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1832 Words
Reclamando Soberanía Amélie lo miró preocupada. No entendía a ciencia cierta porque estaba tan molesto y agitado. - No sabía que me estaban escuchando. De verdad, me disculpo... - comenzó a decir la joven cuando vio que Connor le sacaba los zapatos tirándolos al suelo y la giraba de lado para tener acceso a los broches del vestido y las cintas del corsé el que comenzó a liberar - ¿Vas a golpearme? - le preguntó, aturdida al ver que tiraba hacia abajo el vestido dejándola con la bombacha, las medias y el corsé el que la joven sujetaba con fuerza sobre su pecho. - En este momento se me ocurren demasiadas ideas. Deja de agregar otra... - dijo Connor respirando agitado subiendo a la cama para quedar de rodillas frente a ella en tanto se alisaba el cabello en un intento de controlarse - ¿Sabes cuánto me excité al escucharte y luego verte con ese cuchillo? - ¿Eres un pervertido? - preguntó la joven con ojos bien abiertos y Connor se rio. - Creía que no, pero tus acciones me van llevando a cosas que no sabía que me gustaban... - le dijo risueño inclinándose para besarla en los labios - Tienes que respirar cuando nos besamos, cariño o podrías desmayarte. - le dijo cuando la liberó por unos momentos para besar su cuello. - ¿Qué estás haciendo? - le preguntó cuando sintió sus manos recorrer sus muslos lo que le provocó sensaciones diferentes que no reconoció. - ¿Qué crees? - dijo besando y lamiendo su cuello con desesperante lentitud y sonrió cuando la vio estremecerse - Voy a practicar lo que he aprendido para satisfacer a mi esposa... - Yo... - su voz tembló y Connor vio como la joven aferraba las mantas a sus costados con las manos - Esto... Amélie sintió como su mente quedaba en blanco, no lograba hilar lo que quería, aturdida por no reconocer lo que sentía y cómo su cuerpo actuaba ante el hombre frente a ella. - ¿Si, cariño? - dijo el príncipe divertido cuando la vio luchar contra las sensaciones al acariciar su cintura con la mano abierta para luego subir a sus pechos bajo el corsé. - Co.…Connor, Ahhhh. - una exclamación ahogada salió de sus labios cuando su esposo tomó uno de sus senos con la mano y lo amasó en tanto con la otra tiraba la pieza para dejarlos al descubierto. - Vaya... Eres hermosa... - dijo con una sonrisa bajando la cabeza para lamer el pezón para luego succionarlo y morderlo con suavidad. De verdad estaba disfrutando las reacciones de su esposa que parecía en extremo sensible a sus caricias. Iba a tener problemas para no correrse en cuanto entrara en ella si seguía actuando así. - Oye, Connor... esto... Oh, dios... - la joven resopló abrumada por lo que estaba sintiendo. No sabía cómo las manos del joven parecían estar en todo su cuerpo y lo calentaba con cada caricia y besos. - Dios no está en estos momentos, cariño. Sólo nosotros... - se burló. - Me siento rara... Deja de hacer eso... - pidió cuando Connor bajaba a su entrepierna en un camino de besos. - ¿Por qué? - dijo con una mirada inocente cuando Amélie jadeó respirando rápido con el rostro sonrosado por la excitación - ¿No dijiste que mi cuerpo te pertenece? - Me estaba defendiendo... Yo... Uff... Para... no puedo pensar con claridad... - Eso es lo que pasa durante el sexo, cariño... - le dijo sujetando sus muslos para sacar la bombacha y gimió de placer cuando vio su entrada brillante por los jugos que la habían preparado al excitarla - Abre las piernas. - ordenó levantando un poco sus rodillas y sujetando sus muslos. - Oye, oye... ¿Qué haces? - exclamó asustada cuando lo vio bajar la cabeza en su centro - ¡Ahhhh! Amélie lanzó un grito cuando la lengua de Connor tocó su clítoris con impaciencia. - Déjame ir... - le dijo cubriendo la boca con el dorso de la mano para no gritar. Era demasiado intenso para ella. -Tengo que preparar la cerradura. - se burló mirándola con los ojos encapuchados sin dejar de lamer su entrada. Los gemidos y exclamaciones de su esposa lo estaban excitando demasiado. Había pensado e imaginado cientos de veces como se escucharían ya que cuando la tomó la primera vez sólo él gimió y, ahora mismo estaba pensando en que quería escucharla todo el tiempo. Su profesor de esgrima le había explicado que cada mujer reaccionaba distinto, pero que su recompensa era escucharla al correrse en un orgasmo que él mismo provocó al volverlas locas de placer. Con ese pensamiento comenzó a lamer más rápido e introdujo un dedo en su canal. La escuchó gritar por la sorpresa, pero, cuando sus caderas se movieron para seguir la fuente de placer, sonrió. Era muy buena estudiante, pensó. - Eso es, cariño. Hay lugares que te gustarán más que otros. Dímelos y te recompensaré. Este es un baile de dos. Si tu sientes placer, yo también lo disfruto... Con la práctica aprenderás que es lo que me gusta a mi también. - Siento cosquillas, mi estómago... - le dijo poniendo la mano sobre su vientre y el joven la cubrió con la suya. Su esposa, su hijo, ambos estaban ahí, con él y les demostraría cuanto le importaban. - Es normal, cariño. Debes disfrutarlo