El desayuno había ido bien después de los pequeños incidentes, se tenía previsto que el padre de Gunilda también hubiera desayunado con ellos, pero un imprevisible lo ha retrasado y llegaría para la cena, Eve había estado bastante distraída, la verdad que esa chica no le interesaba para nada, así que se mantuvo ausente, se levantó mientras los demás hablaban.
Ivar no le había quitado la atención en todo el desayuno, había notado que su amiga no le agradaba, sabía que Gunilda tenía a veces un carácter difícil de entender y a Eve lo que no era claro y contundente no le gustaba, así que no le prestó atención, Ivar estaba maravillado, hacia bastantes meses que no la veía de esta manera, seguía enamorado de ella y sabía que eso no iba a cambiar, aunque ella se fuera por Chris. Vio como Eve se levantó y se puso en la chimenea, quizá tenía frio... Ivar se levantó y cogió su abrigo y se acercó a ella esta se sorprendió ante el gesto y sonrió agradecida, Ivar la ayudo a ponerse el abrigo, este con gracia comenzó a atarle los botones de abajo hacia arriba.
- Que detalle por tu parte abrocharme el abrigo, piensa en mí bienestar al parecer. —Ivar rio ante su juego. —Siempre miro por el bienestar de mi reina, así que te conozco muy bien y sé que ella no te agrada en absoluto. —Este no es momento ni lugar para hablar de eso...— Eve le sonrió y se dejó tocar y hacer por su marido, este término de atarle la capa. - Si has escogido este precioso abrigo, es que vas a salir... — El rey preguntó con curiosidad, Eve miro por la ventana y vio como ya había comenzado a nevar, Ivar entendió que quería ver la nieve. — Iré por mi capa, espérame en la puerta principal. —Este se disculpó ante los demás y fue en busca de ropa de abrigo.
Eve se colocó la capucha y se excusó.
— General sería tan amable de acompañar a Gunilda a sus aposentos, las doncellas ya lo tendrán preparado, disculpadnos el rey y la reina daremos un paseo por la nieve. —La nieve me encanta podría...— intento Gunilda. —En otro momento querida, el rey y yo debemos hablar de unos asuntos. — oh.. sí claro Majestad. —El general y ella salieron del salón, Eve sonrió y se dirigió a la puerta principal, abrió el portón y el aire frío le golpeo las mejillas, respiro el airé puro y espero a Ivar, a los pocos minutos este llegó con una capa negra con pelo de borrega, guantes y se había cambiado a unas botas más altas, este le ofreció el brazo y salieron juntos a la nieve, pasearon en silencio durante un buen rato.
Llegaron al pequeño estanque donde siempre quedaban a escondidas, los recuerdos se agolparon en ambos. - Esto marco una época muy feliz para mí, la echo de menos... — Ivar se sinceraba. —Yo también fui muy feliz, no lo dudes nunca...— Tengo que comunicarte algo importante Eve, hay un conflicto en las islas menores, esas nos pertenecen, pero hay mercenarios que las saquean y matan a las personas que viven allí, creo que se formara una guerra y debo combatirla porque están a mi cargo, tengo un viaje planeado para dentro de una semana...— Ivar le avisaba de todos los acontecimientos que habían pasado estos últimos días. —¿Que? Otra guerra... No la última vez casi te pierdo... Manda a los hombres y quédate aquí conmigo...— Ivar le sentó bien lo que dijo al parecer aun le importaba, pero no estaba ahí para ser amable estaba ahí para hablar claro con ella. —Mientras yo estaba herido y en la guerra tu estabas bastante ocupada... pensaba que debido a tu comportamiento no te importaba... - Ivar espero su respuesta. —No empieces otra vez. —No he empezado esto siempre ha estado en el aire, mira tú aspecto, desde cuando no te vistes como una reina, no acudes a los actos no visitas, no hablamos nada solo para discutir, solo te arrastras cuando te digo que quiero dejarte, para no perder todo el lujo que tienes. — Eve le interrumpió.
— Eso no es cierto, me da igual lo material, me importas y te quiero, no quiero perderte, pero entiéndeme a mí, lo perdí todo, joder... mis amigas, mi padre, el me mantuvo a salvo mientras tu desapareciste, no sabía que hacer y él estuvo ahí, tuve sentimientos por él y no niego que quizá aun los tenga... mi mente quiere saber qué hubiera pasado, conocer otra vida diferente, él se la jugó por mi aguanto por mí...— Y yo... ¿que he aguantado yo? Aguante durante ocho meses que te encierres por un amor perdido cuando yo soy tu esposo...—Eve sabía que no merecía a Ivar, pero era egoísta y no quería que él se alejara.
— Lo siento, pero me he vuelto una egoísta, dame una oportunidad de salir a flote, vamos a intentarlo de nuevo... Te prometo que, si vuelvo a fallar, me marchare de aquí sin ningún enser... Yo te quiero y no estoy aquí por lo material o una corona, sabes que nunca lo quise, déjame que vaya contigo a la guerra, entréname tu, deja que te acompañe y volvamos a tener esa unión. —Eve dijo al borde de las lágrimas, se acercó a el poco a poco, hacía mucho tiempo que no lo había tocado, deseaba hacerlo, no se habían acostado juntos desde hace ocho meses, Ivar dio un paso hacia ella y le acarició el frío rostro, las mejillas de Eve se habían puesto rojizas por el frio.
Eve agradeció el tacto caliente de la mano de Ivar, este acortó toda distancia y se abrazaron como hace mucho tiempo no hacían. Eve acorto el espacio que quedaba entre ellos y lo besó.
Fue un beso dulce y tímido, Eve dudaba si lo correspondería, pero Ivar la beso con anhelo hacía mucho tiempo que deseaba esto.