Wilder New York, Estados Unidos. Tomé un sorbo de mi whisky mientras la rubia me bailaba de manera sensual, había pagado el privado y estaba decidido a divertirme. Mi padre no dejó de estar llamando y llamando, mensajes que le contestara, pero era algo que me daba pereza. Me había enterado que William ya estaba en la ciudad y entonces, ¿Qué era lo que quería de mí? ¿Usarme para descargar sus frustraciones? No, no. No he regresado a New York para eso y el trato, decliné. No ocuparía el lugar de William. — ¿Quieres algo más que un baile privado? —iba a responder pero mi celular comenzó a vibrar de nuevo y cuando vi la pantalla quien era, negué. Le hice señas de que no hablara, deslicé el botón y contesté. —Ya se me hacía extraño de que no me llamaras. — ¿Dónde estás? Necesitamos hablar

