Luna encubierta

Capitulo 19

La cena había terminado y la tensión en el ambiente comenzaba a disiparse. Los adultos se habían retirado al salón principal, copas de vino en mano, mientras una suave melodía clásica se filtraba por altavoces ocultos en las paredes.

Mi madre se acercó a mí con una sonrisa sutil y una mirada significativa mientras los Fanning intercambiaban algunas palabras finales con mi padre.

—Lucien, ¿por qué no acompañas a Nicole al jardín? Un poco de aire fresco les sentará bien después de tanta formalidad.

Sabía que no era una sugerencia. El tono de mi madre era amable, pero sus palabras eran órdenes disfrazadas de dulzura. Nicole me miró con una leve sonrisa antes de asentir.

"Me encantaría salir un rato", dijo con calma.

Le extendí el brazo en señal de cortesía y ella lo aceptó con naturalidad. Caminamos por los silenciosos pasillos de la mansión hasta llegar a las puertas de cristal que daban al amplio jardín trasero.

El aire fresco de la noche nos envolvió al salir. El cielo estaba despejado, salpicado de estrellas, y la luna llena brillaba sobre nosotros. Las tenues luces del sendero iluminaban las flores cuidadosamente arregladas, y el suave murmullo del agua de una fuente cercana añadía un toque casi etéreo a la atmósfera.

Caminamos en silencio unos instantes hasta llegar a un pequeño banco de piedra bajo un sauce. Nicole se sentó con gracia, ajustándose el vestido con un gesto delicado, mientras yo permanecía de pie, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón.

"¿Estás bien con esto?" preguntó de repente, con voz suave pero firme.

“¿Con el matrimonio?”, respondí levantando una ceja.

—Sí. Con todo esto. Con… nosotros.

Permanecí en silencio un momento, observando cómo la luz de la luna iluminaba sus ojos azules.

"Es lo que un alfa debe hacer", respondí finalmente. "No se trata de estar de acuerdo o en desacuerdo. Se trata de cumplir con lo que se espera de nosotros".

Nicole dejó escapar una risa baja, casi sarcástica, desviando su mirada hacia la fuente cercana.

“'Hacer todo lo que te dicen'... ¡Qué vida tan emocionante!, dijo con una sonrisa amarga.

“¿Estás en contra?” pregunté, cruzando los brazos.

Nicole me miró directamente a los ojos y sus labios se torcieron en una sonrisa resignada.

—No tengo elección, Lucien. Para mí, es esto o convertirme en una carga para mi familia. Pero, si te soy sincera... —hizo una pausa, bajando un poco la mirada—. Ojalá pudiera casarme por amor.

El silencio que siguió fue casi incómodo. Las palabras de Nicole quedaron suspendidas en el aire, frágiles pero firmes, como si acabara de decir una verdad que llevaba demasiado tiempo cargando.

—El amor pasa a un segundo plano en nuestra posición —respondí finalmente—. Para nosotros, las emociones son un lujo que no podemos permitirnos.

—Tienes razón en eso —dijo con un suspiro, apoyando ligeramente la cabeza en el respaldo del banco.

La brisa nocturna agitó suavemente su cabello dorado y por un instante, Nicole pareció mucho más joven, como si el peso de las expectativas y los deberes se hubiera desvanecido por un segundo.

—Al menos tengo un pequeño consuelo —dijo finalmente con una sonrisa juguetona—. No eres calvo ni tienes sobrepeso.

Una leve risa escapó de mis labios. Nicole parecía diferente bajo la luz de la luna: menos perfecta, menos fría... más real.

—Supongo que debería agradecerte el cumplido —respondí secamente, aunque mi voz tenía un tono divertido.

Ambos nos quedamos en silencio por unos momentos, dejando que la noche nos envolviera.

"¿Crees que esto funcionará?" preguntó finalmente Nicole.

—No lo sé —respondí con sinceridad—. Pero ambos sabemos que no tenemos otra opción.

Nicole asintió lentamente y, por un instante, compartimos una mirada de comprensión. Dos piezas del mismo tablero, atrapadas en un juego donde no éramos más que peones intercambiables.

“Deberíamos regresar”, dijo finalmente.

“Sí, se está haciendo tarde.”

Caminamos de regreso a la mansión en silencio. Al entrar, nuestras familias seguían conversando, copas de vino en mano.

“Ha sido una velada agradable”, dijo Nicole cortésmente.

“Sí, así es”, respondí, asintiendo levemente.

Nuestros padres intercambiaron unas palabras más antes de despedirse formalmente. Los Fanning salieron de la mansión y yo subí las escaleras hacia mi habitación.

Al entrar en mi habitación, me quité rápidamente el esmoquin y lo colgué con cuidado en el armario. Me puse unos vaqueros oscuros, una camiseta ajustada y una chaqueta de cuero.

Estaba ajustando mi reloj cuando mi teléfono vibró en la mesita de noche. Era Cassian.

—¡Oye, hermano! ¿No vienes a la fiesta de bienvenida? —su voz iba acompañada de música a todo volumen y voces alegres.

—Estaré allí en unos veinte minutos —respondí, cogiendo las llaves de mi moto.

Antes de poder irme, mi madre entró con una suave sonrisa y una bandeja con un pequeño postre.

—¿No te quedas, querida? Preparé tu postre favorito.

—No, mamá. Necesito aclararme un poco las ideas.

—¿Por qué, hermano? —preguntó Déborah, entrando detrás de ella, con la decepción evidente en su rostro.

Dile a papá que me voy. Tengo clases mañana temprano.

Mi madre asintió resignada mientras Deborah dejó escapar un suspiro dramático.

—Está bien, Lucien. Pero ten cuidado.

—Lo haré —respondí, besando la frente de mi madre y alborotando suavemente el cabello de Deborah antes de salir.

El rugido de mi moto Ninja rompió el silencio nocturno mientras descendía por la sinuosa carretera que conectaba la mansión con la ciudad. La brisa fría me azotó la cara, quitándome algo de peso del pecho.

Mi destino era Moon Rise, uno de los clubes más populares de la ciudad. Todos los años, al inicio del ciclo escolar, el club organizaba una gran fiesta de bienvenida para los estudiantes de las academias cercanas.

Las luces de neón del club brillaban a lo lejos mientras me acercaba. La fila de estudiantes en la entrada era larga, pero para alguien como yo, no era un problema.

Apagué el motor, me quité el casco y me preparé para sumergirme en una noche que, esperaba, me ayudaría a olvidar, aunque fuera por un momento, el peso de lo que significaba ser Lucien Reinhardt.