Capitulo 3

1659 Words
Dudé justo antes de tocar el timbre, pues Pooja Didi era la única persona en mi vida que no sabía que me habían expulsado. Aunque no me importaba lo que pensaran papá y Kishore, sabía que se decepcionaría de mí. Pero tenía que hablar con Pooja y explicarle la situación antes de que se enterara por alguien más. Déjenme contarles un poco sobre Pooja Didi. Fue una persona muy importante en mi infancia. Era tres años mayor que yo y solía ser mi niñera. Cuando Pooja Didi estaba en la universidad, nos daba clases particulares a Jhanvi y a mí cuando éramos niños, y cuando crecí, me enseñó a conducir mi primer coche. Fue la única persona que vino a recibirme a la universidad y me animó cuando gané premios académicos. Durante los primeros meses después de empezar la universidad, me llamaba todos los domingos. Aunque procuraba no hablar de lo que pasaba en casa, en nuestras llamadas dominicales hablábamos de casi todo. Poco después de casarse, empezamos a charlar aún más. Al final, hablaba con ella durante horas todos los días. De hecho, diría que la consideraba como mi hermana mayor, más que mi propia familia. Llevaba una semana evitando sus llamadas y mensajes desde que me expulsaron. Sabía que tenía que contarle lo que había pasado antes de que nadie más se enterara. Probablemente estaría sola a esas horas, ya que su marido estaría trabajando. Tras tocar el timbre varias veces, por fin oí pasos que se acercaban a la puerta, que se abrió de golpe. Ante mí estaba Pooja Didi, vestida con un sari morado oscuro con bordados dorados en los bordes. Su larga melena le caía lisa sobre los hombros y llevaba muy poco maquillaje. Pero a pesar de su sencillez, lucía deslumbrantemente bella y elegante. —¡Oh, Dios mío! ¿De verdad eres tú? —exclamó Pooja Didi al verme allí de pie. Saltó a mis brazos y me abrazó con fuerza. Solté una risita y la abracé con fuerza. —Me alegra verte también, Pooja Didi. Retrocedió, tomándome de la mano, y me condujo al interior de la casa. Era solo tres años mayor que yo y lucía tan hermosa como siempre. Se veía tan bella con su sari. No pude evitar fijarme en la curva de su cintura mientras caminaba delante de mí. Pooja Didi no era muy activa en r************* ; ni siquiera se molestaba en tener una foto de perfil en w******p, así que esta era la primera vez que veía su rostro en tres años. Nunca la había considerado más que mi hermana y mejor amiga, pero tenía que admitir que era guapísima. Medía alrededor de un metro sesenta y ocho; tenía una piel morena impecable; grandes ojos marrones; y labios rojos y suaves. Su cabello n***o azabache, sedoso y natural, enmarcaba su rostro con forma de corazón a la perfección. Lucía un bindi de tamaño mediano en la frente. Se me aceleró el corazón al notar lo firmes que se veían sus grandes pechos bajo la blusa. Mi mente se apresuró a compararla con Nora, Jhanvi e incluso con Tara. Las tres eran despampanantes, pero Pooja Didi poseía una belleza delicada que las demás no tenían. Era naturalmente elegante y con clase, a la vez que tremendamente atractiva. Para mí, era un diez sobre diez. —Te seré sincera, estaba teniendo una mala semana, ¡y esta es sin duda la mejor sorpresa de todas, Chotu! —dijo riendo y se dio la vuelta para guiarme hacia la casa. Su risa me hizo darme cuenta de cuánto la había extrañado. Aunque solo hubiera sido una semana sin hablar, la había echado muchísimo de menos. Había sido una de las pocas personas en mi vida que nunca me dio la espalda. No supe cuánto la había extrañado hasta que la volví a ver. La abracé por la cintura desde atrás, rodeándola con mis brazos y apretándola con fuerza, presionando mi pecho contra su espalda. Se detuvo, inmóvil entre mis brazos, mientras yo hundía la nariz en su cabello e inhalaba su fragancia. Olía de maravilla. La abracé con fuerza y apoyé la barbilla en su hombro. —¡No te imaginas cuánto te he echado de menos! —le susurré al oído. Sentí cómo su cuerpo temblaba entre mis brazos. Podía sentir su corazón latiendo con fuerza mientras la abrazaba con fuerza. No sabía si era miedo o emoción. En cualquier caso, no pude evitar apretarle la cintura mientras la abrazaba. Ella se giró lentamente entre mis brazos hasta que quedamos frente a frente. Al cabo de un rato, finalmente habló. —Yo también te extrañé, Chotu. Muchísimo. Más de lo que te puedas imaginar. La solté y retrocedí mientras ella se giraba para mirarme. Una lágrima rodó por su mejilla. —¿Por qué no me devolviste la llamada en toda la semana? —preguntó. —Yo... yo estaba tan avergonzado, y pensé que sería mejor reunirme contigo y contarte lo que pasó. Lo siento, Didi —dije en voz baja, mientras se me llenaban los ojos de lágrimas. Me rodeó con sus brazos de nuevo y me abrazó con fuerza. Me acarició la espalda con suavidad y me besó en la frente. Siempre había sido así de cariñosa conmigo desde que era pequeño. —Está bien, Chotu —susurró con una dulce sonrisa mientras se secaba las lágrimas—. Estoy aquí para ti. Pase lo que pase. Quise besarla en ese mismo instante, pero no me atreví a hacer nada que pudiera arruinar nuestra amistad. Para colmo, estaba casada con Ravi. Me condujo a la sala, me indicó que me sentara en el sofá y desapareció en la cocina. Me hundí en los cómodos cojines con un suspiro. Observé la casa con una sonrisa nostálgica. Nada había cambiado mucho en los últimos tres años. Todo estaba ordenado y limpio, y la estantería seguía repleta de libros de texto y de consulta científica. Pooja Didi seguía dando clases particulares a los niños del barrio. En la mesita auxiliar había varias fotos de Pooja Didi y mías. En una nos hacíamos un selfie juntas. En otra, Pooja Didi estaba recostada en mi regazo, leyendo un cómic. En otra, Pooja Didi me besaba la frente. Esa foto en particular me hizo sonreír. Vi una foto de ella y Ravi el día de su boda. Estaba absolutamente preciosa con su vestido de novia. El velo le cubría el rostro, así que no pude distinguir si sonreía o lloraba. Aun así, lucía radiante. Me dio vergüenza ajena ver la cara de Ravi. Sonreía ampliamente a la cámara mientras le tomaba la mano. Supuse que estaba eufórico por casarse con la chica más guapa del pueblo. Yo, sin duda, estaría igual de feliz si fuera yo. Tomé una de las fotos de Didi y yo y estaba mirando su sonrisa en la fotografía, cuando Didi salió de la cocina con dos tazas de té en las manos. Me esforcé mucho por no mirarle la cintura mientras caminaba por su casa con un sari. Era delgada, pero con curvas en los lugares adecuados. Se había anudado el sari y lo había metido por dentro, lo que me permitió apreciar aún mejor su esbelta cintura. —Ahora dime por qué has estado ignorando mis llamadas, idiota —me dijo mientras me golpeaba con fuerza en la cabeza, sentándose a mi lado. —¡Ay! ¿Y eso por qué? —grité de dolor. —¡Porque eres un idiota! —resopló—. Y si no me gusta el motivo por el que ignoras mis llamadas, ¡te voy a echar de mi casa! —Sí, señora —murmuré en voz baja. Me miró con recelo por un instante, sabiendo que me estaba burlando de ella. —¡Vale, vale, suéltalo! Le conté todo lo que había pasado el último mes, desde que me expulsaron de la universidad hasta que volví a casa. Le conté cómo me había tratado Nora y lo enfadado que estaba con Kishore por casarse con Jhanvi. Cuando terminé, temblaba un poco. Se quedó callada un momento, dejándome relajarme antes de responder. —En primer lugar, me alegro de que estés de vuelta en casa —dijo con una leve sonrisa—. En segundo lugar… —me dio otro golpecito en la cabeza en broma. —¡Ay! —volví a gemir. —Eso es por haber sido expulsado de la universidad... Si no estuviera tan contenta de tenerte de vuelta, te habría dado una bofetada más fuerte. —¿No estás enfadada? —pregunté con ansiedad. —¡Anda ya, Suraj! Estabas a punto de incorporarte a tu empresa antes de irte. Además, eres un hacker increíble y conseguirías un trabajo en Google o f*******: en cualquier momento si les demostraras tus habilidades —dijo con desdén. —¿De verdad? —pregunté incrédulo. —Para ser honesta, fui al templo todos los jueves durante los últimos tres años y recé para que volvieras pronto a casa —confesó con una sonrisa tímida. Me atraganté con el té mientras me reía de su confesión. —¿Espera, rezabas para que me echaran; todos los jueves? —¡Todos los sábados también! —admitió con una sonrisa—. ¡Así que puede que haya tenido alguna influencia sobrenatural en lo que sucedió! La abracé con fuerza, la estreché contra mí y la besé en la mejilla. —¡Didi, eres genial! Se puso roja como un tomate y me apartó. —Vale, vale, ya que se acabó el drama. ¡Déjame ver cuánto ha crecido mi Chotu! Me levantó del sofá y me dirigió hacia el espejo del pasillo. Se colocó detrás de mí mientras me acomodaba el cuello de la camisa y me alisaba la ropa. No pude evitar sonrojarme al sentir su roce contra mí por detrás mientras ambos mirábamos nuestros reflejos en el espejo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD