Capitulo 5

1720 Words
Siempre me han agobiado las ciudades grandes, era algo que no me gustaba, me sentía demasiado agobiada en ellas, hay demasiadas personas, tantas que no puedo controlar lo que ellos hacen, la gente no me hace caso, la gente hace cosas demasiado extrañas, no hacían lo que yo quería, hacían lo que ellos querían, era algo que no me gustaba, el no controlar era mi mayor debilidad, pero me aguante, tenía que ayudar a mi hermano por lo que iba a hacer un esfuerzo, a demás esto me iba a servir para conseguir algún nuevo traje por el esfuerzo. Fui en tren hasta la ciudad, hasta Los Ángeles, en la estación donde mi hermano me estaba esperando. —Hola—me saludo mi hermano, se acerco a mi para abrazarme, y balancearme. —Hola—le dije sorprendida. Bran no venía solo sino que venía con su mejor amigo Maximilian, el hermano de Diana, mi mejor amiga. —Que guapa esta mi princesa—dijo Max, le mire sorprendido. —¿Qué haces aquí?—le pregunte. Él me miro sorprendido. —He venido a saludarte—me dijo como si nada. Negué. No era que los amigos de mi hermano me cayeran bien, eran como mis hermanos , eran parte de mi familia, eran lo mejor que em había pasado en la vida, eran maravillosos, eran demasiado buenos y les quería, pero les iba a pegar por pesados. —Vamos—dijo mi hermano y me cogió mi bolsa. Aunque odiase las ciudades, me iba quedar ahí todo el fin de semana ya que mi hermano me había pedido ayuda en algo importante, esperaba que no fuera demasiado porque no pensaba quedarme más tiempo del necesario ya que el lunes tenía entrenamiento y no podía perdérmelo. —Espero que hayas comprado chocolate—le avise a mi hermano. Mi hermano llevaba una dieta demasiado sana, hacía demasiado deporte y comía de forma sana, nada de dulces ni nada parecido, pero yo no seguía su dieta sino que tenía la mía, tenía que comer algunas cosas en concreto antes de las competiciones y había comidas prohibidas pero eso no me hacía el no poder comer chocolate. —Tengo un armario solo para ti—me aviso. Negué. Salí con mi hermano y Max para ir al coche e ir al piso de mi hermano con gran tranquilidad, mi hermano vivía en pleno centro de la ciudad cosa que odiaba con todo mi ser, cada vez más, me gustaba la tranquilidad de las casa en el campo, donde escuchar a los pájaros cantar, o ver las estrellas era algo de siempre y no algo que vivías en ocasiones. Llegamos bastante rápido al apartamento de Bran desde la estación de tren, al llegar pasamos directos al apartamento. Me senté en el sofá. —¿Qué pasa?—les pregunte. Los dos me miraron. —Te vamos a contar una cosa que Peter no puede saber—comento Max. Le mire impresionada, Peter Wilson era el tercero de su grupo, los tres mosqueteros le llamábamos Diana y yo, él también tenía una hermana de nuestra edad, Lucy pero aunque era nuestra amiga, estudiaba en un internado y en verano se iba a una academia por lo que verla era casi imposible pero no nos llevábamos mal con ella. —Vale—me queje y les mire. —¿Sabes quien es Bianca Romanov?—me pregunto mi hermano sentando se en el sofá enfrente mía. le mire impresionada. —Si—me limite a contestar. Sabía perfectamente quien era Bianca, era la única hija de Ivan Romanov, el ruso amigo de mi padre que murió la noche que el se quedo en silla de ruedas, mi padre y él podían no estar de acuerdo en muchas cosas pero eran demasiado amigos, y eso decirlo en un lugar donde el crimen organizado es lo normal, es complicado, nadie es amigo de nadie, todos son solo alianzas que se hacen para tener el control de algo pero la relación de mi padre y Ivan, era diferente, los dos tenían los principios de poner antes la familia que nada, por lo que en cuanto a proteger a sus hijos se refería, todo valía, aunque Ivan ni siquiera pudo conocer a su hija, era una enorme desgracia y todo por los italianos.  —La quieren casar con Valentino—me dijo mi hermano y le mire. Mi hermano no era una persona que hablara conmigo de chicas de forma sencilla, siempre me daba largas para contarme sobre lo que sentía parecía que era imposible que alguien le gustara en serio o le interesara al menos. —Lo quieres evitar—dije. Los dos chicos me miraron. —¿Y por que no podría contar esto a Peter?—les pregunte sorprendida. En el crimen, siempre hay que tener aliados, personas que estarían dispuestas a hacer todo por ti, desde sacarte del país a matar por ti, en el caso de mi hermano Max y Peter eran esas dos personas, eran dos buenos amigos, demasiado, hacían todo lo que fuera necesario por mi hermano, en ocasiones no les importaba delinquir por él, era algo demasiado bueno, tener gente así en su vida, me gustaba, me caían muy bien pero no era algo que iba a ir contando como si nada, que la gente supiera lo que pensaba de ellos no era algo que entrara en mis planes. —La mejor amiga de Bianca, bueno una de sus dos mejores amigas es Liana Miller—me dijo Max. Les mire. Solo había una persona a la que Peter jamás se acercaría, bueno una familia, los Miller, quienes estaban demasiado obsesionados con destruir a los Wilson, la familia de Peter, para ser sincera los dos se dedicaban a la moda pero lo que Peter diseñaba era mucho más bonito que lo que sacaba la compañía de los Miller, no era porque Peter fuera como mi hermano, sabía ser objetiva pero usar un globo como tela no es algo que me atraiga, y menos para salir con eso a la calle. —Os queréis acercar a ellas—comente. Los dos asintieron. —Pues que se acerque a la otra amiga—dije como si nada, en ocasiones me daba la sensación de que no pensaban, de que ni siquiera querían hacer ese esfuerzo y me mandaban a mi directamente a pensar por ellos. —No—me grito Max sin dudarlo. Le mire impresionada. —La otra amiga es Amanda Bernard—me comento mi hermano. Mire a Max, todos los que le conocíamos sabíamos que solo una persona tenía el corazón de ese chico, ella era dueña de este aunque ella no lo supiera, creo que siempre lo tendría, era demasiado complicado de explicar pero era así, Amanda entro en la vida de Max en un momento que era vulnerable, le dio toda su bondad y eso hizo que más la quisiera por siempre, no se si estaba bien que después de más de diez años la siguiera amando pero no es en algo que me vaya a meter, porque me parece tierno. —Vale, toda tuya—le dije a Max quien me miro. —Sigue siendo igual de angelical—me conto Max con todo de enamorado. —¿Has hablado con ella?—le pregunte sorprendida. Puede que ame ser la reina del hielo y que lo sea, pero estos chicos son mi debilidad, por lo que me gustaba ser amable con ellos, eran demasiado buenos por muy de malos que fueran, eran angelicales y dulces, que no engañaran con sus caras de mala leche, tenían un gran corazón. —Si, pero no le ha dicho quien era—me conto mi hermano, le mire—Lo peor es que hemos metido a Liana en la vida de Peter con mentiras y él no lo sabe—añadió mi hermano. Max se sentó a mi lado y le mire. —Estáis jugando con fuego—les avise y los dos me miraron. —Te hemos traído para que nos ayudes, no para darnos un sermón—se quejo mi hermano y le mire. —No sabes si Bianca quiere a Valentino y esa unión es de acuerdo propio, has supuesto que porque tu odias a los italianos, ella también lo hace—le dije. Bran me miro. —Nadie saldría con los asesinos de su padre—me dijo. Suspiré, no todo el mundo era tan rencoroso como mi hermano, ella podía entender que Valentino no tuvo nada que ver e intentar superar las rencillas que tenían, haberse enamorado de él a pesar de todo. —Amanda se va enfadar cuando se entere por no decir que Peter se sentirá traicionado—comente intentando dejar el tema de Bianca porque sabía que con mi hermano no iba poder llegar a nada, él iba creer con todo su ser que ella estaba obligada en esa relación, que no niego esa posibilidad pero meterse en las vidas de esas tres chicas como lo estaban haciendo estaba demasiado mal. —Lo sabemos—me dijo Max y le mire. —Estáis jugando con la vida de cuatro personas, esto puede salir muy mal o muy bien—les avise. —Necesitamos consejo, no sermones—me dijo mi hermano. Le mire. —No tengo consejos de amor, no se que decir—le dije, mi hermano se dejo caer en el sofá frustrado—Te recuerdo que jamás he tenido pareja—le dije. —¿Y ahora que hacemos?—pregunto mi hermano cansado. —Llamar a Diana, ella lee romance seguro que saca alguna idea de alguna historia—les propuse. —Ni de coña, mi hermana seguro me mata si se entera—me dijo Max. Diana era demasiado defensora de la sororidad por lo que no iba dejar que mintieran así a mujeres, así que haría que lo confesaran o se lo contaría ella misma, no me extrañaría que lo hiciera, me dolía tener que ocultar este secreto pero esperaba que las cosas salieran bien, por el bien de todos, y por el bien de no comenzar guerras, no quería estar con miedo constante a ser atacada, no ahora que tenía cerca el equipo olímpico.
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