también... El joven metió un segundo dedo y Amélie gimió. - Me estás volviendo loco... - la joven se retorció de placer - Pronto, cariño. Necesito prepararte... - Connor... ahhhh - pidió, pero su respiración se volvió errática cuando comenzó a entrar y salir de ella. Su esposo sonrió al escuchar sus vanos intentos de decir su nombre entre jadeos y gemidos. - Voy a recibir mi recompensa por haberte preparado bien. - le dijo con una sonrisa acelerando los movimientos de su lengua escuchando como la joven se desesperaba a medida que se acercaba al orgasmo. Movió las caderas buscándolo y, al estar cada vez más sensible, algunos espasmos al tocar puntos especiales la sacudieron hasta que Connor se movió con destreza para llevarla al límite. El grito de Amélie murió en sus labios ante la intensidad de los espasmos y sólo pudo arquear la espalda ante las olas de placer echando la cabeza hacia atrás. Connor no dejó de estimularla hasta que la intensidad hizo que tratara de alejarse, pero su esposo la sujetó firmemente por las caderas manteniendo la tarea hasta que quedó satisfecho y levantó la cabeza pasando la lengua por los labios. - Me gusta tu sabor... - dijo con una sonrisa desabrochando el pantalón para descubrir su erección en tanto su esposa trataba de recuperar el aliento. - ¿Vas a poner eso en mi de nuevo? - preguntó la joven viéndolo con más detalle y Connor se rio. - Esta vez será diferente, lo prometo... Ya verás... - le dijo inclinándose sobre ella y apoyando un codo junto a ella para distribuir su peso - Abre las piernas... más.. .- le dijo acercando la punta a su entrada y empujando hasta meter su m*****o. Connor escuchó sisear a Amélie al ser forzada, pero la besó antes de hablar. - Abrázame por el cuello, te servirá... - su esposa obedeció - Bésame. - ordenó y la joven comenzó un beso suave el que Connor tomó como suyo y respondió, lamiendo y profundizando el beso entre ellos. Cuando sintió que Amélie se había perdido en el beso, la embistió de improviso haciéndola gritar, por lo que el joven volvió a besarla para acallar sus gemidos en tanto comenzaba a salir y entrar de ella, primero lento para que se acostumbrara a él y luego comenzó a aumentar la velocidad cuando vio que su esposa respondía al placer que le provocaba. El joven entró y salió disfrutando de lo estrecha que era y más aún cuando, por instinto, su esposa levantó las piernas y cruzó los tobillos detrás de su espalda. - ¡Ah! ¡Mierda, mierda, Mel! - gimió al sentir el cambio de posición de su canal y él que pudo llegar más profundo en su interior - ¡Esto se siente bien! ¡Mierda, cómo esperé tanto para esto! - ¡Deja de decir eso! - exclamó, avergonzada escondiendo la cara en su hombro mientras era embestida. - Cómo quieres que me contenga... Me estoy volviendo loco... Te siento bien. Eres hermosa, tu cuerpo, tu piel... Quiero quedarme dentro de ti. Connor se movió cada vez más rápido y profundo a medida que iba aumentando su excitación. Sintió la sangre bombear en su polla apretando los dientes cuando sintió que iba a llegar al clímax y gimió de placer cuando se vino dentro de ella hundiéndose profundo en su interior. Amélie sintió sus espasmos y cómo la aferraba más cerca de él con la respiración agitada, con el pecho subiendo y bajando, piel con piel. La joven sintió el calor del cuerpo de su esposo en contacto con su propio torso. Cerró los ojos consciente de que lo sentía en su interior, el roce, sus músculos tensos y las formas de su cuerpo tonificado por el ejercicio y las actividades al aire libre. - ¿Mel? - susurró Connor besando su hombro con cuidado - ¿Te hice daño? - le acarició la mejilla y le pasó el pulgar por el labio inferior - ¿Te duele algo? La joven abrió los ojos y se encontró con el rostro de su esposo a unos centímetros del suyo. - Estoy bien... - le dijo acariciando su hombro. - Abre las piernas para moverme... - le pidió y salió de ella haciéndole sisear - Lo siento. Connor apoyó la cabeza en el codo mientras se acostaba a su lado acariciando su vientre con cariño. - Eres suave... - susurró subiendo la mano en tanto deslizaba la punta de los dedos hasta su seno y su pezón escuchándola jadear - Hermosa... - Connor... - su voz tembló y el joven sonrió cuando la vio estremecerse a su contacto. El príncipe acarició su mejilla y se inclinó para besarla en los labios introduciendo su lengua para saborear su interior. Fue moviendo la lengua envolviendo la de su esposa y la siguió besando hasta que sintió como sus manos subían acariciando su brazo hasta rodear su cuello para acercarlo a ella. - ¿Sabes lo que pasará si me tocas así? - preguntó cerca de sus labios. - Quiero que me toques... Enséñame... - le dijo perdida en el reflejo de sus ojos. - Cómo desees, cariño... Seré un buen maestro... - le dijo, cubriéndola con su cuerpo para acariciarla y volver a hacerla suya. Iba a darse el tiempo para conocer cada centímetro de la mujer bajo él. Las tres horas se convirtieron en muchas más mientras se fundía en ella y en el placer que le provocaba.
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