Mi padre se va con Davide y Chiara, por orden suya, Santino, Vito y Alessandro se quedan conmigo. Desde la noticia de Massimo, no he hablado. Y no quiero hacerlo. En el carro yo voy adelante y los tres varones van atrás. —Zita—Llama mi atención Alessandro y solo le contesto con un ligero “mmm” —¿Estas bien? —Si—respondo, sin quitar la mirada de la ventanilla. El camino es silencioso, incomodo. Llegamos al departamento. Mis hermanos y yo vamos a la barra de la cocina. Alessandro saca unas cervezas para todos. —Bien, expliquen—Les digo a todos miran a Alessandro—No, no, no—Les digo—Vito, explica Le pido a mi hermano directamente, porque Alessandro tiende a amortiguar el golpe, y ahorita necesito realidad. Vito suspira, recarga sus codos en la barra —Un año antes de su muerte, empe

