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Apocalipsis Zeta - Parte 2: Cazadores de zombis

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Blurb

Jack y Rachel, junto a algunos de sus amigos, han sobrevivido a lo peor del apocalipsis, el comienzo. Han aprendido a sobrevivir y no han tenido más remedio que aprender también a matar. Su búsqueda de un lugar seguro ha llegado a su fin. Por fin han encontrado un refugio, La Llama, un lugar en el que poder vivir sin miedo, sin problemas, sin temor a los gruñidos de los zombis, o eso es lo que creen...

¿Estarán a salvos por fin o habrán sido conducidos a su propia muerte?

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La Llama
{JACK] mi zombi-diario: Por fin estamos en un lugar seguro, ya no tenemos nada que temer. Confío en este lugar y en las personas que hay en él, no me queda otra. Creo que por fin he encontrado un hogar y espero que todos los que han venido conmigo cumplan las normas, no quiero tener que largarme de aquí por culpa de ellos. Ni siquiera sé porque sigo escribiendo en este estúpido diario, no quiero que nadie lea mis memorias y escribir no me relaja, así que lo dejo aquí. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Es un nuevo comienzo, una nueva oportunidad para vivir, vivir seguros y sin miedo de una vez por todas. Por supuesto, accedí a ir al supuesto lugar seguro del que hablaba la mujer, Dorothy. Mi prima Rachel se negó en un principio pero fui capaz de convencerla. Si nos tendían una trampa, contratacaríamos. Pero no había trampas, lo que Dorothy prometió era verdad. Nos transportó en su todoterreno hasta un lugar en el que nos esperaban con un helicóptero. Por el camino, Dorothy tuvo que esquivar a unos cuantos zombis que se interponían en nuestro camino, en medio de la carretera. Pero nada más, salimos totalmente ilesos. Jamás había montado en helicóptero o cualquier otra cosa que volara y pensaba que si algún día lo hacía, me entrarían ganas de vomitar y mareo pero, sin embargo, no fue así. Me encantó elevarme por los aires, disfruté de aquella hermosa sensación y lo más importante de todo, en el aire me sentía seguro, más que nunca. Allí no me podían alcanzar esos asquerosos seres a los que llamo zombis. Pero el viaje terminó. Y no quise que se acabara pero no le podía hacer nada. Llegamos a un monte lleno de nieve, en Nevada, no muy lejos de California. Hacía frío, mucho frío. No hacía otra cosa que tiritar e intentar entrar en calor como sea. Todos estábamos igual. El lugar estaba desierto, solo se oía la brisa del helado viento. Dorothy nos condujo al fuerte. Nos dijo que lo llamaban "La Llama", porque, como el fuego, nada puede acabar con él y porque les parecían un nombre adecuado y bonito. "Salvo el agua, claro", pensé, pero me callé más que nada porque no podía hablar a causa del frío que tenía. La Llama es un edificio alto, metálico, imponente. Pero eso es solo la entrada. Lo demás está bajo las montañas nevadas. - Vamos- Dorothy nos indicó que la siguiéramos y llegamos a la enorme entrada metálica. Dorothy dió unos toques a la puerta y entonces oímos el ruido de las puertas al abrirse. Entramos y me sorprendió como dentro hacía calor, un calor que daba gusto comparado con el frío que hacía fuera. Me extrañó que en este sitio hiciera calor cuando estamos debajo de tierra, de tierra fría, y debajo de tierra siempre hace más frío, pero entonces me dí cuenta, al mirar alrededor, de los aparatos de ventilación que cuelgan en lo más alto de las paredes. Me empezaron a quemar las manos, de pasar tan rápidamente del frío al calor. Dorothy nos contó que usaban energía geotérmica y que gracias a ella disponían de calefacción, agua caliente y electricidad, aunque no demasiada, por lo que no nos dejaron cargar nuestros difuntos móviles. Además, no disponían de cargadores. - Bueno, ahora os dejo con Charlie- dijo Dorothy presentándonos a un tipo alto-. Él os enseñara todo y os asignará vuestras habitaciones. Dorothy se despidió de nosotros con una sonrisa amistosa y se marchó a paso rápido. - Buenas. Yo soy Charlie. Para empezar, debéis saber que aquí hay dos normas: primero, no nos matamos entre nosotros, no podemos pelearnos, hay que mantener un orden, los verdaderos monstruos son los zetas, no nosotros; y segundo, no podéis entrar en las estancias prohibidas ni salir fuera sin consentimiento, ¿entendido? Todos asentimos, callados, incluso un poco temeroso por el tono tan imponente de Charlie. - Veo que lo habéis entendido. Ahora seguidme, hay mucho por ver- nos dijo Charlie esta vez con un tono amistoso y una sonrisa en la cara. Lo seguimos. Mi prima caminaba a mi lado. Ya no parecía triste, no parecía nada, no puedo descifrar lo que piensa, se ha vuelto una total desconocida para mí, parece como si no tuviera sentimientos. - Por fin vamos a estar seguros, aquí no habrá ninguna muerte más- susurré, pero como no me contestaba, seguí hablando, aunque ni me estuviera escuchando-. Y no pasaremos frío, ni hambre, es lo más parecido a estar en casa. - No es ninguna casa, mi casa está con Nash- susurró Rachel en un tono frío y cortante. - ¿Quieres morir? ¿Eso quieres? ¡Si quieres estar con Nash vas a tener que morirte!