30- El rey que toma lo que quiere

1813 Words
LIA —Dime, Ian— continúa Nero, con una voz tan amable que me da escalofríos. —¿Cómo crees que un asunto sucio les sentará a los votantes? ¿Crees que seguirán presentándose para ti el día de las elecciones cuando sepan que te has estado follando a tu amante por toda la ciudad? No es que te culpe— añade. —Es una auténtica belleza, ¿verdad? Pero no necesito decirte eso, claramente eres un hombre de culos. Espera, déjame encontrarlo…— Hojea las fotos hasta que saca una que muestra a Ian a cuatro patas en la cama y Bianca, detrás de él, follándole el culo con un strap-on. Fiorella deja escapar un sollozo devastado, poniendose de pie tan abruptamente que su silla se cae. Sus ojos están desorbitados y nos mira a cada uno de nosotros, con el pecho pesado. Es horrible ver a una mujer que siempre está tan arreglada deshacerse por completo. —Fiorella…— El sonido de McComark diciendo su nombre parece desencadenar algo dentro de ella y gira sobre sus talones antes de huir de la habitación. —¡Fiorella! — Esta vez, Ian grita su nombre mientras corre tras ella. Oímos el sonido de pasos frenéticos en las escaleras, seguido del portazo, y luego gritos y voces suplicantes. Me siento allí, atónita, en la mesa vacía. —No puedo creer que hayas hecho eso— le digo a Nero, tambaleándome. —Funcionó, ¿verdad? — Toma otro trago de vino, como si no fuera la gran cosa. Puedo oír a Fiorella llorando arriba y a Ian llamando a la puerta, rogando que lo deje entrar. —¿Qué te pasa? — exclamo furiosa. Empujo mi silla hacia atrás y me pongo de pie. —¿Por qué tuviste que hacer eso delante de Fiorella? no se lo merecía. Si el tipo es un bastardo infiel, entonces ¿Por qué no lo amenazaste en privado? — Nero entrecierra los ojos. —Porque ahora se lo tomará en serio. Y porque ella será la que le diga que vote por mí, para que estas fotos no salgan a la luz y la humillen aún más— No puedo creerlo. —Me das asco— le digo, dirigiéndome a la puerta. —Supongo que no nos invitarán a quedarnos a comer el postre—. Nero me alcanza en el vestíbulo. —¿Qué esperabas? — exige, agarrándome del brazo y girándome para que lo mire. —¿Qué lo pidiera amablemente? ¿Qué dijera “por favor” cuando el tipo me mira con desprecio? ¡Mierda, no! — dice. —Soy un león, no un maldito cordero— Intento liberarme. —Eso fue cruel— le digo. —Y eso es lo que soy— gruñe Nero con expresión sombría. Me arrima contra la pared, hasta que quedo aplastada contra él, su voz baja en mi oído. —Soy cruel y despiadado, y haré lo que sea necesario para conseguir lo que quiero. Simplemente no puedes admitir que te gusto así— Niego con la cabeza, incluso cuando mi pulso se acelera de excitación. —No me gusta— —¿Ah, ¿sí? — Nero pasa una mano por mi pecho, apretándolo con fuerza. Me estremezco. —Te estás mintiendo al ti misma— dice con una sonrisa cruel. —Te excita ver este lado de mi. El rey que toma lo que quiere— —Te equivocas— Mi voz tiembla de deseo. Mierda. Tiene razón. Ni siquiera puedo negarlo como si lo sintiera. Viéndolo dominar cada habitación en la que entra. Viéndolo dominarme. La sonrisa de Nero se agranda. —¿De verdad? Porque creo que, si te subo ese vestido por la cintura, estarás mojada y lista para mí. Si te digo que te pongas de rodillas ahora mismo, lo harás, simplemente te tirarás al suelo, abrirás esa dulce boca y suplicaras chuparme la polla— Jadeo, mientras Nero me tira hacia un armario de abrigos cercano y cierra la puerta de golpe. De repente, estoy presionada conta él en la oscuridad, su boca sobre la mía. Si. Me hundo en el beso, ya caliente y tambaleándome. Luego se aparta, me da la vuelta y me empuja de cara contra la pared, —Manos arriba, nena— gruñe en mi oído desde detrás de mí, su peso sujetándome en mi lugar. —Veamos qué hay de esa apuesta mía…— Hago lo que dice, apoyando las palmas de las manos en la pared sobre mi cabeza mientras Nero me sube el vestido, arreglándolo alrededor de mi cintura. Se adentra en mis bragas de seda con una mano mientras con la otra masajea firmemente mis pechos. Se siente increíble. Me hundo de nuevo en sus brazos, gimiendo, mientras el suelta una risita de victoria, sumergiendo los dedos en mis pliegues resbaladizos. —Mírate, estás empapada— Frota mi clítoris con la palma de su mano, haciéndome gemir. Luego saca la mano y mete los dedos en mi boca. —Pruébalo— me ordena con una voz emocionantemente firme. —Prueba cuanto me deseas— Dejo escapar un gemido alrededor de sus dedos, lamiéndolos como él dice, y saboreándome a mí misma. Dios, es demasiado bueno. Tocándome en la casa de un extraño, dándome órdenes. Ni siquiera puedo ver su cara; estoy inmovilizada contra la pared en la oscuridad con su aliento caliente en mi oído y la gruesa longitud de su erección clavándose en mi cadera. —Mira, te conozco, princesa— me dice Nero, mientras escucho el sonido de la hebilla de su cinturón, y luego una cremallera. —Puedes andar por ahí haciéndote la socialite perfecta, charlando un poco y sonriendo como si la mantequilla no se derritiera en esa boquita caliente tuya, pero te conozco, conozco todos tus secretos más profundos y oscuros. Se lo que este coño realmente necesita— Agarra mis caderas hacia atrás, me tapa la boca con una mano y luego embiste dentro de mí. ¡Santo cielo! Grito contra su mano, tambaleándome por la deliciosa fuerza de su embestida. Su gruesa polla me penetra, moviéndose tan profundo que es como si me estuviera empalando. —Quieres ser poseída— Nero se aparta, luego embiste de nuevo, aún mas profundo. gimo, arqueándome hacia atrás para recibirlo, y el suelta una maldición. —Mierda, quieres rogar por ello. Lo quieres duro y sucio, hasta que ni siquiera puedas recordar tu propio nombre— Se lanza contra mí, encontrando un ritmo duro e implacable que me golpea justo en el punto justo. Con una mano agarrando mi pecho y la otra aún amortiguando mis gemidos de placer, no hay escapatoria del movimiento caliente y sucio; sus gruñidos animales llenan el armario oscuro. Todo lo que puedo hacer es aguantarlo. Y lo hago, una y otra vez, deleitándome con la absoluta perfección de sus embestidas dominantes, mi cuerpo subiendo en espiral con cada envestida estremecedora, hasta que me rompo en pedazos con un grito frenético. —Así es, nena— gruñe Nero, acelerando su ritmo mientras sufro un espasmo con mi clímax en sus brazos. —Me encanta sentirte apretando mi polla. Sácame todo, tómalo todo— embiste una y otra vez, y luego se corre con un rugido, chorreando profundamente dentro de mi mientras ambos cabalgamos las olas de placer. Oh, Dios mío. Me suelta y me tambaleo hacia adelante, necesitando que la pared me sostenga, porque mierda, no creo que pueda caminar en una semana. Fue así de bueno. Oigo un zumbido y me doy la vuelta para encontrar a Nero abrochándose el cinturón. —Deberíamos irnos— dice, luciendo satisfecho, su respiración entrecortada es el único indicio de lo que acabamos de hacer. —Probablemente ya nos hemos quedado más tiempo del debido— —Uh uh— logro murmurar. Nero hace una pausa y se acerca para alisarme el vestido. Me aparta el pelo de los ojos y luego me da un beso rápido en la frente. —Vamos— Abre la puerta del armario y ni siquiera se detiene a comprobar si hay alguien antes de salir. No tengo más remedio que agacharme tras él. salgo corriendo hacia la puerta principal, no sin antes ver al ama de llaves en el pasillo, observándonos con desaprobación. Con el pelo revuelto y el vestido torcido, podría llevar una valla publicitaria que diga: “ACABO DE FOLLAR EN ESTE ARMARIO” Sigo a Nero hasta el coche y entro de golpe, sintiendo que el deseo se desvanece bajo una oleada de vergüenza. ¿Qué acaba de pasar? Fiorella McComark probablemente esté llorando, toda su vida se desmorona ante sus ojos. Nosotros lo hicimos Yo lo hice. Nero arranca el motor. —En general diría que salió bastante bien, ¿no crees? — me lanza una sonrisa triunfal mientras nos alejamos. Siento un escalofrió. Esta orgulloso de lo que acaba de pasar, me doy cuenta con horror. No le importan los daños colaterales ni a quien lastime en el camino. Hará cualquier cosa para conseguir lo que quiere, tal como me ha estado advirtiendo. Nero Morelli me ha estado diciendo exactamente quien es desde el principio, solo que he estado intentando ignorar la verdad que tengo delante. “Soy cruel y despiadado, y haré lo que sea necesario para conseguir lo que quiero” Sus palabras resuenan con fuerza en mi mente. Las dice en serio, hasta la última palabra. ¿Y qué pasa si me interpongo en su camino? Me pregunto, cuando soy yo quién se interpone entre él y la siguiente parte de la expansión de su imperio Morelli. ¿Terminaremos mi hermano y yo como daños colaterales, al igual que Ian McComark y Fiorella? ¿Puedo siquiera confiar en que el honrara nuestro acuerdo, cuando está tan orgulloso del hecho de que es un hombre sin honor? ¿En qué estaba pensando al hacer un trato con el diablo? El diablo siempre gana. Lo miro sentado a mi lado y, por primera vez, me parece un extraño. El miedo me invade. Siempre he creído que Nero es un hombre de palabra, pero ¿Qué tan cierto es? No puedo creer que haya llegado tan lejos, que haya logrado esquivar mi muerte segura y jugar con Nero en su propio juego, solo para dejar que mi corazón lo arriesgue todo al volver a enamorarme de él. El tipo de amor tonto que me hizo olvidar cuanto está en juego. Que me hizo ignorar que clase de hombre es realmente Nero. El rey del imperio Morelli. Siempre será lo primero, no yo. Siempre disfrutará de su absoluta lealtad, no yo. Por mucho que me duela darme cuenta, finalmente entiendo la verdad. No se puede confiar en él, no importa cuánto quiera que sea difícil esta vez. Estoy sola. Y sé exactamente lo que tengo que hacer.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD