No tenía nada bueno de qué hablar, aún no le daba luz verde para la colaboración con Doinel y tampoco creo que se la dé algún día. Estaba por negarme ante su petición, pero mi padre se apresuró a hablar, causando mi indignación. — Los dejaré solos, Sarah, no tardes, aún hay mucho qué hacer. —me dio un apretón en la mano antes de irse a la mesa sin esperar que dijera una sola palabra, porque sabía que me iba a negar. Sé muy bien porqué lo hacía, a pesar de que no le agradaba ni un poco Alexander, nunca estuvo de acuerdo con que le ocultara la existencia de Tristán, tenía la esperanza de que se lo contara algún día y está aprovechando esta oportunidad para que se lo haga saber. — Sea breve Sr. Lancaster. —dij

