Conversación En El Jardín
- ¿Pueden darme un poco de espacio por favor, nana? - pidió Amélie a Martha y a Ethan quienes se inclinaron respetuosamente retrocediendo cinco pasos.
La joven caminó hacia la banca en el jardín a unos metros y se sentó. Había visitado a Rose durante la tarde de ayer cuando fue trasladada desde el ala del príncipe heredero. Cuidó a Zoe hasta que se durmió y por la noche Connor la revisó de cabeza a pies en caso de tener alguna herida mientras la cubría de besos y le hacía el amor con una delicadeza que le sorprendió ya que siempre era muy intenso cuando las sensaciones y el placer lo abrumaban.
Su conducta la confundía... Parecía realmente preocupado por ella y no sólo por el bebé. El bebé... No podía refutar la teoría de Connor porque su sangramiento no bajaba... Habló con el médico real con respecto a posibles causas de que no llegara usando a Zoe como excusa y el galeno le había explicado que la mala alimentación, desnutrición o estrés intenso podían alterar los ciclos al punto de cortar el sangrado, pero que podía recuperarse cambiando esos factores. Ella llevaba dos años sin tenerlo, primero por bajar de peso peligrosamente cuando vivieron en las calles y luego el estrés de estar vigilando sus espaldas.
La joven movió la cabeza inquieta y se masajeó las sienes. En su caso, ese antecedente era más importante que Connor haya eyaculado dentro de ella ese día en la chocolatería ¿Cómo convencer a Connor de que no llevaba a su bebé dentro de ella? Cada vez que trataba de sacar el tema, su esposo se enfadaba y parecía dolido ¿Acaso se había encariñado de ese niño? ¿No sólo por haberlo engendrado si no porque de verdad le interesaba? Ahhhh, estaba tan confundida.
Desde la noche en que Connor y ella habían unido sus cuerpos estaba más temerosa de no poder marcharse cuando terminara el trato. Por lo menos, sabía que la orden del rey haría todo más fácil para darle el empujón que tenía miedo de dar.
Ya había pasado dos semanas de su llegada a Inglaterra y para Connor ya tendría un mes y algo de embarazo... ¿Qué pasará cuando su cuerpo no cambie? ¿Qué pasará con él cuando su familia y la corte vean que el embarazo que informa a diestra y siniestra no existe? Todos los esfuerzos por cambiar su reputación se irán a tierra por su culpa y eso la angustió aún más.
Amélie sabía que no era su culpa el no haber sangrado y el no estar embarazada. Estaba consciente de que sus circunstancias en ese momento eran extremas y todo lo que podía pensar era en salvar y proteger a Zoe, pero la expresión cariñosa de Connor era tan especial para ella que no quería perderla y tampoco que sufriera más daño por los comentarios de los nobles ¿Qué hacer? Su cuerpo no estaba recuperado y el tiempo pasaba.
Amélie rodeó su vientre con las manos temblando con lágrimas en los ojos y sus acompañantes lo notaron. Ambos se miraron preocupados. La joven mantenía una actitud positiva y calmada en todo momento, pero el cambio fue tan sombrío que los descolocó.
Martha dio dos pasos hacia adelante cuando una mano la detuvo y, al girarse, vio a Joseph quien le hizo un gesto de silencio. Varios sirvientes estaban a su espalda, pero se retiraron en cuanto les hizo una seña.
- ¿Te sientes mal? - le preguntó, acercándose a ella y la joven se sorprendió cuando alzó la vista y se encontró con el rey.
- Majestad... - dijo levantándose, pero Joseph le sujetó el hombro para que volviera a sentarse y la siguió, sentándose a su lado en tanto le entregaba un pañuelo.
- Seca esas lágrimas... - le dijo con una sonrisa - ¿Connor se ha portado mal?
- No, no, majestad... - dijo con rapidez en tanto se secaba las lágrimas - Connor nos cuida mucho... No sé qué me pasa...