- le dije un poco más alto. - Piérdete- me susurró mirándome mal de reojo y empezó a andar más rápido hasta estar al nivel de su hermana Roxanne. Suspiré y esperé a Maya y Larry que iban detrás mía. Juntos caminamos siguiendo a Charlie. - Este es el comedor- Charlie nos presentó una gran sala con grandes mesas de acero y sillas a los lados-. Os daremos a cada uno un reloj de pulsera. La hora de comer es a las tres de la tarde pero de todas formas sonará una alarma para recordároslo. Si se os pasa, a partir de las cuatro no podréis comer. Y ahora sigamos adelante. Seguimos a Charlie por la multitud de pasillos hasta que nos paramos frente a una puerta más grande que las demás. - Este es el Ala 5, aquí están vuestra habitación y los cuartos de baños, de hombres y de mujeres, y los vestidores que están junto a los baños- Charlie abrió la puerta dejando ver un pasillo enorme con muchas puertas más pequeñas. - Y aquí- nos dijo cuando llegamos a una puerta con el número 555- está vuestra habitación. Charlie abrió la puerta y vimos la pequeña habitación con tres literas, una en cada lado de la pared. No había nada más que esas literas. - Aquí dormiréis los cinco, ya ustedes os distribuís como queráis. Hay un toque de queda a las doce de la noche. Todos deberéis estar en vuestra ala a esa hora como muy tarde, excepto personas autorizadas que trabajen de noche, y no deberéis hacer ruido ni salir del ala hasta el día siguiente- nos dijo Charlie y asentimos. Luego nos enseñó los baños, que constaban de aseos y de duchas, y los vestidores, una sala al lado del baño con muchas taquillas para guardar nuestra ropa y posesiones. Salimos del Ala 5 y perseguimos a Charlie hasta un enorme pabellón donde practicaban deporte. También había un pequeño pabellón, solo permitido a ciertas personas, donde enseñaban a luchar contra los zombis, a manejar armas, aunque yo ya sabía de eso y de todas formas, no quería volver a entrenarme, no quería volver a salir fuera hasta que hubieran acabado con el apocalipsis zombi, si es que eso fuera posible alguna vez. De momento, estaba feliz con la idea de hacer deporte. Nunca me ha gustado pero agradezco poder tener una distracción, hacer algo que no sea matar zombis o huir de ellos. Pero la felicidad me duró hasta que Charlie nos mostró un ala del fuerte destinado a enseñar, algo parecido a un colegio o instituto. Y no me apetecía volver a estudiar, más que nada porque no creo que sirva de nada en el mundo actual. Pero, por suerte, la enseñanza no era obligatoria. La única que accedió a seguir estudiando fue Roxanne y Maya no estaba segura, dijo que se lo tenía que pensar. - Y esto es todo. Podéis andar libres por La Llama, pero sin pisar las salas donde pone "Prohibido el paso" y sin invadir las habitaciones de los demás, tenéis que respetar la intimidad de todos. Eso y no pelearos con nadie. Si no cumplis las normas os expulsarán y creedme, os arrepentiréis de ello, no hay sitio más seguro y cómodo que este hoy en día- nos recordó Charlie-. Hay más sitios de ocio, lugares lo más parecido a parques, aunque eso ya lo descubriréis ustedes mismos- dijo Charlie aunque pareció recordar algo y siguió hablando-. ¡Ah, casi se me olvida! Mañana se os convocará para elegiros un trabajo. Todos tenéis que aportar algo a esta comunidad. Dependiendo de vuestras facultades se os evaluará y os colocarán en un puesto de trabajo, os guste o no- terminó Charlie y luego nos acompañó a nuestra ala, el Ala 5, y nos dió a cada uno un reloj de pulsera y un diario con un bolígrafo. Yo me quedé extrañado al ver el diario. Y, al parecer, los demás también. - ¿Un diario?- preguntó Maya frunciendo el ceño. - ¿Para qué?- preguntó Roxanne. - Para apuntar vuestras memorias. A muchos les relajan. Es un regalo de bienvenida. Podéis usarlo o no. Corren tiempos oscuros y, aunque aquí estemos seguros, nunca se sabe lo que puede pasar. El diario será destinado a la comunidad para recordar vuestras experiencias, en el caso de que os pase algo. Pero, aunque no escribáis siquiera, no perderlos y guardarlos en la taquilla que se os ha asignado a cada uno. Eso es lo único que os exijimos. Charlie se despidió de nosotros y nos fuimos a nuestra habitación. Era de noche y apenas habíamos visto a nadie, estarían todos durmiendo. Recordé que Charlie había dicho algo de un toque de queda. Rachel y Roxanne escogieron una litera, Rachel en la cama de abajo y Roxanne en la de arriba. Yo elegí una litera con Maya, ella arriba y yo abajo. Y Larry se acostó solo en la cama de arriba de la litera sobrante. En la habitación no había ninguna ventana, me sentía aprisionado, agobiado. De repente, sentí una necesidad tremenda de usar un ventolín, empecé a respirar agitadamente. Maya se dio cuenta y me miró desde la cama de arriba. - Jack, cálmate- me susurró, bajito para no despertar a los demás que ya dormían, o eso parecía. Asentí y me recosté en mi cama. Recordé que Charlie nos dijo que escribir en el diario nos calmaba, así que me puse a escribir en el puto diario. mi zombi-diario: Por fin estamos en un lugar seguro, ya no tenemos nada que temer. Confío en este lugar y en las personas que hay en él. Creo que por fin he encontrado un hogar y espero que todos los que han venido conmigo cumplan las normas, no quiero tener que irme de aquí por culpa de ellos. Ni siquiera sé porque sigo escribiendo en este estúpido diario, no quiero que nadie lea mis memorias y escribir no me relaja, así que lo dejo aquí. Dejo el diario e intento dormir, pero apenas puedo sabiendo que mañana me asignarán un puesto de trabajo. Estoy nervioso e inquieto y este lugar, aunque parece muy seguro y perfecto e intente confiar en él, no me acaba de gustar, tengo un mal, muy mal presentimiento.   

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