El domingo perdí el tren hacía casa pero por suerte mi hermano decidió llevarme en coche hasta casa, luego se iba volver a su casa pero eso no era asunto mío.
—Podías a ver cogido el tren de la mañana—me dijo Bran conduciendo en silencio, era lo primero que me decía en más de una hora de viaje y era una tontería.
—Tengo entrenamiento a las seis de la mañana, necesito dormir bien para dar todo de mi—le dije.
Por mucho que el tren solo tardara tres horas, si este era a las cuatro de la mañana, primero no llegaba y segundo no descansaba bien preocupada por si iba llegar al entrenamiento, además era cosa de él que hubiera perdido el tren que se dedico a entretenerme con todo.
—¿Y que pasa si llegas tarde o no vas?—me pregunto.
Le mire sería, esperaba que estuviera bromeando porque no me hacía mucha gracia lo que estaba comentando.
—Que no me dejan participar en las competiciones, si no participas los ojeadores no me ven y adiós entrar en el equipo olímpico—le explique.
Me molestaba demasiado que la gente no se tomara en serio mi sueño de ir a las olimpiadas, tenía muchos premios, podía tener los mayores trofeos del mundo pero no era demasiado pocos, no era lo que yo quería, lo que yo merecía, quería estar en las olimpiadas, quería que mi nombre fuera recordado por los años de los años.
—Verdad, las olimpiadas—me comento, las olimpiadas eran el acontecimiento deportivo más importante y no comprendida—Sabes que si quieres hago una llamada y entras al equipo de Irlanda—me dijo.
Le mire, mi familia tenía mucha influencia no solo porque eran parte del crimen organizado, ser una de las mafias más importantes de Europa y quizás del mundo, nuestra empresa, la legal era demasiado influyente y rica.
—Quiero entrar por mis méritos—le dije.
Bran agarro mi mano con fuerza.
—Eres la mejor—me dijo y apretó mi mano con fuerza—No dejes que nadie te haga creer lo contrarío, y recuerda que si alguien te hace algo me avisas—me dijo.
Le mire.
—¿Vas a acabar con mi entrenadora porque me lanza pelotas cuando se enfada?—le pregunte divertida.
Bran me miro de reojo.
—No me refería a eso—me dijo tranquilo.
Esperaba que no hiciera nada, que no hiciera que despidieran a la entrenadora o que no la matara, o algo peor, que no le hiciera desparecer, mi hermano era muy capaz de eso, recuerdo que con seis años tenía un pastor alemán, al vecino le molestaba porque ladraba, como cualquier perro, no daba guerra a las noches pero durante el día labraba y jugaba como cualquier perro, mi perro cayo enfermo porque alguien le daba comida con mata ratas, lo tuvimos que sacrificar. No supimos quien fue, o al menos yo no sabía quien era, pero ese vecino acabo despedido de su trabajo y teniendo que dejar la casa porque no le daba el dinero, nos quedamos sin vecino molesto, no pude recuperar a mi perro pero espero que a ese señor le salieran las cosas muy mal en la vida.
—Bien, no quiero que hagas otro vecino molesto—le dije.
Bran me miro sorprendido.
—Eso lo hizo papa, no yo, se negaba a verte llorar todas las noches porque te hubieran matado a Rex—me dijo.
Mire al frente, mi padre siempre nos cuidaba demasiado que estuviera en esa silla no le impedía darnos todo, hacer todo por nosotros, dar cada pizca de él en hacernos felices, ser para nosotros el padre que merecíamos, no se perdía una sola presentación mía, y fue a cada actividad de Bran hacía en el instituto y la universidad, nunca dejo que el estar en esa silla le hiciera dejarnos, sino que se unió más a nosotros.
—Es el mejor—dije sin dudarlo.
Bran me miro.
—Estás rara—me comento.
—¿Me guardas un secreto?—le dije,
Bran me miro sorprendido pero asintió.
—He quedado con un chico para cenar—le confesé.
Cuando le dije a Thiago que iba llegar para cenar sin dudarlo se ofreció a invitarme a algo para hablar un rato, me gustaba esa iniciativa, para que mentir, jamás un chico me había demostrado tanta iniciativa por verme,
—¿Es el capitán del equipo de futbol?—me pregunto sorprendido.
Le mire riendo.
—No, JJ es solo un amigo—le deje claro—Es un chico nuevo que ha venido—le comente.
—¿Quieres que le investigue?—me pregunto.
Le mire sorprendida.
—No—me queje—Quiero conocerle sin saber nada de él, quiero vivir una locura, el estar con alguien que no sepa nada de este mundo, del que nuestra familia sea la más terrorífica del mundo y yo poder conocerle sin miedo—le dije.
Bran me miro de reojo.
—¿Por que le llamáis JJ?—me pregunto cambiando de tema, sonreí, esa era su forma de darme su apoyo, dejar de preguntarme y hacerme sentir libre de hacer lo que quisiera con mi vida, no iba dejar que nada me pasara, sabía los limites, sabía que si veía alguna alarma roja debía huir pero no había alarmas rojas, no de momento, aunque quizás que fuera italiano era la mayor alarma roja en mi caso pero bueno quien no arriesga no gana ¿Verdad?
—Es un diminutivo, su nombre es John Junior Jones—le dije.
Mi hermano me miro sorprendido, estaba intentando ocultar una risa.
—Te puedes reír—le dije, mi hermano me regalo una sonrisa tranquila, JJ odiaba su nombre pero no podía cambiar las cosas, aunque quisiera su nombre era en honor a su padre, que fue un militar que murió en combate, aquí se lleva mucho lo de apuntarse al ejercito.
—¿Dónde te dejo?—me pregunto Bran, le mire.
—En casa—dije sin dudarlo.
Tenía de ducharme, el viaje en coche me hacía oler mal y no era forma de presentarme a una cita, no era la forma correcta, por lo que necesitaba darme una ducha y vestirme de forma decente, mi madre siempre me recordaba que las primeras impresiones eran lo importante por ello debía impresionar siempre.
—¿Te va venir a buscar a casa?—me pregunto impresionado.
—Si—dije sin entender porque se sorprendía.
—¿De donde es?—me pregunto.
Le mire.
Si le decía que era italiano lo más seguro es que me encerrara en la torre más alta de un convento en un monte frio y in cobertura.
—Frances—le dije sin dudarlo.
Mentiras, me iba a llevar al infierno pero esperaba que mereciera la pena.
—Entonces tiene más de dieciocho—me dijo.
Le mire.
—¿Es un problema?—le pregunte.
Bran paso su mano por su cara y condujo en silencio.
—No si no te hace nada, pero si te hace daño me será fácil enviarle a la cárcel—comento.
Mire a mi hermano bastante impresionada, estaba jodida, ya no era la cosa de que le fuera a odiar porque fuera italiano, y que yo le hubiera mentido con que era francés, que si los dos eran europeos pero no era lo mismo, era demasiado complicado, la relación de mi familia con los italianos era de odio, de desearles la muerte de la forma más cruel que se pudiera imaginar.
—Bran—le llame.
Bran aparco enfrente de mi casa para mirarme.
—No haré nada, si él te hace feliz—me dijo para dejar un leve beso en la mejilla.
Suspiré, las cosas van a ir de mal en peor.