Despiadado amor

15- Un fin de semana con un monstruo

LIA

Un grupo de turistas extranjeros entra en la habitación, charlando en voz alta. El agente George se acerca, bajando la voz. —Nero es un hombre peligroso, Lia. Lo sabes. El FBI ha estado trabajando en la organización Morelli durante mucho tiempo. Vamos a acabar con él, y tú puedes ser parte de eso. ¿No quieres venganza por todo lo que le hicieron pasar a tu familia? —

Hago una pausa. Si, lo quiero. Desesperadamente. Pero no si eso significa poner a Jack en riesgo. Ahora mismo, Nero me ha dado su palabra de que Jack está bajo su protección en la universidad y que no le pasará nada malo. Los federales no pueden darme la misma garantía.

—No estoy segura de que crees que puedo hacer por ti— digo vagamente, —No sé nada sobre el asunto Morelli—

El agente George entrecierra los ojos. —No lo creo ni por un minuto. Eres una mujer inteligente, Lia, y ahora mismo, estás más cerca de Nero que nadie. Bajo el mismo techo.

—Entonces, ¿Qué? ¿Quieres que lo espíe? — respondo.

—Quizás— asiente, —Ayúdanos a construir el caso en su contra y a destruir la organización Morelli de una vez por todas—

Veo entrar a alguien que se parece a Kilian y me quedo paralizada de terror, antes de darme cuenta de que solo es otro tipo corpulento. Pero es una advertencia: ya me he quedado suficiente tiempo.

Me pongo de pie. —¿Por qué debería creer algo de lo que me dices? — le pregunto al agente George en voz baja. Incluso si los federales y yo compartimos un objetivo, liberarnos de Nero Morelli, no sé si estoy mejor sin ellos. —Le juraste a mi padre que su testimonio derribaría a todo el sindicato, pero aquí estamos, diez años después, y todo lo que hizo fue destrozar a nuestra familia—

Me agarra del brazo para impedir que me vaya.

—Piénsalo— dice con urgencia. —Coopera. Porque podemos ser tus amigos… O podemos ser tus enemigos. Es tu elección—

Me estremezco ante la amenaza y aparto el brazo con fuerza. —No contengas la respiración—

Salgo del museo y me subo a la parte trasera del coche que me espera, conmocionada por el encuentro y por lo complicada que se está volviendo mi vida.

Primero, Nero me quiere muerta, ahora el FBI también me ronda, intentando convertirme en un informante para ayudarlos con todos sus planes. Siento como si estuviera caminando sobre las cuerda floja en una piscina infestada de tiburones. Un movimiento en falso y me desplomaré. Pero si puedo mantener el equilibrio…

Respiro hondo. Por muy tentador que sea tener refuerzos, ir corriendo a los federales y dejar que se encarguen de todo, ya no soy tan ingenua. Mi objetivo sigue siendo el mismo que el momento en que vi a Nero en Las Vegas: mantener a mi hermano a salvo y seguir con vida. Quién me dé la mejor oportunidad de lograrlo será mi aliado temporal, pase lo que pase.

—Nero dice que empaques, te vera en su oficina— dice Kilian cuando llegamos a casa de Nero.

Asiento, contenta de tener un poco más de tiempo para recomponerme antes de enfrentarlo. —No tardaré—

Subo las escaleras hacia el apartamento, Kilian me sigue con las bolsas. Me dirijo directamente a mi habitación y cierro la puerta, sacando las tarjetas que me dio la agente.

Agente DiMedio

555-736-9028

No puedo quedármela. Por lo que sé, Nero está haciendo que registren cada centímetro cuadrado de mi espacio en cuanto me vaya. Y si la encuentra…

Memorizo el número de teléfono y luego busco la caja de cerillas que tengo en el baño para encender velas y quemo el pequeño trozo en el fregadero hasta que no quede nada más que cenizas.

Lo enjuago por el desagüe, respirando con más facilidad una vez que desaparece todo rastro de la reunión. Lo sé, los federales no se rendirán tan fácilmente, pero por ahora, tengo cosas más importantes de las que preocuparme. Como este fin de semana con Nero.

Me concentro en empacar y hago un trabajo rápido de la tarea. Solo estaremos fuera el fin de semana, pero moverse en estos círculos requiere estar lista para cualquier cosa. Eso significa mucha ropa y accesorios, para los dos. Para el día, he reunido todo tipo de atuendos casuales y glamorosos para combinar con las otras esposas y novias. Amigas, pero cuando se trata de ropa de dormir, todo es franela voluminosa, tan suelta y poco favorecedora como las hay. Por si acaso a Nero se le ocurra alguna idea. O a mí.

Intento ponerme seria durante el viaje a la oficina de Nero. Solo he tenido que estar con el unas pocas horas seguidas, así que la perspectiva de pasar todo un fin de semana interpretando a la prometida enamorada me hace un nudo en el estómago.

¿Hasta dónde tendrá que llegar nuestra actuación? ¿Tomarnos de la mano? ¿Tocarnos? ¿Besarnos?

Lo recuerdo en la ducha y siento que todo mi cuerpo se tensa con el recuerdo. Su cuerpo bajo el agua, los gemidos animales que emitía, el puro poder de su atractivo s****l masculino…

No puedo evitarlo, la atracción que me quema cada vez que está cerca, y si ese poder se desató en mí.…

El coche se detiene. —Adentro— ordena Kilian, así que salgo y lo sigo por un callejón hasta la entrada trasera de un edificio. Puedo decir por el ruido y los olores que es el mismo edificio al que me llevaron cuando me ataron y me vendaron los ojos. Esta vez, puedo mirar a mi alrededor. Tal como sospeché entonces, estamos en el club de la calle 14. Román Morelli lo usaba como lugar de encuentro y reunión cuando era mas joven. El lugar ha sido renovado desde la última vez que lo vi, con elegantes cabinas de cuero y rincones oscuros cubiertos con cortinas de brocado. Veo a Amina, la mujer pelinegra, detrás de la barra, y a algunos chicos bebiendo, antes de cruzar otra puerta y entrar en las entrañas del club.

Aquí, las paredes son de hormigón y las puertas están cerradas con llave, ocultando pecados que ni siquiera quiero saber. Pero mientras sigo a Kilian más adentro del laberinto de pasillos, oigo un ruido más adelante.

Lo que suena como gritos ahogados de dolor y un hombre suplicando. —Por favor…Para. No puedo…—

Una puerta se abre de golpe justo cuando pasamos, revelando una terrible visión en la habitación: un hombre semidesnudo colgando, mallugado y ensangrentado, con las muñecas atadas en una tubería sobre su cabeza. Su rostro está cortado y sangrando, sus rasgos destrozados, con terribles cortes y moretones por todo su pecho desnudo.

Jadeo, llevándome la mano a la boca en estado de shock ante la horrible escena. Levanta la cabeza al oír el sonido.

—¿Hay alguien ahí? — balbucea lastimosamente. —Por favor…—

Y entonces Nero aparece a la vista. Sus nudillos ensangrentados Salpicaduras de sangre en su camisa. Y una mirada fría y despiadada en sus ojos. Aprieta el puño y golpea al hombre en la cara con un crujido sordo, luego sigue con una brutal serie de golpes en las costillas y el estómago. El hombre aúlla de dolor.

—Lo siento— solloza. —Por favor…—

—Lo siento no es suficiente—

Nero responde con calma, golpeándolo de nuevo, pero el hombre sigue rogando, incluso cuando el sonido es distorsionado por la sangre en su boca.

Creo que voy a vomitar. Me tambaleo hacia atrás, con mis pasos resonando. Nero detiene su tortura. Me ve allí a través de la puerta abierta, pero no hay reacción en su rostro. simplemente se gira tranquilamente hacia los otros hombres y les dice.

—Termina el trabajo—

Nero entra en el pasillo, dirigiéndose a una oficina cercana. No dice nada. Ni siquiera reconoce lo que acabo de ver.

Lo sigo aturdida. Quiero salir corriendo, pero ¿Qué se supone que debo hacer? Estoy en su territorio. Todas las salidas están bloqueadas. Además, no hay ningún lugar donde pueda esconderme de lo que acabo de presenciar.

Nero entra en la oficina y se dirige al baño privado. Con calma, se lava la sangre de las manos y se saca la camisa manchada por la cabeza.

—¿Lista para irnos? — pregunta, tomando una camisa limpia de un gancho en la pared.

—¿Irnos? — repito, todavía sin saber si voy a vomitar o me voy a desmayar. La sangre…Los gritos de dolor…

Nero me mira sin comprender. —¿El viaje al norte del estado?— Me recuerda. —Fue tu gran idea—

Y entonces lo entiendo. Me voy a pasar un fin de semana aislada en el bosque. Un fin de semana con un completo monstruo.