12- Una fantasía

1482 Words
LIA Han pasado tres días desde la noche del ballet y me he topado con un muro en lo que respecta a Ian McComark. He investigado, buscando oportunidades en su personal, sus antecedentes y otras conexiones, pero hasta ahora no he encontrado nada útil. Acercarme a él no va a ser tan fácil como esperaba. Mientras tanto, sigo prisionera. Atada a Nero, me guste o no. Paso la mayor parte del tiempo encerrada en este apartamento. Nero se va cuando me despierto por la mañana y regresa tan tarde cada noche que a veces me pregunto si siquiera regresa. Ojalá y no me importara donde recuesta la cabeza por la noche. O con quién. Necesito salir de aquí antes de perder la cabeza, así que, por capricho, llamo a mi vieja amiga del colegio, Ariza, la que me encontré en la gala. —¡Lia! — responde con un chillido de emoción. Estaba pensando en ti. Me alegro mucho de volver a verte. ¿Qué pasa? — —¿Qué tal si almorzamos? — sugiero. —¿Me encanta, Giselles al mediodía? — —Nos vemos allí— Cuelgo, complacida. Al menos ahora tengo una razón para salir y alguien con quien hablar, no solo las dudas e inseguridades que rondan mi mente. Me tomo mi tiempo eligiendo un atuendo. Ya le he dado una paliza a la tarjeta de crédito de Nero, pidiendo que me entreguen ropa en el apartamento. Perversamente, he estado pidiendo cosas de diseñador muy exageradas, preguntándome si Nero me confrontará. Pero supongo que eso significaría reconocer mi existencia, algo que no ha hecho en días. No desde el ballet. Sabía que estaba exagerando, provocándolo de la forma en que lo hice. Pero como el ya piensa que soy una princesa mimada, no puede evitar restregárselo en la cara. Cualquier cosa para ignorar los sentimientos que me inspiraba ese esmoquin que apenas contenía sus músculos, con el aspecto de un demonio oscuro y vengador caminando entre la elegante multitud. Me estremezco al recordarlo. Cada vez que me miraba con odio en los ojos, solo me excitaba más, hasta que fue un alivio cuando salió corriendo. No creo que hubiera podido soportar un par de horas sentada a su lado, imaginando esas manos ásperas sobre mi cuerpo, vengándose. Esa boca cruel haciéndome gemir. Cuando llega la hora del almuerzo. Ariza ya está allí esperándome. Es un restaurante en la azotea con vistas panorámicas de la ciudad y un menú vegetariano. Ariza esta impecable con su cabello recién peinado y maquillaje ligero. Volvemos a besarnos al aire, y cada vez es más fácil asumir este papel de socialite de clase alta. Cuando más lo hago, más me siento que nunca me he ido. Pero eso es una fantasía. Se que no soy la misma persona que era antes de irme. Ese hecho se resalta en mi conversación con Ariza. Ambas pedimos una ensalada, pero esta tan ocupada contándome todo sobre su emocionante vida que apenas come. —Y luego estuvimos todas en Amalfi durante el verano— dice, radiante por los recuerdos, y con el facial de mil dólares que acaba de recomendar. —¡Oh, Li, deberías haber estado allí! La arquitectura, el arte. Fue increíble, ¿Pero que estoy diciendo? ¡Debiste haber estado! — —¡Mmmm! — Asiento vagamente, bebiendo mi te helado y estrujándome el cerebro buscando una manera de desviar la atención de lo que he estado haciendo durante los últimos diez años. De alguna manera, no creo que “trabajar en un club de striptease barato y correr para salvar mi vida” la impresione tanto. —Pero olvídate de viajar, quiero saberlo todo sobre tu marido. ¡Cuéntamelo todo! — Ariza sonríe aún más. —Nos conocimos en Napa, su familia tiene un viñedo allí. fue como un cuento de hadas, me enamoró perdidamente— Mientras me cuenta sobre su romance vertiginoso, la lujosa boda, la casa que establecieron juntos, trato de no sentir ni una punzada de envidia. Después de todo, esta es también la vida que se supone que yo estaría viviendo. Si la familia Morelli no me la hubiera robado. En otro mundo, yo sería la que cotillearía sobre viajes y romance. Soñaba con asistir a la escuela de arte en Paris, tener una carrera, un