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Amor errante

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Precuela de Inesperado Amor..

Emily Díaz es una joven de 21 años, sus padres se divorciaron cuando tenía ocho años, a los diez su madre se casó con un hombre rico y poderoso que con sus influencias logró quitarle la custodia absoluta a su padre, ahora sólo puede verlo tan sólo una semana cada año. Por si fuera poco y a pesar de vivir en una casa llena de lujos, la vida de Emily es vacía puesto que su padrastro se la vive recordándole todo lo que gasta en ella y que nunca tendrá un sólo peso de su herencia. Su madre no defiende a Emily de los maltratos de su padrastro por el miedo de perder las comodidades a las que esta acostumbrada. Emily encontró refugio en Esteban Cazares un chico de su mismo Instituto quién es hijo de un poderoso magnate con el cuál el padrastro de Emily desea hacer negocios, esto provocará que la presione para que entablen una relación a futuro aprovechándose de la situación. La relación con Esteban no era tan mala, hasta que descubrió que el la engañaba con otras chicas, ella decide pagarle con la misma moneda , decide ir a un bar en el cuál conoce a un chico de aproximadamente 27 años, esa noche tienen relaciones esperando sólo sea una noche de sexo casual pero la vida les tiene preparada una sorpresa. Resulta que el chico es Álvaro Duarte su hermanastro mayor que estudiaba en el extranjero desde hace casi diez años, ahora ha regresado para ayudar a su padre con la empresa familiar, viviendo bajo el mismo techo la vida de Emily se verá envuelta en una serie de situaciones que la pondrán a prueba de ser una mujer fuerte.

Esta obra está registrada bajo derechos de autor.

Prohibida su reproducción total o parcial.

Código de registro: 2108269041463

Todos los derechos reservados.

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1. Enigma
Título: Amor errante Autor: Nancy Rdz Sueñovela app (Play store) Esta obra está registrada bajo derechos de autor. Prohibida su reproducción total o parcial. Código de registro: 2108269041401 Todos los derechos reservados. Pov Emily Soy Emily Diaz. A la edad de ocho años mis padres se divorciaron no quedando en buenos términos estuvieron peleando casi dos años por mi custodia, mi madre no deseaba que mi padre nos volviera a ver. Las razones las desconozco. Cuando cumplí diez años mi madre conoció a un hombre muy rico y poderoso que la deslumbro al instante, ellos se casaron y nos fuimos a vivir con él. Mi padrastro tenía dos hijos Álvaro de 16 años de edad y Mara de mi edad.   Haciendo uso de su poder e influencias mi ahora padrastro arreglo para que mi madre tuviera mi custodia absoluta sólo podría ver a mi padre cinco días al año, recuerdo que después de eso la primera vez que lo vi mi padre lloraba derramando lagrimas sujetándome fuerte en sus brazos, diciéndome cuanto me amaba y que todo estaría bien. Mi madre y su esposo le habían hecho un daño irreparable al separarnos de esa manera tan cruel.  En cambio, yo al ser apenas una niña no comprendía muy bien las cosas que pasaban a mi alrededor, hasta que fui creciendo dándome cuenta que mi vida era completamente vacía no tenía a nadie con quien hablar, mi padre lo habían alejado de mi vida al igual que a su familia nunca tuve un contacto con ellos, mi madre se había alejado de su familia cuando se casó con mi padrastro y ella no era muy cercana a mí que digamos, todas nuestras conversaciones siempre eran superficiales.   Raúl Duarte mi padrastro, no perdía el tiempo para darme mi dosis de regaño diario ya fuera durante el desayuno o la cena, mi madre como siempre no decía nada por miedo a que Raúl nos echará de la casa perdiendo todos los lujos y comodidades a las que estaba acostumbrada. Él siempre decía que yo era una mantenida, me recordaba a diario que no era parte de la familia pues no era su hija de sangre, se la vivía comparándome con su hija Mara que a sus ojos era perfecta.  Mara era una chica tímida y callada, era muy linda, pero le faltaba ese coraje necesario para enfrentar la vida como era. Algunas veces la defendí en el Instituto de las chicas pesadas, ya que su personalidad era como un imán para ellas. Mara y yo no éramos ni de lejos amigas, pero tampoco me desagradaba, sólo era mi hermanastra.  ¿Y por qué estoy rememorando todo mi pasado? Porque cuando al fin pensé que mi infierno en la casa de los Duarte terminaría resulta que estaba muy equivocada. Cuando entré a la Universidad conocí un chico, él estudiaba economía y finanzas, mientras que yo decidí estudiar filosofía y letras, su facultad estaba al lado de la mía. Me encantaba leer y perderme entre cientos de libros de esa manera me escapaba de la realidad imaginando mundos en mi cabeza.  Resulta que este chico se llama Esteban Cazares, es sumamente guapo, el más popular y galán de toda la universidad, el sueño de toda chica, y en efecto, estar con él traía muchos beneficios puesto que era hijo de uno de los magnates más poderosos de la ciudad, el dueño de Industrias Cazares. Al principio éramos amigos, casi siempre iba y me buscaba a mi salón al terminar las clases, me invitaba a salir, hasta ahí todo bien, resulta que el me pidió ser su novia, a pesar de que me gustaba no sabía si era buena idea iniciar una relación con él ya que sabía que mi padrastro tenía negocios con su padre. No sé cómo, pero la noticia llegó a oídos de mi padrastro. Ese día me encerró con él en su despacho, me exigió que aceptará a Esteban de lo contrario ese año no visitaría a mi padre, lagrimas comenzaron a derramarse por mis mejillas, ver a mi padre era de las únicas cosas que me alegraban la vida, y él estaba amenazando con eso. Pronto toda atracción que sentía por Esteban fue desapareciendo, acepté ser su novia, pero sólo era para mantener a mi padrastro contento.  A pesar de los rechazos constantes ante sus acercamientos, duramos casi un año de novios, con mucho esfuerzo respeto el hecho de que no quisiera tener sexo con él. Hasta el día de hoy cuando me enteré que me engaña con cuánta mujer se le cruza en el camino. Se que nuestra relación no es una normal, pero si me dolía el hecho de que fuera su burla. Ni si quiera lo negó cuando se lo pregunté, alegando que era mi culpa por no ser su novia ideal, por no satisfacerlo como hombre que por eso tenía que buscar en otros brazos lo que yo no le daba. Me sentí asqueada y lo terminé.  Ahora me encontraba en un bar, tomando tequila y meditando sobre las consecuencias que tendría este rompimiento con mi padrastro, de seguro enfurecería, tal vez esta vez sí cumpliría su amenaza de no dejarme ir a ver a mi padre y lo podía hacer porque él vivía en otro estado del país y es quien me daba el dinero para que pudiera viajar hasta allá.   Sentí como mi corazón se estrujo al ver la imagen de mi padre y mis hermanitos, los extrañaba tanto, una lagrimita corrió por mi mejilla.  A veces sentía unas inmensas ganas de dejar toda mi vida junto a mi madre, huir a un lugar lejano donde no me pudieran encontrar, fingir ser alguien más y vivir mi propia vida.  Pero era imposible por ahora, necesitaba terminar mi carrera universitaria, obtener mi título, buscar trabajo, ahorrar dinero y ahora si podría pensar en huir. Aún faltaba mucho tiempo para que lo pudiera hacer, pero de otra manera como tendría el dinero suficiente para irme de esa casa que tanto detestaba.  - ¿Otro? - preguntó el bartender con una sonrisa al ver que ya no había liquido en mi vaso tequilero.  Asentí con la cabeza, tomando el vaso entre mis dedos hasta llevarlo a las manos de aquel hombre.  - ¿Cómo te llamas? - preguntó dejando el vaso lleno de tequila frente a mí.  - Emily - contesté en seco, no me había percatado que el bartender era un chico de buen ver, le calculé unos veinticinco aproximadamente, era del tipo chico rudo, vestía un chaleco de mezclilla sin nada abajo dejando ver los marcados músculos de sus brazos, facciones cuadradas, barba de candado, ojos oscuros y cabello rebelde.   - Lindo nombre, Emily – sus ojos me miraban con una especie de deseo.  ¿Qué pasaría si yo también hiciera lo mismo que Esteban? Divertirme a más no poder con algún chico que se crucé en mi camino.  Entre que me decidía si seguir haciéndole platica o no al bartender, sentí la mirada de alguien a unos metros de donde me encontraba sentada. Al otro lado de la barra, un hombre muy apuesto me observaba con detenimiento, cerré los ojos fuertemente, tal vez el alcohol que estaba tomando comenzaba a hacer efecto y estaba alucinando, al abrirlos él me sonrió. Sentí como mi corazón comenzó a latir fuertemente, en verdad era muy guapo, llevaba puesta una camisa celeste y un pantalón gris de vestir, no era un outfit que se viera con frecuencia en un bar, pero este tipo me daba más confianza que el bartender.  Le sonreí algo traviesa.  Él sonrío moviendo la cabeza divertido. Unos instantes después ya estaba sentado a lado mío en la barra.  - ¿Cómo te llamas? - preguntó ladeando su cabeza, fijando su mirada en mi boca.  - Emma - articulé, ni si quiera lo pensé, sentí la mirada acusatoria del bartender al que hace unos momentos le había dicho que me llamaba Emily. Desvié la mirada al instante - ¿tu cómo te llamas? - pregunté intrigada.  - Emmanuel – dijo en tono sensual mientras rozaba con su dedo índice desde mi hombro hasta el codo, noté como mi piel se erizó al instante. Me burlaba internamente ya que podía sentir que él también me estaba dando un nombre falso, era demasiada casualidad que nuestros nombres casi fueran idénticos - ¿vienes sola? - preguntó inquisitivo.  - Sí - respondí embelesada por su belleza - ¿y tú?  - Espero a un amigo, pero tal vez pueda verlo otro día, ahora estoy ocupado admirando la belleza de una hermosa dama – dijo en un tono tan sensual que me derritió.  Mis mejillas cambiaron a un color rojo intenso, estaban calientes podría jurar que era por aquel hombre que estaba frente a mí y no por la cantidad de alcohol que ya había ingerido.         

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