Te quiero de mi mano, a mi lado.

1362 Words
—Señor Jerome, el arquitecto está esperando en la sala de juntas. —lo recibe su asistente. —Bien, si mi prometida o su padre llaman, pásame la llamada enseguida, sin importar nada. —advierte y su asistente asiente. Con su pose rígida, mirada fría y sin expresión alguna en su rostro, camina a la oficina, abre la puerta y allí está. El silencio es largo y tenso en la oficina, no hay ninguna explicación, solo se puede sentir la tensión en el lugar. —Alejandro Jerome. —se acerca el hombre con su mano extendida y una apenas visible curva en sus labios. Un hombre casi tan alto como Alejandro, sus ojos color avellana y algo verdosos, su mandíbula marcada y mirada fría, e igual de oscura que la de él. El silencio de Alejandro se mantiene, incluso mientras tiende su mano ante su saludo. —Al parecer no me recuerdas. ¿No? —se acomoda el traje. Su silencio se mantiene, solo hace un ademán invitando al hombre a tomar asiento. —¿Debería sentirme ofendido? —pregunta con cierta gracia. —Alessandro Franco. —se relaja un poco. —Estudiamos juntos en la universidad, y ahora eres arquitecto... —Pionero en lo que hago, y soy el mejor. Sí. —se siente confiado. ─Bien... ─se acomoda en su asiento. ─preséntame tu propuesta. ─dice y este sin más se levanta. En la universidad. ─Señorita Miller, por diversas situaciones médicas y las calificaciones perfectas que ha presentado, puede incorporarse en una semana, pero, siempre y cuando se ponga al día en los proyectos del primer semestre. ─cierra la carpeta que ha revisado. ─Eso es en una semana. ─suelta con asombro, está por demás preocupada. ─El señor Jerome solicitó que se le reincorpore al segundo semestre sin anomalías, pero usted solicitó un trato como el de los demás. ─levanta su mirada a ella. ─En un punto medio de ambos, se hará la excepción al dejarla volver, pero debe presentar todo el semestre y proyectos anteriores en una semana. Si lo puede hacer... Será un gusto verla graduarse con sus demás compañeros. ─dice al levantarse y tiende su mano. ─Muchas gracias... ─sonríe tendiendo su mano. Al abrir la puerta, Christian está ahí esperándola. ─¿como te fue? ─pregunta emocionado y ansioso. Evelyn cierra la puerta y camina alejándose lo más que puede de la puerta, y se gira a Cristian. ─Mi gigante y sexi prometido le pidió que me reincorpore a la universidad, sin peros, sin excusas, así nada más. ─dice con cierto disgusto. ─¿Y lo aceptaste? ─se gira a ella deteniéndose. ─Yo quisiera un prometido así, uno que sea dueño de la universidad y me... ─No acepté. ─pone los ojos en blanco. ─Me pareció demasiado tonto e inútil hacerlo así... ─¿Entonces qué fue lo que pasó? ─Le dije que quería recuperar todo el semestre, pero no así nada más. Ya lo dijiste, tengo un prometido que podría fácilmente comprarme una empresa o darme la suya si quisiera, pero no quiero eso, quiero estudiar y ganarme mis títulos universitarios, mis maestrías y demás. ─camina de lo más calmada. ─así que le dije que quiero presentar todo lo que han presentado los demás en todo el semestre. Y él dijo que debo hacerlo en una semana. ─¡¡Una semana!! ─suelta un grito y cubre su boca enseguida. ─Seis meses de tareas, proyectos, argumentos y más, ¿en una semana?. Wow, eres valiente. ─O muy tonta... ─O muy tonta. ─replica él una vez más mientras caminan juntos. —por cierto, mi novio no me compró un semestre, pero si un auto. —Se me acaba de ocurrir algo... En la sala de juntas. ─Me parece excelente, mi asistente te dará toda la información que necesites, y mañana al mediodía podremos pasar a ver el lugar a construir, este proyecto es realmente importante, así que lo quiero impecable, sin errores, no admito errores. ─advierte mientras salen. ─Todo está listo señor, pueden pasar a la... ─Está bien por mi, no hace falta más. Tengo otro compromiso y no podré quedarme a la comida. Aunque será un placer visitar el lugar mañana, hasta entonces... ─tiende su mano y Alejandro lo hace también. ─Nos vemos después. ─dice y tan pronto se cierra la puerta del ascensor, su mirada cae a su reloj. ─Nadie a llamado señor, su prometida llamó para decir que está bien y que no se preocupe. ─dice su asistente. Alejandro después de mucho puede suspirar un poco más tranquilo. Saca su teléfono y llama a su hermano. ─¿Investigaste a Alessandro Franco? ─pregunta en cuanto este ve las cámaras y él ha salido del edificio. ─Sí. Alessandro Franco. Soltero, su padre es italiano, es huérfano de madre desde el nacimiento, su única familia es su padre y no tiene antecedentes penales. ─¿De donde proviene su dinero y el dinero de sus estudios? ─insiste revisando el informe que su hermano le envió. ─Está limpio, no tiene nexos con famosos, ni socialité, ni delincuentes. ─insiste. ─Parece ser el indicado, para hacer tu gran proyecto después de todo. ─Aún no se lo he dicho, se lo diré mañana cuando la lleve a conocer el terreno. Quiero que sea ella quien decida que va a tener o no, nuestro hogar. ─afirma. ─En ese caso... Prepara todo para mañana, y avisame cualquier cosa. ─dice y termina la llamada. Alejandro gira su mirada al ascensor y su expresión de tranquilidad cambia a fastidio. ─¿que haces aqui? ─pregunta inclinando su cabeza de costado con incomodidad. ─Quiero hablar contigo, quiero... ─Renata. ─intenta no enojarse y ser un patán, porque sin importar lo que pasó, sigue siendo la hermana de su mejor amigo. ─Te pediré que te vayas, nuestra sociedad la tratarás únicamente con Anton, y fuera de eso no tenemos nada de qué hablar. ─camina al ascensor. ─Yo te amo, yo te amo desde que somos niños, pero no voy a humillarme por ti. Pero si aun hay algo que yo pueda hacer... ─No lo hay. ─dice con firmeza. ─Renata lo siento, sé que las cosas no se han dado como creías, pero no miento. Hablo en serio, amo a mi prometida y es la única mujer a la que amo, tu y yo se acabó. Querías destruir lo que amo, pero no te funcionó, ella será mi esposa en poco tiempo y no hay nada que tu puedas hacer. Eres la hermana de Jack, y es por él que no fuiste excluida del todo, pero no te quiero en mi vida de ninguna manera. ─¿Qué pasó con lo que sentías por mi? Tu me amabas, tú dabas tu vida por mi y aceptabas todo por mi y ahora... No lo creo. ─niega con su cabeza. Alejandro a punto de perder la cabeza suspira hondo e intenta tranquilizarse a sí mismo. ─Trato de ser una mejor persona, intento hacer lo correcto y ser un caballero contigo, pero tu haces todo esto más difícil, nuestra amistad no existe, un sentimiento no hay, estás en nuestro círculo por Jack, pero es todo. ─Esa mujer... ─se acerca molesta y frustrada por su respuesta. ─Si te acercas a ella o intentas hacerle daño de cualquier manera, no me va a importar si conozco a toda tu familia, nada me detendrá. ─Abre las puertas del ascensor. ─Se acabó y no te quiero mas en mi vida. ─dice. Renata entra al ascensor con desgano. ─No te cases... Por favor, no lo hagas... ─se lanza a sus piernas cayendo de rodillas a él, suplicando entre lágrimas que no se case. La otra puerta del otro ascensor de junto se abre, y en ese sale Evelyn. La mirada de ella es por demás incómoda, mira a la pared mientras muerde el interior de su mejilla. Renata se levanta, limpia sus lágrimas, sacude su ropa y entra en el ascensor, tan solo basta que las puertas se cierren y se escuchan los gritos de frustración que suelta mientras baja el ascensor. ─¿Que fue todo eso? ─exhala con lastima. ─Pasó que te quiero de mi mano, a mi lado y ella no lo acepta. ─suspira acercándose a ella.
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