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1834 Words
Juramento Real Connor caminaba de un lado a otro en el salón privado de sus apartamentos. Lanzaba maldiciones y mascullaba furioso. - ¡¿Cómo se atreve a ponerlas en reclusión?! ¡Eres mi esposa! ¡Debería llevarlas al ducado de inmediato, esto no es bueno para ustedes! - Todo está bien, Connor. - le dijo Amélie sentada en un sofá cercano junto a Zoe. Ethan, Martha y Bea permanecían de pie cerca de ellos - De verdad, es entendible... Trajiste una mujer de la nada y le dices que es tu esposa y que está embarazada. Por supuesto que iba a asustarse. Eres de la familia real. Lamento no poder dar mayores detalles a tu padre sobre nuestra identidad, pero sabes que nos están buscando. Si alguien de la corte es aliado al directorio francés sabe que estamos aquí, estaremos en peligro. De verdad lo siento, cuando Zoe esté lista yo misma les diré todo... Amélie miró a los presentes suplicante. - Por favor, se los suplico. Tendrán las respuestas que buscan pronto... Podemos irnos al campo hasta que todo el revuelo baje... No nos verán y tú podrás casarte de nuevo. - ¡Maldición, Mel! - gritó Connor haciendo que se sobresaltaran en el sofá y Ethan frunció el ceño. Reaccionaban ante ruidos o gritos con terror - Llevas a mi hijo, no voy a perderlos de vista. Es sangre real. Podemos protegerlas, tengo a Ethan y a Martha. Si nos separamos solo quedaran más desprotegidas. Yo también tengo enemigos. - Alteza. - intervino Martha cuando Mel comenzó a temblar - Esta discusión no lleva a nada y sólo afecta a la madre y al bebé. Sugiero hacer los arreglos para su permanencia en los apartamentos, de la ropa y alimentación nos ocuparemos nosotras. Sir Ethan puede traer a guardias de confianza para limitar el paso de extraños a las dependencias. Buscaré una tutora para Lady Zoe y todo lo que necesite para mantenerse estudiando. Eso la distraerá. - Enviaré por Rose, Lady Martha. - intervino Ethan. - Eso sería muy bueno, conozco a la dama... Amélie iba a decir algo cuando el llamado a la puerta los interrumpió. - Alteza, su majestad llama a la dama a su presencia... - dijo una voz masculina y todos se tensaron. - Iremos de inmediato... - comenzó a decir cada vez más ansioso. - Solo la dama, alteza... - le dijo y Connor caminó en varias zancadas para abrir la puerta donde un sirviente de su padre lo esperaba. - ¡¿Por qué solo mi esposa?! - gritó - Ya la han puesto en reclusión y ahora la llevan con guardias ¿Olvidan que está embarazada? Mel entornó los ojos, frustrada. Esa era la arenga de Connor y no dejaría de usarla por más que le dijera que no era cierto. Se levantó y arregló el vestido antes de caminar a la salida con el rostro altivo. - ¿A dónde vas? - le dijo Connor. - El prolongar esto solo me agota y a todos. Soy una noble de la casa real francesa y no bajaré la cabeza ante nadie. - dijo seria - Te dije que me haría cargo. Te lo prometí. - ¡Mel! - exclamó Zoe corriendo a abrazarla angustiada. Los recuerdos del arresto de su familia y la estancia en la prisión volvieron a atormentarla - ¡Te llevarán como a los demás! ¡No me dejes! ¡Voy contigo, por favor! ¡Si te llevan, te acompaño! ¡Me portaré bien! ¡No me quejaré y cantaré la marsellesa hasta que no pueda más! ¡Puedo dejar de comer! ¡Pueden golpearme de nuevo! ¡No lloraré! ¡Lo prometo! ¡Mel, no me dejes! ¡Tú eres la única que me queda! Los sollozos de Zoe conmovieron a los presentes. Desesperados y aterrados en una niña tan pequeña ante la perspectiva de perder a la única familia que le quedaba. Su hermana se inclinó para abrazarla con fuerza para luego mirar a Martha que entendió su solicitud silenciosa. - El rey necesita conversar conmigo, cariño. Voy con esas personas y regresaré pronto ¿Puedes quedarte con Lady Martha y Bea? Ellas te conseguirán algunos libros. Connor te leerá sobre constelaciones - miró al joven quien asintió en silencio apretando los puños. La actitud de su familia lo tenía furioso. Nunca esperó el trato que le estaban dando a Amélie. - Vamos Zoe, traeremos el libro y te enseñaré. - le dijo Connor al ver que seguía llorando y se giró para acariciar la mejilla de Amélie - Ethan te acompañará. - le dijo haciendo un gesto a su escolta quien asintió - Te esperaremos aquí. - Estaré bien... - le dijo con seguridad caminando hacia la salida - Cuida a Zoe... Con esas palabras salió del salón seguida de Ethan. Conversación Joseph observó como Amélie entraba al despacho seguida de Ethan con paso firme y altivo. Esa mujer lo desafiaba en todo momento. - Saludos a su majestad, el rey. - le dijo inclinándose. - Acércate. Ethan, puedes retirarte. - Lo siento, majestad. - dijo el escolta - Debo quedarme con la duquesa. Órdenes del príncipe Connor. - ¿Vas a desobedecer al rey? - preguntó, enojado. - En lo que respecta a la duquesa, me temo que si. Su esposo es mi señor. - Bien, haz lo que quieras. Esto solo me fastidia. La joven lo miró con tranquilidad. - Su majestad me mandó a llamar ¿Hay algo en lo que le pueda ayudar? - le preguntó. - Te quedarás en los apartamentos del príncipe con tu hermana. - ¿Puedo saber el motivo de la reclusión, majestad? Trataré de no volver a cometer el mismo error. - No apruebo su matrimonio, no puedo confiar en tus intenciones hacia Connor. A todas luces puedo ver lo astuta que eres... - ¡Vaya! Es un honor que me lo diga su majestad. - le dijo con una sonrisa encantadora - Si considero que he pasado siete años de mi vida escapando de asesinos que quieren matarme y a mi hermana sólo por ser nobles, es obvio que debía madurar para sobrevivir. No he mentido al decir que somos nobles, tampoco he mentido con respecto a que no quería casarme y menos tener un hijo. El rey levantó las cejas sorprendido. - ¿No buscaste a Connor? - preguntó. - Por supuesto que no. - dijo como si estuviera loco - Lo ayudé cuando lo necesitó al ser drogado por la hija del marqués de Baux y lo protegí al revelar mi identidad. Nuestra relación no tiene nada de oscuro o turbio. Me habló de sus amantes y de la discusión que tuvieron. Acepté a Connor como mi esposo sabiendo lo que hacía y lo que era, pero lo ayudé porque confié en él. No me juzgó y yo tampoco lo haré con él. - ¿Qué quieres para alejarte de él y divorciarte? - le preguntó con descaro y Ethan tuvo que morderse los labios para no intervenir. Amélie suspiró y sonrió antes de dar un paso hacia adelante. - Su hijo me dijo una vez algo parecido y recibió una bofetada que le dolió mucho. - habló con calma - Como usted es una persona mayor y el rey de esta tierra no lo haré, pero si vuelve si quiera a tratarme como una prostituta lo haré sin dudar y no pondrá ningún guardia cerca. Tal como usted espera, me marcharé con mi hermana y Connor será libre de casarse de nuevo. Su hijo está esperanzado por el avance del embarazo y no quiero desilusionarlo, pero sé que mi salud no es buena. - ¿No pedirás nada? - He vivido como plebeya por siete años. Sobreviviré. Sólo pido que no me busquen ni a Zoe, desapareceremos en Inglaterra, no los molestaremos. - ¿No amas a mi hijo? – preguntó. - ¿Revelar mi identidad y la de mi hermana no basta como prueba? ¿Aceptar sus insultos y los del príncipe heredero no es suficiente? ¿Ver a mi hermana romperse porque cree que moriré como mis padres después de dejarla sola no es amor? El amor que yo conozco viene de la fuerza para proteger a las personas que nos importan y Connor me importa mucho. - Acepta el divorcio... - dijo Joseph. - ¿Puede acreditarlo? Si lo acepto ¿Lo dejará tranquilo? - preguntó Mel ladeando la cabeza. - ¿Dudas de mi? – preguntó. - Solo quiero asegurarme de que no nos perseguirá si me divorcio de Connor cuando sea el momento, lo dejará en paz y también jure con su voto de silencio ante lo que le mostraré. - ¿Qué es lo que dices? - Una vez que firme, sabrá a quien despreció... Ethan contuvo el aliento cuando el rey llamó a un sirviente en el exterior para que le entregara papel y pluma y luego selló lo que escribió. El papel fue entregado a Amélie quien sonrió antes de guardarlo. - Sir Ethan - pidió - ¿Puede mostrar esta joya al rey? Lo que escuche no podrá repetirlo, a nadie, ni a Connor. Jure como mi escolta. El joven dudó, pero luego se inclinó. - Si, mi señora.- le dijo y le entregó la joya a Joseph quien abrió los ojos asombrado. - ¡¿Esto es?! - Me presento, majestad. Amélie Josephine Victorie, hija de Louis Auguste de France y lo que tiene en la mano es la espinela "côte de Bretagne" del Toison de mi padre. - ¡Tú eres...! - exclamó Joseph casi hiperventilando. - Sólo soy una mujer astuta que no es digna de su hijo ¿No lo mencionó usted de esa forma, majestad? - Lady Victorie... - exclamó, levantándose y acercándose a ella, pero la joven lo detuvo. - Es suficiente, majestad. - le dijo recuperando la joya - Tengo su voto de secreto. Me quedaré en reclusión como solicitó, pero no lastime más a Connor. Él no sabe todo aún. Es un hombre amable y maravilloso y es su hijo. Crea en él. Querrá protegerme y no debería hacerlo de su propio padre o su hermano. - se inclinó - Si me disculpa, quiero regresar con mi hermana. Lo que hizo volvió los recuerdos que tiene del Temple... Ella no será dañada. Ya se lo prometí. Cuando sea el momento, ejecute el divorcio. No me resistiré - miró al escolta quien la miraba con una expresión extraña - Nos retiramos, sir Ethan. - Alteza, no le dirá al príncipe...- preguntó. - No es necesario... Sólo se preocupará más. El rey ya ha dado la orden de que nos divorciaremos. No vale la pena que sepa quien soy. Se preocupa por Amélie y yo me preocuparé por Connor. - Entiendo... - le dijo saliendo del lugar dejando al rey solo en el salón quien gritó frustrado. En muchos años de vida, tuvo que reconocer que se había equivocado.
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