- El bebé juega con tus emociones... - le dijo observando el jardín que se extendía frente a ellos - Estás asustada... Todo es nuevo para ustedes...
- ¿Asustada? Estoy en el palacio Inglés... ¿Debería preocuparme? - dijo con sarcasmo y Joseph se rio.
- Ya sufriste dos ataques por esas nobles...
- Connor se ha disculpado suficiente, majestad. - dijo con una sonrisa - Es normal al ser extranjera.
- Eres una mujer fuerte y voluntariosa. Prácticamente has criado a tu hermana... Eso es importante...
- Cuando la carta llegó, avisando que iban a escapar y que debía ayudar a mis hermanos, fue lo único en lo que pude pensar... - le dijo con voz extraña ya que sólo él sabía de quienes hablaba. Cuando los guardias llegaron a esa casa y los arrestaron mi corazón se hundió. Ni siquiera logré acercarme para ver como estaban. Pierre vio correr a Zoe en un descuido de los guardias en tanto los subían a la carreta y la cubrió con su cuerpo para que no la vieran... Fue la última vez que los tuve frente a mi... - suspiró - Nos escondimos en tabernas y burdeles, pero Pierre murió en una pelea de borrachos y nos quedamos solas...
- ¿Qué hicieron? - preguntó el hombre con atención.
- Vivimos en la calle y cuando pude conseguir algo de dinero, nos alojamos en una iglesia como huérfanas o en edificios abandonados... Luego trabajé como sirvienta y conocí a Connor...
Sonrió y su rostro se iluminó ante la mención de su esposo y el hombre se conmovió. Fue un gesto espontaneo y verdadero.
- Discutimos todo el tiempo, pero siempre fue amable y preocupado... Por eso quise ayudarlo con el marqués... Nunca pensé que todo se enredaría por lo del bebé...
- ¿No tenías sentimientos por él? - preguntó, sorprendido y Amélie tuvo que reaccionar con rapidez y lo que continuó diciendo era parte del papel. Casi había sido descuidada.
- Estuvimos juntos hace tres años... Luego perdimos la pista. Creí que me había olvidado... Cuando lo vi en la chocolatería creí que era un sueño, pero él se quedó a mi lado... Fue maravilloso... y el bebé llegó. Estaba asustada y traté de escapar de él, no estaba preparada, nos habíamos reencontrado hace días y no podía obligarlo a quedarse conmigo.
- ¿Por qué no le dijiste quién eres? - le preguntó - Sabe que eres un noble, pero no tu linaje... Eso te hubiese protegido...
- Connor se enamoró de Amélie y yo me enamoré de Connor. No del príncipe ¿Qué importa mi linaje si mi casa ya no existe? Sólo estaría expuesta a espías y traidores que apoyan al directorio. Aún hay descontento, frío y hambre, aunque hayan pasado años. Tengo a Zoe, ella es la prioridad por la que no puedo revelar quiénes somos. Si alguien sabe que ella esta viva, la matarán o la usarán como un muñeco de juego entre todos esos bastardos que sólo quieren poder. Quiero que viva feliz, que pueda dejar atrás los recuerdos de la prisión y vuelva a sonreír y dormir en una cama cómoda. Otros tomarán nuestros lugares en el tablero... hombres adultos, no ella. No es su destino seguir los pasos de nuestros padres, pero el que viviera es una señal para que lo haga con intensidad y sea feliz.
Joseph miró a Amélie y tembló ante su expresión. Sólo había visto esa mirada en quienes habían estado en batalla como el marqués de Abernathy o en Ethan.
- Me comprometo a ayudarte en la tarea mientras seas la esposa de mi hijo y te dejaré marchar cuando sea el momento. - le dijo serio.
- ¿Una alianza, majestad? - preguntó, sorprendida.
El rey la observó con una sonrisa.
Esa jovencita siempre tenía algo que decir.