esposo amoroso, y si, también una casa de vacaciones en los Hamptons. En cambio, todo lo que tengo es una serie de nombres falsos y contratos de alquiler de motel de mierda en mi pasado, y la palabra de Nero de que no me matará cuando este trato termine. —Me alegro de que estemos haciendo esto— dice Ariza, sonriéndome genuinamente. —Es agradable ponerse al día con una vieja amiga. Ahora que estás de vuelta en la ciudad, tenemos que pasar más tiempo juntos. Ryan y yo, tú y tu prometido— Cierto. Se supone que Nero es mi prometido. —¿Cuáles son tus planes para la tarde? — añade, hundiendo el dedo en su comida. —No mucho— intento sonar despreocupada. —Unas cuantas compras, ya sabes— —¡Yo también! — exclama. —Tengo que encontrarle a Ryan algo de equipo de casería, pero no es precisamente lo mío— Arruga el labio. —¿Cacería? — pregunto cortésmente. Ella asiente. Nos han invitado a este retiro exclusivo en una cabaña al norte del estado. Por supuesto, nunca ha tocado un rifle en su vida, así que tengo ordenes de que se vea como debe de ser, al menos, para que no quede en ridículo delante de todos los VIP— suelta una risa cariñosa. Es una rutina de unión masculina, ya sabes cómo son. Mientras tanto, disfrutaré de las instalaciones del spa con Fiorella y las otras esposas. Me enderezo. —¿Fiorella? — intento mantener un tono de voz informal. —McComark— responde Ariza, la conociste la otra noche. —Es cierto. Parece agradable. ¿Así que ella y su esposo estarán también en este retiro? — —Si. Además de un puñado de otros tipos de negocios. Ya sabes cómo es— —Claro— asiento, archivando la información en secreto. Ariza hace una pausa. —¿Pero que estoy diciendo? He estado hablando de mi todo este tiempo. Háblame de ti. Mencionaste viajes y obras de caridad en la gala, pero quiero saber más sobre ese galán con el que te vi. —¿Nero? — trago saliva, esbozando una sonrisa. —¿Qué hay que decir? Es… Una fuerza de la naturaleza— —Puedo ver— Ariza me dedica una sonrisa cómplice. —Dios mio, no me extraña que no vayas por ahí con una sonrisa en la cara. ¡Ir a casa todas las noches con un hombre así! — Finjo reírme. Ella no tiene idea de quien es Nero. No tiene idea de lo que es capaz. Pero hay algo en esta farsa que me hace sentir vulnerable por dentro. Una emoción surge dentro de mí que no esperaba cuando sugerí fingir estar comprometida. Arrepentimiento. Y anhelo también. A pesar de todo. —Pero no llevas anillo— añade Ariza, señalando mi mano desnuda. —Ah, claro— la agito con desdén. —Mi prometido es un encanto, pero no siempre piensa en los detalles. El anillo era un poco grande, así que voy a cambiarle el tamaño— —¿Pero es precioso? — —Por supuesto— miento. —No se conformaría con nada que no fuera lo mejor— —¡Me encanta! — Ariza aplaude. —Míranos ahora, es justo como siempre nos lo imaginamos cuando éramos más jóvenes. Dos hombres locamente enamorados de nosotras— Brinda con su copa de agua y yo la sigo. La ironía es que tiene razón. Siempre soñé con casarme con Nero algún día. Pero, por otro lado, no tenía ni idea de cómo era el mundo real. Mirando hacia atrás ahora, era tan ingenua, aunque no me diera cuenta en ese momento. Estaba enamorada de él, y era todo lo que me importaba en el mundo. Incluso cuando mis padres me arrastraron una noche a la protección de testigos, él era todo lo que importaba. Claro, perder la casa y el dinero fue difícil, pero no poder contactar con el chico que amaba. Se sentía como lo peor que me había pasado. No tardé mucho en darme cuenta de lo equivocada que estaba al respecto. había cosas mucho peores por venir, cortesía de los Morelli. Terminamos de almorzar y nos despedimos con abrazos y promesas de reunirnos para tomar algo la próxima semana. Estoy ansiosa por volver y compartir mi información con Nero. Me digo a mí misma que solo quiero seguir adelante con todo este plan y ganar mi libertad, pero en el fondo, sé que tengo un deseo inútil de intentar ganarme su aprobación.
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