La terrible derrota que había sufrido no podía salir de la mente de Bevery, quien no recordaba cuando había sido la última vez que había perdido algo.
Y no contaban los entrenamientos con Gawain, porque simplemente él no contaba como un contrincante.
El dejo de burla en la expresión de Agnes todavía aparecía en los recuerdos de Bevery cuando cerraba los ojos.
Caminaba de lado a lado en su enorme habitación, hacia horas que había echado a todas las damas de compañía para por fin disfrutar de un rato a solas, con más de una botella de vino sobre su mesa de luz, que era su única compañía en esa estrellada noche.
Sostuvo la copa mientras que salía al balcón y veía el cielo.
¿Por qué tenía que ser tan débil? ¿Por qué demonios no había entrenado desde pequeña? Era una inútil, no iba a poder recuperar nada a este paso.
Y el matrimonio estaba cada vez más cerca, cada vez faltaba menos para que el anillo estuviera en su mano y que el príncipe Dietrich sea declarado como su esposo y las tierras de Tiamat estén bajo su mano nuevamente.
Le quedaba muy poco tiempo para mejorar y terminar de capacitarse.
Bajo su mirada hasta el océano, que apenas se podía ver desde donde estaba.
¿Que se sentirá ser parte de la vida marina? ¿Era ella quizás una sirena?
Se rio culpa del alcohol en su sangre.
Era cierto, de noche nadie la seguiría, podía probar su teoría e ir a ver si era realmente una sirena.
Si ella lo fuera, no tendría que estresarse por entrenamientos o asuntos de matrimonio.
Tomo la botella de vino y la termino de vaciar directamente en su boca, casi tropezando al intentar salir de su habitación, donde engaño a dos de los guardias diciéndoles que iba por un vaso de agua a la cocina.
Así fue como en la oscuridad de la noche, subió a su caballo y se dirigió al muelle, con el viento frio nocturno golpeando en su cara, recordándole lo borracha que estaba.
-Escúchame caballito, quédate aquí ¿sí? Pronto alguien vendrá a buscarte, yo debo ir a mi nuevo hogar. - mostro el agua, donde la enorme luna se reflejaba. - ¡Mira incluso tienen una luna ahí abajo! - se rio. - Fue un placer, pequeño. - abrazo al animal y luego se metió a la orilla del océano, dejando sus zapatos a un lado.
Cuando apenas toco con su dedo del pie el agua, el caballo salió corriendo, perdiéndose entre la oscuridad de la noche.
- ¡si! ¡Se libre pequeño! - lo animo, mientras que sentía lo mojado entre sus pies.
El agua estaba helada, erizo cada parte de su cuerpo con esa sensación refrescante.
Ella aun tenia uno de sus vestidos de gala puesto, era un vestido de color naranja que le habían dado para la cena, pero que no se había tomado el tiempo de sacar.
- ¿Que más da? Necesito parecer una princesa también allí abajo. - se rio de sus propias palabras y comenzó a caminar, adentrándose en los peligros que la esperaban paciente en las profundas aguas cristalinas.
Cada vez sentía el cuerpo más mojado, el agua le llevaba hasta el cuello y soltó otra pequeña risita.
-Esto es divertido. - soltó para sí misma.
De pronto sus pies ya no tocaban la superficie, y el agua comenzó a entrar por su boca y nariz.
El pánico entro en su cuerpo de repente, intentando moverse para poder llegar a tomar aire nuevamente, pero le era imposible, no se podía mover correctamente.
El aire comenzaba a faltarle y cada vez más y más agua entraba en sus pulmones.
Supo en ese momento que su destino en realidad no era ser una sirena, y que ningún hombre tritón llegaría a salvarla.
En su lugar, cuando sus ojos comenzaban a cerrarse y su conciencia a perderse, sintió un fuerte golpe a su lado, y cuando se quiso dar cuenta, unos fuertes brazos la rodearon y la llevaron hasta la superficie nuevamente.
Abrió su boca rápidamente, expulsando toda el agua que había ingerido sin querer.
Cuando pudo fijarse bien en la persona que estaba frente a ella, no se trataba de ningún tritón.
Aquellos ojos verdes la miraban con preocupación, todavía sosteniéndola entre sus brazos, tenía puesta su ropa de guardia y su cabello caía pegado sobre su rostro, todo empapado.
Ella sonrió inocentemente, aun con su sistema inundado en alcohol.
Sabía que en cualquier momento el chico comenzaría a gritarle por la estupidez que había hecho, pero primero ella tenía que parar de toser y escupir agua.
- ¿Mejor? - cuestiono una vez que su respiración había vuelto a ser normal.
-Hola Gawain. - estiro sus palabras, completamente borracha.
El chico negó con su cabeza y comenzó a nadar hasta la orilla, donde dejo a la princesa sobre la arena.
- ¿Cómo me encontraste? ¿Tienes poderes? - cuestiono divertida, despegando un poco el vestido que se había pegado a su cuerpo.
-Tu caballo llego al palacio inquieto, él me trajo hasta aquí. - señalo.
Bevery se dio vuelta y lo vio en el puerto, descansando.
- ¡Sabía que era un buen caballo! - rio, acostándose sin importarle toda la arena que se metería en su cabello.
Miro a las estrellas y suspiro, el cielo se veía hermoso hoy.
Había tenido otra desilusión, al parecer no era una sirena y su destino era ser una princesa que no sabía cómo pelear además de que su vida estaba a punto de cambiar totalmente en cuanto se case con el Príncipe de Tiamat.
¿Cuantas desgracias tenía que pasar para que pueda finalmente ser feliz?
- ¿Qué demonios se te ocurrió para lanzarte al océano, así como así? - pregunto Gawain, finalmente cayendo en lo que la princesa acababa de hacer.
En cuanto el caballo lo dejo en el puerto, y pudo ver a Bevery entrando al agua, no pudo pensar en otra cosa que no sea proteger a su princesa, por lo que no dudo ni dos segundos en tirarse desde la altura solamente para poder rescatarla como se debía.
Su rostro estaba pálido, y sus labios habían perdido el color a causa del brillo. Se veía fatal cuando la encontró y solamente pudo pedir a todos los cielos que no hubiese sido muy tarde para ella.
Afortunadamente, ella misma comenzó a escupir el agua y sus ojos se encontraron en ese momento.
Mentiría si dijera que no tuvo ganas de abrazarla y de gritarle al mismo tiempo, lo que había hecho casi los deja sin futura reina y todo porque Very estaba jodidamente borracha.
¿En qué momento se había llevado tantas botellas a la habitación? ¿Cómo nadie se había dado cuenta que ella se había escapado?
¿Cómo pudo él no darse cuenta de eso?
Suspiro.
Había fallado en su deber de protegerla y no sabía si se lo podría haber perdonado si algo mas grave le pasaba a la princesa.
-No sé, parecía divertido. - dijo.
- ¿Divertido? ¡¡¡Pudiste morir, Bevery!!!- exclamo.
Bevery puso mala cara, rodeando sus ojos.
-No me grites así, soy una princesa. - se cruzó de brazos, sintiendo el frio en todo su cuerpo.
- ¿Una princesa que se emborracha y se tira al agua sin saber nadar? Creo que mereces que te diga un par de cosas. - cambio su postura para poder regañarla un poco más, pero la chica temblaba de frio.
Volvió a bufar y la tomo entre sus brazos, se le había hecho costumbre tener que llevarla a todos lados como si fuera un saco de papas.
Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que la había alzado.
-Bien, primero vamos a ponerte algo de ropa seca. ¿Sí? - cuestiono, pero la princesa ya se había acomodado en su pecho para finalmente quedarse dormida.
(...)
Con mucha fuerza y cuidado, Gawain había podido subir a la princesa al caballo y ambos llegaron sanos y salvos al castillo, donde llevo a la princesa hasta su cama y mientras que una de las damas le ponía ropa seca y varias bolsas térmicas que la ayudaron a subir su temperatura, el muchacho fue en busca de un té caliente que pudiera terminar de volverla a la realidad.
Solo esperaba que, con el agua y la pequeña siesta, el alcohol se haya evaporado de ella, realmente debían hablar.
Entro a la habitación luego de dar dos golpes y la princesa se encontraba despierta, en cuanto vio entrar a Gawain, le pidió a la doncella que los dejara solos.
Bevery llevo una mano a su cabeza, dolía horrores y culpaba al alcohol por eso.
-Por favor, dime que no hice nada estúpido. - le dijo al muchacho una vez que había llegado a su lado en la cama.
- ¿Debo mentirte como tu sirviente o decirte la verdad como un ciudadano que vio a la princesa tirándose al océano como si fuera una experta nadadora? - cuestiono, dejando el té en las manos de la rubia, quien hizo puchero y bufo.
Se llevó la bebida a la boca y soltó aire cuando sintió el calor llegar a cada parte de su cuerpo.
Estaba congelándose a pesar de estar bajo todas esas sabanas y con las bolsas de calor que le habían dado, pero el té estaba haciendo que mejorara.
- ¿Tú me sacaste? - cuestiono, el chico asintió. - Gracias, supongo. - se encogió de hombros.
-Es mi trabajo. - contesto, jugando con sus manos. - Lamento que no te haya visto salir de aquí, pude haberte ahorrado toda esta hipotermia. - señalo.
Bevery rio débilmente.
-De todas formas, me habría escapado, quería nadar en el océano desde que lo vi por primera vez. - suspiro. - Al parecer no tuve una primera buena experiencia.
Gawain pensó un rato largo y luego frunció el ceño.
- ¿Por qué quieres nadar? Hay muchas cosas en las que puedes destacarte ahí en tierra firme. - señalo.
Bevery lo observo fijamente.
-Quería probar si, aunque sea podía hacer eso bien, porque últimamente nada sale como yo quiero. - confeso. - Estoy empezando a creer que en realidad tienes razón, y que no debería ser una reina.
-Wow, wow, wow. ¿Tienes fiebre o algo? - pregunto divertido, poniendo su mano sobre la frente de la chica. - Parece que sí, estas delirando. ¿Acaso me estás dando la razón de algo? - arqueo una ceja.
-Deja de bromear, estoy hablando en serio. - se quejó la princesa.
Gawain dejo su tranquila sonrisa en su rostro y acaricio las mejillas de Bevery con su pulgar.
- ¿Escuchas lo que dices? ¿Tú? ¿Pensando en no ser reina? Por favor, cuéntame otro chiste. - se rio.
-Pero ya me viste en los entrenamientos, no puedo hacer nada bien e incluso te hice meterte en el agua helada solo para salvarme. - conto. - ¿Acaso no has notado lo pálido que estas? ¿O el frio congelo tu cerebro? - cuestiono, dándole el té para que él se lo tomara, lo cierto es que Gawain no se había dado cuenta del frio que tenía hasta ese momento.
-Pues yo creo que tu mejoras día a día en los entrenamientos, incluso lograste dejarme sangrando. - señalo su hombro. - Por supuesto que lo lograras, porque eres Bevery, Princesa de Amaru. Y una princesa nunca se rinde ¿No? - pregunto, ladeando su cabeza y regalándole una hermosa sonrisa.
Bevery lo escucho atentamente y soltó un suspiro.
Tenía razón, no podía dejar que esa pequeña derrota se llevara toda su confianza, ella había sido la mejor en todo durante mucho tiempo, quizás debía entrenar el doble y en algún momento se volvería una leyenda.
Nadie podía detenerla.
Absolutamente nadie.
El orgullo del reino estaba entre sus manos, era su responsabilidad sacar a Amaru adelante.
Y lo haría con toda la ayuda necesaria.
- ¿Esa es la sonrisa que enamora a todas las doncellas? - cuestiono, burlándose del chico.
-No lo sé, ¿funciona contigo?
-Ya quisieras…- estiro, tendiéndole al chico una de sus bolsas de calor.
Y Bevery estaba profundamente agradecida con Gawain por haberla salvado de aquel profundo lago.
Esa noche, Bevery descubrió que no era una sirena…
(...)