La corriente la estaba llevando, la lluvia que caía torrencialmente sobre ella no hacia otra cosa que empeorar la situación. El agua la llevaba con fuerza, ella intentando evitar las rocas que estaban en el rio y con el agua llenando completamente sus pulmones poco a poco.
Pero a pesar de eso, seguía luchando para poder pedir ayuda.
Aunque nada alcanzaba.
No sabía nadar, el agua la aterraba, el pánico se estaba apoderando de ella lentamente sin ningún tipo de permiso y las lágrimas caían por su rostro.
Su garganta poco a poco se estaba cerrando más y más.
Gawain por su parte, corría todo lo que sus piernas podían para poder seguirla, y observaba hacia sus alteradores con la intención de encontrar alguna forma en la que pudiera rescatarla finalmente de esa pesadilla que estaba viviendo.
Aunque su mente pensaba en una forma de rescatar a la princesa, su pecho se oprimía cada vez un poco más al ver que Bevery no se podía sostener de ningún lado, y de ver como trataba de evitar que el agua no entrara a su boca.
Bevery se estaba ahogando, no sabía cuánto tiempo más su cuerpo iba a resistirlo, no sabía cuánto tiempo le quedaba antes de rendirse y perder la conciencia.
Tuvo mucho miedo, este se apodero de cada pequeña parte de su cuerpo.
Estaba casi paralizada, con el miedo de morir y dejar tantas cosas pendientes en la vida.
Porque si, incluso en ese momento, ser una princesa no era fácil y morir significaba dejar al reino sin princesa y mucho menos sin futura reina.
Sabía que no se podía permitir eso, sabía que su destino era ser coronada luego de recuperar su reino, por lo que sacaba energías desde donde no había e intentaba nuevamente salir a la superficie y buscar con la mirada a Gawain o a alguna otra forma de salvarse de ese apuro.
La tormenta era la testigo de toda su desgracia, el cielo nublado a penas les dejaba ver con claridad por donde era que la rubia estaba.
Bevery tenía todos sus brazos y piernas sangrando, producto de los golpes que se había dado al caer y al chocar con las piedras.
Todo su cuerpo dolía de intentar mantenerse a flote, cuando ella ni siquiera sabía nadar.
Era una completa pesadilla.
- ¡Bevery! ¡Very! ¡Aquí! -escucho los gritos de Gawain, quien estaba en la orilla del rio, con todos sus cabellos pegados a su frente a causa de la lluvia.
Bevery finalmente pudo ponerse contra una enorme roca, que estaba frenando la corriente, pero aún estaba demasiado lejos de la orilla como para poder nadar hasta ahí.
Los truenos seguían sonando lejos de ellos, el pánico los inundaba.
Si no la sacaban rápido de ahí, quien sabe cómo podría terminar esa historia. Gawain tenía que hacer lo imposible para finalmente tenerla entre sus manos.
-No puedo moverme. - grito, para luego toser toda el agua que había tragado.
Bevery se aferraba a la roca con mucha fuerza, como si esa fuera la única cosa que podía asegurarle que saldría con vida de esta.
Todo su cuerpo estaba temblando, sentía que se desmayaría en cualquier momento.
Gawain se arrodillo en la orilla, viéndola fijamente y tratando de calmar su respiración.
No serviría de nada mostrarle a la princesa su desesperación, no.
Tenía que mostrarse fuerte, como si la situación estuviera bajo control. Transmitirle seguridad a la princesa para que ella pudiera moverse sin miedo.
Pero él también moría de ganas por llorar.
-Quédate ahí, entrare a buscarte. - fue lo que pudo exclamar.
Bevery rápidamente negó con la cabeza, casi titiritando por los nervios y el frio.
-No, te llevara la corriente también. No entres. - ordeno.
Pero Gawain tenía otras ideas, no había otra forma de que pudiera poner a su princesa nuevamente a salvo.
Él solo quería rescatarla y que nunca nada más volviera a pasarle.
La corriente seguía fluyendo, si seguía dejando a Bevery ahí, en algún momento seria arrastrada.
No era una buena combinación una corriente fuerte y una princesa que no sabía nadar y que le temía al agua.
-No quiero desobedecer tus ordenes, princesa. - ladeo la cabeza. - pero no tengo otra opción, quédate ahí.
Bevery continúo llorando, ahora mucho más fuerte de solo saber que estaba a punto de poner en peligro a su guardia.
Un guardia que acababa de besar, pero eso no era algo que podía pensar ahora.
No quería que nada malo le pasara a Gawain, por su culpa ahora él tendría que arriesgarse y ponerse en peligro.
Estaba odiando cada parte de su ser, odiaba ser tan estúpida como para caerse a ese lugar y que Gawain fuera la única persona que estaba intentando sacarla.
-Por favor, no entres…- casi suplico.
Gawain vio el miedo en los ojos llenos de lágrimas de Bevery.
Eso fue lo que lo hizo saltar al rio y con mucha fuerza, nadar hasta ella.
La corriente intentaba llevárselo, pero sus músculos eran suficientes como para poder aguantarlo.
Al llegar a la roca, paso las manos por la cintura de la chica, quien rápidamente se trepo a él como un pequeño koala.
Su cuerpo estaba helado, y temblaba como mil demonios.
Gawain volvió a respirar profundo y la sostuvo contra él.
-Tengo miedo, mucho miedo…- susurro Bevery en su oído, con su voz casi quebrada.
-Ven, vamos a descansar ¿sí? No te sueltes de mi bajo ningún punto de vista. - ahora era él el que ordenaba y gracias a todos los cielos, Bevery no parecía tener otros planes que no fueran pegarse a él.
Con mucha más fuerza utilizada, logro cruzar el rio y ponerla a salvo, cuando el cuerpo de la chica toco el suelo, fue cuando finalmente pudo suspirar.
Bevery se veía muy pálida, aun temblaba y sus ojos no tenían ni una pizca de alegría, aunque acababa de ser salvada.
- ¿Bevery? ¿Bevery? ¿Princesa? ¿Very? - la rubia escuchaba a lo lejos la voz de Gawain diciendo su nombre, pero era demasiado tarde ya.
Había perdido completamente el conocimiento.
(...)
Bevery sintió sus parpados pesados, los presiono y luego intento abrirlos.
La luz de aquella habitación la cegó por unos instantes, no sabía dónde estaba.
Las sabanas de la cama la cubrían, eran demasiado pesadas, pero la mantenían caliente.
La luz entraba desde aquella pequeña ventana, la habitación era demasiado chico por lo que ese tamaño bastaba para alumbrar completamente el lugar.
Además de la cama donde estaba sentada, se encontraba un pequeño escritorio, una mesa de luz que tenía encima un florero y un ropero pegado a la pared.
Definitivamente no conocía ese lugar.
La puerta se abrió y Bevery se sorprendió al ver a la señora del restaurante entrar con una bandeja.
-Buenos días, Very. - sonrió, dejando la bandeja en la mesa de luz y sentándose en una pequeña silla.
La princesa se incorporó en la cama, recordando que la razón por la cual la mujer la estaba tratando con tanta normalidad era porque no sabía que ella era de la realeza.
-Buenos días. - susurro. - ¿Que hago aquí? - llevo una mano a su cabeza, que dolía horrores. - ¿Acaso usted me dijo Very? - ladeo la cabeza.
La dama le paso lo que parecía un jugo de naranja, mientras que con un pañuelo húmedo acariciaba la frente de la princesa, sacando cualquier resto de transpiración.
-El joven que la trajo hasta aquí dijo que ese era su nombre. - explico. - Ayer te caíste al agua y él te rescato, pero al parecer tu cuerpo no soporto mucho y colapso. - dijo. - Ahora, toma esto. Te recuperaras rápido. -
Bevery asintió, sintiendo el miedo nuevamente ingresar a su cuerpo de una manera rápida, podía imaginarse perfectamente el agua llenando sus pulmones, la desesperación de no poder llegar a la superficie y el terror que sintió al momento que Gawain entro para sacarla, poniéndose en peligro.
Las lágrimas se volvieron a acumular en sus ojos.
-Gracias por permitirme quedar aquí. - le dijo, con su mirada perdida en el vaso con el jugo exprimido.
-Es lo menos que puedo hacer, preciosa. - sonrió. - Hace años queremos poner algún tipo de seguridad alrededor de ese peligroso rio, perdí la cuenta de cuanta gente se cayó. Tuviste suerte que él pudo rescatarte.
Bevery asintió, así que el pueblo tenía otro problema para solucionar.
-Seguro alguien puede solucionarse, hay muy buenos reyes en Tiamat.
La mujer rio.
-Que niña inocente…- se burló. - Aquí si queremos cosas, tenemos que hacerlo por nosotros mismos. No contamos con la ayuda de la realeza. - acaricio la mano de la joven. - lo que me recuerda que ahora te pareces mucho más a la princesa.
Bevery se puso en estado de alerta y esquivo la mirada de la señora.
Ayer la habían visto con la capa y en la oscuridad del lugar, ahora con los rayos de luz alumbrando su rostro, era todo más claro.
La chica rio nerviosa.
-Nunca me lo habían dicho…- mintió.
-Enserio, te pareces mucho a ella. - continuo. - Nunca había visto a alguien que poseyera tanta belleza como ella.
Dos golpes en la puerta interrumpieron su conversación y antes de que se pudieran dar cuenta Gawain estaba con ellos.
Bevery inmediatamente aparto la mirada de aquellos verdes ojos, con las mejillas ruborizadas al recordar que habían compartido un beso intenso bajo la lluvia y que esa fue la causa de que ella terminara accidentada.
-Los dejare solos…- dijo la mujer para abandonar el lugar, sin que Bevery tuviera tiempo para rogarle que no lo hiciera.
Gawain se sentó en el lugar ahora disponible, y Bevery se dio vuelta en la cama, dándole la espalda.
No iba a permitir por nada en el mundo que él la viera ruborizada.
- ¿Cómo te sientes? - pregunto de igual forma Gawain.
-Bien. - respondió secamente.
-Cuando te traje aquí no dejabas de temblar, tu piel se había puesto demasiado blanca. - dijo. - Wave te dio un té que ayudo a que retomaras color y la señora te cuido para que no levantaras fiebre. - suspiro. - Me alegra el saber que te encuentras bien.
Bevery no contesto, demasiado avergonzada como para hacer algún tipo de comentario.
Suponía que después tendría que agradecerle a Wave por la bebida sanadora.
-Veo que no tienes ganas de hablar conmigo. - suspiro luego de unos segundos de silencio.
Bevery escucho como se levantó de su asiento y mordió su lengua para no darse vuelta.
Cuando la puerta fue abierta junto fuerzas para hablar.
-Gawain.
- ¿Si?
La princesa tomo una bocada de aire y se tapó con las sabanas hasta la cabeza.
-Gracias por salvarme. - dijo y se escuchó un incómodo silencio.
-Es mi trabajo. - fue lo último que dijo Gawain antes de finalmente volver a dejarla sola.
(...)