables que cantan en una playa? —Aún no podía dejar de reír.     —Gracias por lo adorable.       —Hablo en serio, de qué banda son, quizás los conozca —hablé de nuevo cuando terminé de reírme—. Espera, ¿hablas en serio?  —pregunté y él asintió—. ¿No tienen unos 15 años los niños de esa banda? —le dije ahora un poco más seria al ver su rostro.     —Lo tuvimos, pero las personas hacen algo interesante, ¿sabes? Se llama crecer.     —¿No me digas? —le seguí el juego.     —Lo juro, un año tienen 15 y al otro 16, después 17 y así sucesivamente, es algo digno de investigar —ambos reímos.     El tipo me caía mejor con el paso de los minutos.     —Lo siento, pero realmente no creo que seas de esa banda. La última vez que supe algo de ellos eran un grupo de adorables niños riendo y cantando en una playa con pantalones caquis apretados.     —De nuevo, gracias por lo adorable. —Harry sonrió mostrando todos sus dientes, una sonrisa perfecta.     Nos miramos por lo que pareció una eternidad y mi sonrisa comenzó a desvanecerse mientras la de él quedaba intacta.     —No puedes estar hablando en serio, ¡son muy jóvenes! Y tú pareces como de, no sé, 26 años.     —Tengo 21 años, el 1ro de febrero tendré 22. Esa cosa rara de la que te hablaba que hace la gente cada año.     —Dame un segundo —dije levantando un dedo sin creerle aún.     Saqué rápidamente mi celular desactivando el modo avión y tecleé rápidamente: One Direction. Ahí estaba él, su pelo largo al viento mientras sostenía un micrófono junto a tres hombres más, hombres, no niños como los recordaba.     —¿Convencida? —escuché.     —Santa mierda —susurré y Harry me dedicó una risa perfecta—. Realmente eres Harry de One Direction, ¿cómo demonios pasó el tiempo tan rápido? Me siento una anciana.     —¿A qué te refieres? —preguntó, y en sus ojos aún ardía esa chispa de diversión. Sonreí negando con la cabeza—. Que pase el rápido el tiempo no te hace anciana, además, ¿cuánto tienes, unos 20?     —Qué tierno. —Tomé mi pecho teatralmente.     —¿21? —preguntó confundido.     —Trata con cuatro años más     —Imposible, eres tan diminuta y… —Harry levantó las cejas, sorprendido.     —No eres el primero que lo dice, pero es mi pelo pelirrojo y las pecas, hacen que me vea como una niña indefensa, pero no te dejes engañar —lo interrumpí y ambos reímos.     —Me gustan tus pecas —me dijo después de un momento sin dejar de mirarme.     —Las odio —solté un suspiro derrotado. Su mirada se transformó a una confundida y continué—. Intenta crecer con dos hermanos que te molestan por tenerlas.     —Creo que son lindas.     —Muchas gracias, señor… Eh.     —Styles —me respondió con leve movimiento de cabeza.     —Styles. —Probé como se sentía su apellido en mis labios. Me gustaba.     Nos mantuvimos callados mientras el avión despegaba, ayudándome así a ingerir el hecho que había estado viviendo bajo una roca y que tenía a uno de los artistas favoritos de mi prima pequeña sentado a mi lado.     —Tengo que preguntarte esto —hablé y noté como la cara de Harry se tensó un momento—. Ahora que sé quien eres, aunque aún tengo mis dudas, ¿qué se siente…?     —Por favor, no digas ser famoso —me interrumpió algo triste.     —… Volver a tu país… —continué un poco más bajo. Me asombró la manera en que esa palabra salió de sus labios, como si fuera una mala palabra, pero algo en él se iluminó cuando no fue la pregunta que se imaginaba—. Digo, me imagino que no has estado ahí en un buen tiempo —dije, ahora con un poco de vergüenza pero una sonrisa torcida que ya había salido antes salió en todo su esplendor.     —Oh, sí, bien, maravilloso de hecho —dijo calmado, pero yo continué mirándolo un poco confundida por lo que acababa de pasar—. Lo siento. Pero ahora se me hace difícil hablar con alguien sin que me ponga esa etiqueta —se disculpó.     Por instinto puse mi mano en su hombro pero la retiré al instante, olvidando que no estábamos en Latinoamérica donde las muestras físicas son más comunes.     —Lo siento —me disculpé más por lo que iba a decir que por el contacto físico, pero, lo eres, ¿no? Es verdad, que la gente solo te vea por eso está mal, eso lo entiendo. —Me pateé por dentro por ser tan entrometida. Se quedó pensando en lo que había dicho mirando hacia el pasillo—. Lo siento, no tengo por qué meterme en tu vida.         Harry me miró un momento más y pasó su mano llena de anillos por su mandíbula.     —No te preocupes, tienes razón —su voz ronca y sus ojos cansados me miraron serenos.     Conversamos un poco más de nuestras vidas. Le conté que venía de Latinoamérica y que me encontraba haciendo un magíster, hablé sobre de mis hermanos y mis padres. Él me contó sobre su vida, su hermana y lo difícil que sería tener sus vacaciones, ya que había trabajado de corrido por cinco años sin parar. Me contó un poco de cuando estuvo en mi país y lo lindo que le pareció.     Mientras hablaba me fijaba en sus facciones, en su ceño fruncido que salía a ratos cuando hablaba de trabajo y se relajaba cuando hablaba de su vida cotidiana, noté como su brazo tenía unos tatuajes que me parecieron interesantes, y así ya habían transcurrido un par de horas sin dejar de conversar sobre cosas tan banales como el color amarillo, hasta conversaciones profundas como nuestros más terribles miedos.     —¿A las polillas? —me preguntó divertido después de confesar mi fobia—. ¿A esas cosas indefensas que salen en la primavera?     —Esas mariposas zombis fueron traídas por el mismo Satán para entrar a nuestros oídos y comernos el cerebro, ellas y las mismas mariposas que se creen tan lindas con todos sus colores —reclamé. Harry soltó una carcajada y se cubrió el rostro con las dos manos haciéndolo parecer un niño pequeño—. No te contaré otra de mis fobias, no para que te rías de mí —dije fingiendo seriedad. Intentó calmarse pero seguía disfrutando de mis temores.     —¿Sabías que tengo un tatuaje de una mariposa en mi pecho? —me dijo una vez ya calmado pero aún sonriendo. Hice una mueca intentando sacar las imágenes de polillas y mariposas de mi cabeza.     —¿Es pequeña? —hice otra mueca.     —No exactamente.     —¿Quieres verla? —dijo agarrando los botones de su camisa, divertido.     —Oh no, Styles, mientras mantengas cubierto tu torso estaremos bien. Cambiemos el tema, no quiero seguir hablando de esas cosas, me ponen la piel de gallina. —Moví la mano para espantar la conversación pero Harry seguía con sus manos en los botones de su camisa mirándome perverso.     —Ni se te ocurra —fingí molestia.     —Está bien —rio—. ¿Conoces alguna de nuestras canciones?     Pensé un momento intentando recordar que canciones conocía de ellos.     —Conozco esa donde salen en la playa porque sale en Just Dance y conozco Kiss You.       —¿Nada nuevo? —preguntó y negué con la cabeza.     —Deberías escucharlo, los cuatro estamos muy orgullosos de este álbum, creo que es el mejor que hemos sacado…     —No estás en una entrevista, ¿sabes? —lo detuve. Harry me miró confundido callando al instante, continué—. Tu ceño se frunce, tu tono de voz cambia y usas más las manos. Sus ojos esmeralda me penetraron y por alguna razón mis mejillas comenzaron a quemar por la forma en que me miraba.     —¿Cómo sabes que ocupo las manos en entrevistas si no sabías quién era?     —Desde que nos conocimos hemos hablado de tus entrevistas, tu familia y tu vida en general, creo que puedo hacerme una idea general de tu comunicación no verbal.     —Eres muy observadora —sus labios formaron una sonrisa perfecta. Terminó de contarme sobre su nuevo álbum pero ahora como si hablara con un amigo tras bastidores.     —Espera —le dije recordando el video de los pequeños niños en la playa—. ¿Los cuatro? ¿No eran cinco?     —¡No me lo recuerdes mujer! —Harry hizo un gesto de pena fingida y reí por su mala actuación.     —¿Toqué un tema delicado? —pregunté y negó con la cabeza cuando terminaba de sonreír.     —Lo éramos, pero uno decidió dejar la banda.     Ahora lo recordaba, mi prima pequeña lloró por días.     —El chico sexy de pestañas largas —dije más a mí que a él, Harry me miró frunciendo el ceño.     —¿Por qué él es sexy y nosotros somos adorables? —me preguntó levantando una ceja perfecta. Lo miré analizando mi respuesta, continuó—. ¿Qué diferencia hay entre alguien sexy y alguien adorable?     —Adorable es alguien quien al mirarlo a los ojos te imaginas estando con él cuando estás en tus días, ya sabes, esos días que solo las mujeres tienen, viendo películas románticas y comiendo helado de chocolate. Alguien para abrazar y llorar cuando aparezca la escena donde el protagonista declara su amor —comencé. Harry me miraba atento mientras apoyaba el mentón en la palma de su mano—. Y sexy es alguien a quien miras a los ojos e inconscientemente tu mirada baja a sus labios, imaginando como sería probarlos, queriendo encerrarte con él en una habitación toda la noche y no mirando películas exactamente —sonreí.     —Es una buena forma de diferenciarlos.     —Y creo que cuando encuentras a la persona indicada es una combinación perfecta de los dos, algo difícil de encontrar —rematé. Alzó las cejas, sorprendido de mi conclusión y me regaló una sonrisa torcida que ahora me gustaban—. Así que si estás disponible para cuando tenga mi periodo te llamaré —bromeé.       —Creí que nos comportaríamos como unos malditos pasajeros normales y nunca vernos nuevamente —habló y asentí divertida por cómo intentó imitar mi voz con su voz rasposa y ronca.     —Tienes toda la razón, llamaré a tu compañero entonces, el otro chico adorable, el del pelo rubio y bonito.     Harry sonrió mostrando los hoyuelos en sus mejillas y le devolví la sonrisa llena.

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