Habilidades Ocultas
La voz chillona de una mujer de unos veintisiete años las sobresaltó y la miraron confundidas al verla frente a ellas en el jardín ya que Connor había dejado sirvientes limitando el acceso a ese sector.
- ¿Y usted es? - preguntó Amélie sin moverse de su silla lo que produjo que la mujer se enfureciera aún más.
Era bella y voluptuosa, pero se esforzaba en parecer más joven con maquillaje lo que producía un efecto contrario.
- Marquesa Bristol. - dijo Rose levantándose para quedar delante de Zoe - Tengo entendido que este sector no está habilitado para nobles sin permiso de la familia real.
- ¡Necesitaba ver a la mujerzuela que engañó a Connor! - exclamó en voz alta.
- Marquesa, tenga cuidado con sus palabras. No puede llamar a su alteza real por su nombre y ofender a la duquesa.
- ¿Por qué no? Soy su mujer... Lo elegí.
- ¡Marquesa! Sea respetuosa... - exclamó Rose.
- Mi esposo sabe que amo a Connor, ha aprobado que sea mi amante...
Rose abrió la boca incrédula e iba a responder cuando Amélie se levantó y quedó delante de la mujer. La diferencia entre porte y presencia de ambas mujeres fue notoria.
- Alteza... - se apresuró Rose, pero la joven negó con la cabeza - Zoe, quédate atrás de Lady Rose.
- ¿Puedo suponer que la señora fue una de las amantes de mi esposo antes de casarse? - preguntó sarcástica y la mujer se puso roja de rabia.
- ¡El príncipe es mi amante! Soy más mujer que una niña desaliñada como tú. En cuanto se aburra de ti, volverá a mí.
- Mmmm, vaya, vaya. Creo que mi esposo mejoró sus gustos en cuanto a mujeres, señora. Su voz chillona y pintarrajeada como bailarina de salón, malo, malo... Debería avergonzarse, una mujer casada que humilla a su marido en público y que olvida su condición de noble al decir que es él segundo príncipe su amante en vez de, por último, decir que él la consideró una, no puede compararse conmigo, señora.
La mujer se mordió el labio mientras Amelie le hacía un gesto a Rose para que le cubriera los oídos a Zoe.
- Mi esposo es un hombre joven y sé que tenía necesidades antes de volver a encontrarnos. Soy la primera en destacar sus habilidades como amante y agradezco que haya practicado con algunas señoras antes de volver a mi, pero ahora es mi esposo y el padre de mi bebé y su cuerpo me pertenece sólo a mi, incluida su gran polla y su marca de nacimiento que ambas sabemos dónde está.
La mujer se ruborizó y Rose estuvo a punto de reírse a carcajadas.
- ¿Cómo te atreves? - exclamó la mujer - ¡No podrás humillarme!
- Usted es quien se ha humillado a si misma. Sólo aclaro los hechos. Yo tengo la cerradura que abre esa llave y es sólo mía. Connor me la dio a mi.
- ¡Descarada! - gritó, abalanzándose sobre la joven, pero en un rápido movimiento Mel la rodeó sujetando su brazo doblado contra su espalda mientras que en la otra mano sujetaba el brillante cuchillo que era parte de sus cubiertos y que presionaba en el cuello de la marquesa.
- Mi escolta personal se aseguró que supiera defenderme, marquesa... - le dijo, soltándola hacia adelante por lo que la mujer trastabilló y cayó al suelo - Le mencionaré al rey sobre la actitud tan descuidada de su esposo, el marqués. Independiente de su tipo de unión, merece un castigo por aprobar que su esposa exprese a los cuatro vientos que tiene un amante. Eso deja mucho que desear sobre la etiqueta y funcionamiento interno del marquesado Bristol. No creo que a su majestad le guste un asesor que ni siquiera puede controlar lo que pasa en su casa ¿Debo preocuparme por la casa real?
Amélie se arregló el vestido y suspiró.
- Recuerde, marquesa. Desde hoy en adelante, veinte pasos lejos de mi esposo o de mi familia. Incluido su majestad y el príncipe heredero. Nunca se sabe qué accidentes pueden pasar.
Con una gran sonrisa, arrojó el cuchillo hacia un arbusto cercano y dio en la flor central sin fallar.
- ¿Estamos entendiendo lo mismo? – le preguntó.
- Sí, alteza. Lo siento. - le dijo la mujer inclinando la cabeza ante Amélie - He sido descuidada.
- ¡Bravo! - exclamó alguien a unos pasos.
Cuando Amélie se giró, vio al rey Joseph junto a George y Connor seguido de varios nobles quienes miraban la escena estupefactos. La expresión de su esposo era extraña.
- Majestad... - dijo Amélie avergonzada haciendo una reverencia ante el grupo seguida de Rose y Zoe en tanto la marquesa se incorporaba para inclinarse de nuevo - Yo... - miró a Rose y le preguntó en silencio "Desde cuándo están ahí" y Rose sólo se encogió de hombros. Tampoco los había visto llegar.
- La reina sabía ese movimiento también... - exclamó divertido - No lo había visto en la familia real desde que se fue. Ha sido muy refrescante... - miró a la marquesa con el ceño fruncido - Marqués Bristol... Ya ha escuchado a la duquesa. Sugiero que organice sus asuntos internos antes de volver al Palacio. - ordenó y un hombre se abrió paso avergonzado hacia la mujer quien lo miró asustada - ¡Guardias! - ordenó - Traigan a quien dejó pasar a la marquesa a los jardines privados ¡Ahora! Escolten al marqués y a su esposa fuera del Palacio.
Amélie levantó la cabeza cuando el rey terminó de hablar y se encontró con la mirada seria de Connor y se mordió el labio, avergonzada. Había dicho muchas cosas para controlar a la princesa y Connor podría haberse molestado.
- Lo siento... - dijo bajo, pero su esposo la escuchó.
- Majestad... Si me permite, quisiera retirarme ahora...
Joseph lo miró confundido al ver su expresión y asintió por lo que Connor avanzó hacia su esposa y la cargó sobre su hombro haciéndole gritar de la sorpresa.
- ¡Connor! - gritó, tapándose el rostro con las manos al ver al grupo sorprendido y al rey entre ellos.
- Así es que te jactas de mi polla ¿Eh?
- ¡Lo siento! – exclamó.
- Vamos a comprobar que tanto he aprendido...
El príncipe caminó hacia el palacio a la vista de los guardias y sirvientes con su esposa en el hombro.
- ¡Rose! ¡George! Cuiden a Zoe. - les gritó.
- ¿Alteza? - dijo Ethan saliendo hacia el jardín con Martha y Bea quienes abrieron la boca sorprendidas cuando Connor pasó a su lado.
- ¡Nana! - exclamó Amélie levantando la cabeza para pedirle ayuda - ¡Bea!
- ¡Silencio! - exclamó Connor dándole una nalgada sobre el vestido - ¡Deja de moverte o presionarás al bebé!
- Connor, bájame. De verdad, lo siento... - pidió viendo como Ethan y las mujeres se quedaban en su lugar con una sonrisa en los labios - No te enojes...
- Te mostraré lo que siento en la habitación... - sentenció cuando llegó a las puertas del dormitorio y el guardia les abrió - Que nadie nos moleste en tres horas... - ordenó.
- Sí, alteza - dijo el guardia.
- Connor... No digas esas cosas....
- Tarde, esposa... - le dijo entrando mientras el guardia cerraba la puerta tras ellos - Encárgate de las consecuencias de tus actos.
Y con esas palabras la puerta permaneció cerrada hasta el día siguiente...