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1959 Words
Connor POV El segundo príncipe caminaba junto a su hermano al lado de su padre en una procesión por el sendero hacia los jardines seguido de los duques y marqueses que trabajaban en el palacio como asesores. El Rey hablaba de preparar un baile de primavera para cerrar la temporada social y escuchó decir a George que podría ser de máscaras y se lo agradeció en silencio; eso evitaría que los nobles y cortesanos viesen el rostro de Amélie. Su esposa, en ese momento, debía estar cerca de ellos o por lo menos podría escabullirse para verla. Era nuevo para él sentir esa necesidad de ver y extrañar a una mujer. - ¿Esa no es su esposa, marqués Bristol? - escuchó preguntar a su padre cuando una mujer vestida con un caro vestido avanzaba por el sendero entre la hierba con expresión furiosa. Su corazón se encogió. Era una de sus amantes. Connor se movió, inquieto adivinando hacia dónde se dirigía y a quién quería ver. Iba a dar un paso cuando sintió que George lo detenía sujetando su brazo y negaba con la cabeza. Sería peor si se enfrentaba a ella y sólo perjudicaría a su esposa. - Así es majestad. Desconocía que estuviese en el Palacio... - contestó el noble tenso. Esos eran los jardines privados de la Familia Real. El rey debe haber estado pensando lo mismo ya que hizo un gesto en silencio para avanzar y Connor se puso pálido cuando, a lo lejos, vio a Amélie y Zoe conversando animadamente con Rose, pero Ethan y Martha no estaban cerca. Conocía el carácter de la marquesa. Era impulsiva e inmadura y su voz chillona no ayudaba a que su personalidad cambiara. Si llegaba a hacerle daño a su familia... Cuando se acercaron lo suficiente, aunque no podían ser vistos, el rey hizo un gesto de silencio. - El que diga algo, será castigado. - advirtió Joseph atento a la dinámica. Vieron cuando la mujer de detuvo frente a ellas y como Rose protegía a Zoe y a Amélie. - ¡Así que eras tú! - ¿Y usted es? - le preguntó Amélie sin moverse de su silla lo que produjo que la mujer se enfureciera aún más. -Marquesa Bristol. - escuchó decir Rose levantándose para quedar delante de Zoe - Tengo entendido que este sector no está habilitado para nobles sin permiso de la familia real. - ¡Necesitaba ver a la mujerzuela que engañó a Connor! - exclamó la mujer en voz alta. -Marquesa, tenga cuidado con sus palabras. No puede llamar a su alteza real por su nombre y ofender a la duquesa. - advirtió Rose. - ¿Por qué no? Soy su mujer... Lo elegí. - La mujer exclamó. - ¡Marquesa! Sea respetuosa...- exclamó Rose. - Mi esposo sabe que amo a Connor, ha aprobado que sea mi amante... Connor vio como Rose la miraba incrédula se preparaba para hablar cuando Amélie se levantó y quedó delante de la mujer. La diferencia entre porte y presencia de ambas mujeres fue notoria. El príncipe observó la asimetría entre ambas y se preguntó si había algo malo con sus ojos ¿Cómo había elegido a una mujer como la marquesa? Si tenía que ser honesto, debía reconocer que su cuerpo voluptuoso era bueno en el sexo. Eso era todo. - Alteza... - se apresuró Rose, pero la joven negó con la cabeza. - Zoe, quédate atrás de Lady Rose. - pidió Amélie - ¿Puedo suponer que la señora fue una de las amantes de mi esposo antes de casarse? - le preguntó sarcástica y la mujer se puso roja de rabia. - ¡El príncipe es mi amante! Soy más mujer que una niña desaliñada como tú. En cuanto se aburra de ti, volverá a mí. - Mmmm, vaya, vaya. Creo que mi esposo mejoró sus gustos en cuanto a mujeres, señora. Su voz chillona y estar pintarrajeada como bailarina de salón, malo, malo... Debería avergonzarse, una mujer casada que humilla a su marido en público y que olvida su condición de noble al decir que es él segundo príncipe su amante en vez de, por último, decir que él la consideró una, no puede compararse conmigo, señora. Mi esposo es un hombre joven y sé que tenía necesidades antes de volver a encontrarnos. Soy la primera en destacar sus habilidades como amante y agradezco que haya practicado con algunas señoras antes de volver a mi, pero ahora es mi esposo y el padre de mi bebé y su cuerpo me pertenece sólo a mi, incluida su gran polla y su marca de nacimiento que ambas sabemos dónde está. La mujer se ruborizó y Rose estuvo a punto de reírse a carcajadas y varios nobles miraron al príncipe quien carraspeó, avergonzado. Estaba seguro de que esta conversación se iba a difundir entre la corte. George y Joseph levantaron las cejas divertidos. - ¿Cómo te atreves? - exclamó la mujer - ¡No podrás humillarme! - Usted es quien se ha humillado a sí misma. Sólo aclaro los hechos. Yo tengo la cerradura que abre esa llave y es sólo mía. Connor me la dio a mi. El tono orgulloso y seguro casi hizo reír a Connor al escucharla usar su analogía ¿Desde cuando esa pequeña mujer tenía tanta propiedad? Cualquiera que la escuchara diría que estaba tan segura de su poder sobre él como mujer y compañera que nadie podría desafiar su dominio. A diferencia de sus amantes que hablaban de posesión como si fuese un premio, Amélie dejaba claro que era él quien la deseaba y la buscaba y que ella premiaba su elección. - ¡Descarada! Connor escuchó el grito y cómo la marquesa se abalanzaba sobre su esposa... Cuando se movió por reflejo para protegerla, vio a la joven hacer un rápido movimiento para rodearla y sujetó el brazo de la mujer contra su espalda mientras que en la otra mano sujetaba el brillante cuchillo que debía haber tomado de la mesa sin que lo advirtiera y presionaba en el cuello de la marquesa. ¡Demonios! La expresión de Connor pasó de la sorpresa, al orgullo y la excitación. Como noble entrenado para protegerse, consciente de los peligros de pertenecer a la familia real, el movimiento eficiente de su esposa, el que reconoció con claridad en sus acciones, se desvió peligrosamente a imágenes traviesas de ese cuerpo delgado en varias posiciones en su cama. ¿Cómo algo tan diferente había disparado su deseo y lujuria? Debía ser a causa de la cantidad de tiempo sin sexo. Al igual que alguien sediento, estaba viendo cosas en todos lados. - Tu esposa no deja de sorprender... - le dijo George divertido - Vas a tener que portarte bien o tendrás problemas. No quiero tener toda la responsabilidad por el linaje de la familia. - Cállate... - le dijo, sonrojado. A esas alturas su cuerpo y, en especial su entrepierna, estaban orgullosos de su esposa. - Mi escolta personal se aseguró que supiera defenderme, marquesa... - la escuchó decir soltándola hacia adelante por lo que la mujer trastabilló y cayó al suelo - Le mencionaré al rey sobre la actitud tan descuidada de su esposo, el marqués. Independiente de su tipo de unión, merece un castigo por aprobar que su esposa exprese a los cuatro vientos que tiene un amante. Eso deja mucho que desear sobre la etiqueta y funcionamiento interno del marquesado Bristol. No creo que a su majestad le guste un asesor que ni siquiera puede controlar lo que pasa en su casa ¿Debo preocuparme por la casa real? Amélie se arregló el vestido y suspiró. - Recuerde, marquesa. Desde hoy en adelante, veinte pasos lejos de mi esposo o de mi familia. Incluido su majestad y el príncipe heredero. Nunca se sabe qué accidentes pueden pasar. George sonrió satisfecho. - Vaya, tiene mi estilo. - se rio bajo - Tiene un punto. Con una gran sonrisa, Amélie arrojó el cuchillo hacia un arbusto cercano y dio en la flor central sin fallar y eso hizo que varios hombres cubrieran su entrepierna con las manos. La nueva princesa era de armas tomar. - ¿Estamos entendiendo lo mismo? - le escuchó preguntar a la mujer de rodillas frente a ella. - Sí, alteza. Lo siento. - le dijo la mujer inclinando la cabeza ante Amélie - He sido descuidada. El príncipe escuchó a Amélie saludar al rey cuando este aplaudió, mirando de reojo a Rose y preguntando desde cuando todos estaban ahí. Oyó la voz de su padre mencionar a la reina y luego miró furioso a la marquesa cuando su esposo la tomó del brazo para llevársela. Quien quiera que haya sido sobornado para que la mujer se acercara a su familia no iba a dejarlo pasar. Observó como su esposa levantaba la cabeza y malinterpretaba su ceño fruncido para luego morderse el labio, angustiada. ¡Mierda! Eso no ayudaba a controlar lo excitado que estaba y menos cuando la escuchó disculparse ante él. En ese momento todo su lado posesivo y protector salió a la superficie. La quería para él, no quería que esos nobles vieran su lado privado. - Majestad... Si me permite, quisiera retirarme ahora... - pidió a su padre con los puños tensos. Necesitaba llevársela. Con pasos decididos caminó hacia su esposa y la cargó sobre su hombro haciéndole gritar de la sorpresa. Al diablo la etiqueta. La deseaba de una manera tan primaria que si no se la llevaba la tomaría en el jardín. - ¡Connor! - le gritó, tratando de afirmarse. - Así es que te jactas de mi polla ¿Eh? - la regañó con una mezcla de orgullo y diversión. - ¡Lo siento! - la escuchó decir. - Vamos a comprobar que tanto he aprendido... - Vaya que si quería poner en práctica todos sus conocimientos para darle placer a su esposa. El príncipe ignoró a los guardias y sirvientes con su esposa en el hombro, pero repentinamente recordó a Zoe. - ¡Rose! ¡George! Cuiden a Zoe - les gritó. Cuando iba subiendo las escalinatas hacia sus apartamentos, Ethan lo miró descolocado seguido de Martha y Bea cuyas miradas serían dignas de una pintura. Se rio cuando pensó en que su niñera lo iba a regañar después. - ¡Nana! - escuchó a Amélie pedir ayuda a sus nuevas aliadas - ¡Bea! - ¡Silencio! - exclamó Connor dándole una nalgada sobre el vestido - ¡Deja de moverte o presionarás al bebé! - Connor, bájame. De verdad, lo siento... - pidió - No te enojes... - Te mostraré lo que siento en la habitación... - sentenció cuando llegó a las puertas del dormitorio y el guardia les abrió - Que nadie nos moleste en tres horas...- ordenó e ignoró sus súplicas - Tarde, esposa... - le dijo entrando a la habitación y acostándola en la cama mientras se sacaba la chaqueta y la camisa - Encárgate de las consecuencias de tus actos. - ¿Qué vas a hacer? No quería que te enojaras. - No estoy enfadado... Para nada... Me tienes duro como un mástil... No sabía que tenía una esposa con tantas habilidades... Amélie retrocedió hasta las almohadas, pero Connor la agarró de los tobillos y la bajó de un tirón haciéndola gritar. - Vamos a completar la tarea... - dijo con una sonrisa maliciosa - He sido muy paciente y eres demasiado deseable para tu esposo. - ¿Connor? - preguntó la joven aturdida al sentirse como un cervatillo a punto de ser cazado cuando su cazador, de rodillas entre sus piernas, se rio... No iba a escapar de eso.
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