14- FBI

1723 Words
LIA He estado comprando en Target y en la sección de liquidación de Marshalls´s durante los últimos diez años, pero algunas cosas se te quedan grabadas. No tengo ningún problema en pasar la tarjeta de crédito de Nero sin vergüenza, una y otra vez, mientras voy de tienda en tienda. Después de todo, tengo una tarea ahora. Empecé mi día comprando equipo de caza, prácticamente tirando dinero al chico del departamento de hombres para que me consiga los conjuntos que Nero necesita para su viaje. Ahora, estoy en una misión para renovar mi propio guardarropa, arriba, en el lujos de los talleres de diseño, el tipo de lugar que reparte copas de champan en una habitación cubierta de terciopelo mientras las vendedoras desfilan coas delante de mí. Aunque estoy furiosa con Nero por arrastrarme con el este fin de semana, me admito a mí misma que es bastante maravilloso estar de vuelta en el regazo del lujo, con gente que atiende todos mis caprichos. Durante mucho tiempo, yo era la que trabajaba como un burro, corriendo por las propinas. Ahora soy la que holgazanea en un cómodo sofá, diciendo “si” y “no” con un breve asentimiento mientras todos acuden en. Masa a traerme conjuntos preciosos. —Creo que tengo justo lo que necesitas— dice una joven vendedora con una sonrisa emocionada en el rostro. lleva un precioso vestido azul sobre el brazo, y termino mi champan mientras me levanto. —Tambien viene en blanco, pero este combina perfecto con tu color de piel— —Joane, eres increíble— le digo mientras me lo entrega. Le tiendo el vestido y trato de no pensar en si a Nero le gustaría o no. No me importa si le gusta. Al menos, eso es lo que me digo a mi misma. —¿Quieres probártelo? — pregunta con entusiasmo. —Puedo añadirlo a la habitación— La habitación que ya está abarrotada. Sonrió. —Si, por favor— Asegurarme de que Nero tenga un saldo enorme en su tarjeta de crédito es solo mi forma de vengarme un poco de el por jugar con mis emociones. No es que vaya a dejar que lo sepa. No, en lo que a él respecta, no me importan en absoluto sus juegos sexuales. El truco que hizo en la ducha, lo estoy bloqueando oficialmente de mi mente. ¿Y en cuanto a mi corazón? Necesito mantenerlo bien cerrado, incluso si estoy luchando con sentimientos del pasado que salen a la superficie. Especialmente por eso. No debería sentir nada por él más que desdén por la forma en la que ha estado actuando, pero de alguna manera, mi cuerpo no ha recibido el mensaje. Mi corazón, mi cuerpo…tiene una forma de afectar cada parte de mí, incluso mientras mi mente le grita al resto de mí que entre en razón y se resista. Sigo a la chica al probador y le quito el vestido antes de que se vaya. Deslizándome la seda por la cabeza, sonrió al ver como cae la tela. Sin duda es mejor que las telas baratas que he estado usando en el club de striptease, prendas baratas que no me importaba cubrir con cerveza y colonia rancia. Me estiro hacia atrás e intento subir la cremallera, pero no puedo alcanzarla. Yendo hacia la puerta, la abro un poco y asomo la cabeza. el área justo afuera del probador tiene sofás y un pedestal frente a tres espejos de cuerpo entero. —¿Janeth? — grito. —¿Puedes ayudarme con la cremallera? — —Puedo ayudarte— Me sobresalto al ver una mujer sentada en uno de los sofás, vestida con un traje pantalón azul marino básico. No la había visto antes, mirando su teléfono. Ya se está poniendo de pie, así que sonrió. —Oh, gracias— Me doy la vuelta y dejo que suba la cremallera del vestido. —¿Qué te parece? — pregunto, evaluando mi reflejo en el espejo. Me queda perfecto. Precioso. —Te ves muy guapa— dice con una sonrisa. —Cualquiera se vería tan bien con un vestido tan caro— respondo con una risa. —Es parte del precio. ¿Vas a comprar algo? — pregunto, todavía examinando mi reflejo. Sería un éxito para la cena o para otra fiesta. O hacer que Nero se arrepienta de haberse burlado de mí. —Eso depende— responde la mujer. —De ti, Lia— Me congelo. —¿Cómo sabes mi nombre? — exijo, dándome la vuelta. Pero se la respuesta antes de que diga nada, debería haberla adivinado por su traje cuadrado y la mirada sensata en sus ojos. —Soy del FBI— Se me hiela la sangre, pero me obligo a mantener la calma, al menos por fuera. Bajo del pedestal y me ahueco el pelo. —¿Qué podrías querer de mí? — pregunto, haciéndome la tonta. Puedo decir que no se lo cree ni por un segundo. —Necesitamos hablar contigo— dice, entregándome una tarjeta de presentación. Me niego a aceptarla. —No tengo nada que decirte— —Oh, creo que sí, Lia— sonríe con