—Creo que tu compañera de cuarto y tú no van a llevarse muy bien —dice Diego, yo asiento.
—Ella se nota demasiado intensa —dice Alonso, yo niego.
—Lo que ella es, ¡es una zorra! —digo, Alonso y Diego rompen a reír, pero la verdad es que a mi no me hace ninguna gracia, y saber que tengo que dormir en la misma habitación con ella, ella, la que se quiere tirar a mi novio, despues de saber que era mi novio. Puedo considerarme feminista, me gusta la igualdad de hombres y mujeres, que se deje de una vez por todas de tratarnos como objetos sexuales, pero cuando otra mujer hace eso, a sabiendas del dolor que puede provocar, yo sencillamente con eso no tranzo.
—Relajate nena —me dice Diego, yo ruedo los ojos.
—Podríamos cambiar de habitación tu y yo —le digo sonriendo a Diego, para mi sorpresa, él niega con la cabeza.
—Por raro que parezca me gusta dormir con alonso —dice, Alonso le guiña un ojo—. Además, las chicas tan intensas no me agradan, quizás hasta me pueda violar —yo me largo a reir y Alonso también.
—¿Se puede violar a un hombre? —pregunto a ambos, se miran y luego se encogen de hombros—. Es decir, para que sus p***s se paren, deben estar excitados, o ¿no? —ellos me miran confundidos.
—¿Por qué estamos hablando de esto? -pregunta Alonso, yo me encojo de hombros.
—No lo sé, se me ocurrió ahora —digo.
Nos decidimos por ir a comer algo, la comida que dan por aquí no es muy rica así que decidimos por ir a comer algo rico, es decir, algo chatarra.
—Yo digo que sea pizza —
—Yo digo que sea sushi —dice Diego, hago una mueca de asco. Yo se que a todos les gusta, pero yo no lo puedo ver, me produce un asco fatal, no cambio las pizzas.
—Yo digo que sea Pizza también —dice Alonso.
—¡Ya!, ¡decidido! —digo tomando de la mano a ambos para que comiencen a caminar, sobre todo a Diego que va caminando amurrado —. ¡Pareces un niño pequeño, Diego! —
—¡Pues aun lo soy! —dice, yo ruedo los ojos.
Encontramos una pizzería como a unas dos calles, el lugar se ve barato y cuando entramos el olor inunda mis fosas nasales provocando que mi estómago suene de inmediato.
—Dios, ¡no sabia que tenia tanta hambre! —digo tocándome el estómago.
—Es psicológico —dice Diego
—Por dios, ¡que estupidez! —exclamó yo dandole un golpe en el hombro a Diego.
No se que pedir, veo en las mesas pizzas demasiado ricas, que quiero comer de todas, quiero comerlas todas. Al final tuve que decidirme por una.
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De vuelta a las habitaciones, subo las escaleras enojada, la verdad es que no quiero verle la cara a esa tipa, cuando alguien me cae mal desde un principio, no hay manera de que vuelva a caerme bien. Lo siento por ser así, pero las cosas como son.
Cuando abro la puerta, no hay nadie así que dejo escapar un suspiro pesado, no tenía en mente que mi compañera de cuarto sería así, lo que me hace arrepentirme mucho de no haber arrendado un departamento para mí y mis chicos.
“Mis chicos”
suena como si estuviera entre dos amores, que bueno que no es la situación.
Me dejo caer en mi cama, miro hacia el lado y me puedo dar cuenta que la chica ya adorno su lado. No está mejor que los arreglos de mi mamá. Reviso mi horario en mi celular, y me alivio cuando veo que mi primera clase es al medio día, porque amo dormir, y despertarme temprano me pone de mal humor.
No me doy cuenta pero me quedo dormida, me despierta el sonido de mi celular.
—Diga —
—Supuse que te habías quedado dormida —dice la voz de Alonso al otro lado de la línea, yo sonrio sin aún abrir los ojos.
—Perdoname por ser así —él ríe
—Perdonada mi amor —amo cuando me dice mi amor.
—Mi compañerita no está, ¿Quieres venir un rato a acompañarme? —pregunto
—¡Para eso te llamaba! en un minuto estoy en tu cama —Yo rio y corto la llamada.
La verdad es que no pasa ni un minuto y Alonso ya está golpeando la puerta. Me levanto con una sonrisa en la cara, para luego toparme con la de Alonso.
—Estuvo bueno el sueño parece —dice riendo
—¿Por qué lo dices? —pregunto confundida
—Tienes todo el lado derecho marcado —dice, me voy a mirar al espejo, y claro tiene razón.
— Para que veas, esos son los mejores sueños —le guiño un ojo.
Nos acostamos y conversamos un rato, sentir los brazos de Alonso a mi alrededor me hacen sentir en calma, siempre lo han hecho. Muy distintos a los de Javier, aunque en un momento pense que sus abrazos me producían calma, estaba muy equivocada, cuando Alonso me abrazó por primera vez, lo supe.
—Tengo que decirte algo —suelta Alonso de repente
—¿Qué sucede? —
—Javier salió de la cárcel —al momento que ese nombre sale de su boca todo mi cuerpo se tensa,
!No puede ser!