suficiencia. —Al menos, si quieres que tu hermano este a salvo— ¿Jack? Mi pulso se acelera de pánico mientras continua. —Ve al Museo Metropolitano, al ala impresionista, a La clase de baile de Degas. Esta allí a las cuatro— —No— protesto, —Dime que esta pasando ahora mismo. No estoy jugando a tus juegos— —El Met— repite. Luego me pone la tarjeta en la mano y sale, dejándome sola en el probador con un vestido de cinco mil dólares y el corazón acelerado. Y el conocimiento de que, aunque he estado en peligro por culpa de Nero, la situación se ha vuelto mucho más complicada. Termino de pagar mis compras y observo como los empleados llevan mis bolsas hasta donde el conductor de Nero me espera en la acera. —¿A casa? — me pregunta, con aspecto aburrido. —Es la casa de Nero, no la mía— no puedo evitar decir. —Pero primero me gustaría pasar por el Met. Hay una nueva exposición— balbuceo, intentando no parecer sospechosa, pero el tipo ya se está alejando, sin importarle. El tráfico es denso y me mordisqueo el labio inferior mientras sigo mirando la hora. La presencia del FBI es una mala noticia para todos. ¿Qué quieren de mí? deben haber estado vigilando a Nero para saber que estoy aquí, pero Nero se volverá loco si descubre que me he reunido con ellos para una discusión secreta. Regla número uno de la mafia: Hablar con los federales te mata. O peor. Finalmente nos detenemos frente al museo. —¿Vienes? — exclamo nerviosa. —La exposición de Monet es increíble— El conductor, Kilian, me devuelve la mirada. —Esperaré— —¡Bueno! — Me apresuro a entrar, agarrando un mapa y un folleto informativo, y haciendo de turista en caso de que el conductor, o alguno de los otros chicos de Nero, me haya seguido, después de todo. Actúo casualmente, mirando la obra de arte y siguiendo las instrucciones de la agente hasta que encuentro el punto de encuentro. Solo veo a otros visitantes alrededor, así que me siento en el banco frente a la pintura y espero. No espero mucho. —Lily. Te ves bien— Me giro cuando un hombre mayor toma posición casualmente en el banco a mi lado. Tiene unos cincuenta años y lleva una camisa abotonada y pantalones chinos, con gafas de carey en la cara. No lo he visto en diez años. —Agente George— digo, con una inquietud creciente. Parece sorprendido. —¿Te acuerdas de mí? — Aprieto la mandíbula. —Recuerdo todo sobre esa noche— Escabullirme a casa después de una cita con Nero solo para encontrar a mi padre esperando con las maletas preparadas, y a este hombre extraño diciéndome que teníamos que irnos inmediatamente, en la oscuridad de la noche. Diciéndome que mi vida como Lia Nichols había terminado. Trago saliva con fuerza. —Pensé que ya estarías jubilado— digo, incapaz de ocultar la amargura en mi voz. —Un cómodo reloj de oro, cortesía de poner a Román Morelli tras las rejas. ¿No te dieron una medalla por obligar a mi padre a testificar en su contra? — El asiente y yo resoplo. —Bueno, bien por ti. No importa que lo haya perdido todo. Puede que te hayas convertido en un pez gordo del FBI por encerrar a un importante jefe de la mafia, pero no eres el héroe de mi historia— El agente George exhala. —Lo siento, Lia. Y siento lo de tu padre. Escuche que falleció. Pero deberías saber que hizo lo que hizo para protegerte. A ti y a tu hermano— Me cruzo de brazos, odiando los viejos sentimientos de traición y dolor que se arremolinan en mi pecho. —Quería que tuvieras una vida segura, lejos de los Morelli— continua el agente George. —Así que imagina mi sorpresa cuando supe que habías vuelto a la ciudad. Del brazo de Nero, nada menos. Su aparente prometida— Mierda. han estado observando de cerca. Miro al frente, negándome a mostrar mis emociones. —¿Por qué estoy aquí? — pregunto. —No me malinterpretes, me encantan los impresionistas, pero la compañía no es la ideal— El agente George suspira. —Estoy aquí para ayudarte, Lia. Se que nunca volverías a Nueva York ni te verían con el sin una muy buena razón— —Tal vez solo extrañe la pizza de aquí— digo con ligereza. Enmascarando mis manos húmedas y corazón palpitante. Tengo un ojo puesto en la puerta, aterrorizada de que Kilian entre y nos vea juntos. aterrorizada de que Nero lo descubra y me exija un precio despiadado por mi traición. El agente George lee mi mente. —Mira, sea lo que sea en lo que Nero te haya metido, sea cual sea la amenaza que esté haciendo, podemos mantenerlos a ti a Jack a salvo— —No necesito ayuda— miento deliberadamente. No confió en Nero… pero tampoco puedo confiar en el FBI.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD