LILLY
—Dos días de corrido, una hora de descanso y veinticuatro segundos de relajación. Me siento muerta… ¡Quiero un capuchino!
Me acuesto sobre su escritorio, desperdigando algunos de sus documentos en el piso del consultorio. Extiendo mis manos al cielo y lo escucho rabiar.
—Hay papeles importantes ahí. ¿Sabes?.
—No fastidies, Ethan.
—Papeles de gran importancia… son de mis pacientes y tú, señorita, los acabas de desordenar.
Sonreí para mis adentros, porque me gustaba verlo rabiar y porque sabía que él podía enojarse con medio mundo, pero no conmigo. Había sido mi mejor amigo desde la secundaria, habíamos salido de fiestas juntos, habíamos ligado juntos y habíamos compartido todo juntos. Éramos inseparables y lo mejor de todo es que nadie lo sabía.
—Ethan… —Mordí mi labio y lo miré seductora. Sus brazos se tensaron un poco debajo de su bata, el bulto en su pantalón creció al ver mi diminuto gesto y usando un poco de mis encantos para fastidiarlo más, me senté sobre el escritorio con mis piernas abiertas, lanzando su laptop al piso, bajé de un saltito a su regazo y moví mis caderas, tanteando su dura erección. —Ahora es viernes…
—De eso quería hablarte. Tengo que ir a un lugar antes y no sé si regresaré a tiempo al apartamento.
—Pero ya pedí la pizza y las cervezas.
Posó sus manos en mis muslos, metió sus manos hasta encontrar mi braga, y cuando iba a enloquecerme con sus dedos, su teléfono vibró.
A lo lejos vi que decía "Susan" pero no le quise dar importancia. Sabía que no tenía que reclamar nada y que no estaba en derecho de hacerlo. También era consciente de que, él y yo solo éramos amigos.
Contestó el teléfono sin sacar su mano izquierda de mi área, en extremo profunda y erógena, sin prisas se dedicó a bajar de un lado mi braga y logrando su cometido, acarició mi humedad.
Si bien estaba excitada, el que estuviera hablando por teléfono con la chica que casi logra enamorarlo, no me hacía sentir bien. Podía ser solo diversión, pero sentía que me tocaba mientras pensaba en ella, por lo que apartando su mano me levanté acomodando mi ropa, y salí de su consultorio sin voltearlo a ver, aunque sí pude sentir su mirada intensa sobre mí.
Daba lo mismo, me comería esa pizza y me tomaría esas cervezas yo sola. Después de todo él no estaría en el apartamento, así que lo tenía para mí sólita.
Quizá buscaría mi cobrador, o llamaría a alguien, o a solo sería yo, la comida chatarra y una maratón de "Guardianes De La Bahía". Nada mejor que eso.
…
Hace días que no descansaba, que no me daba tiempo para mí y no disfrutaba de un momento para consentirme; lo que a mi parecer, ya era el colmo, pues me merecía aquel descanso.
Habíamos buscado como locos el arma nuclear que los rusos tenían por algún lado, habíamos buscado las pistas de Aaron de nuevo, luego de que lo dejara escapar, y había discutido con Cindy por no haber hecho nada durante la misión, mientras que a Dave casi lo matan y… Bueno, yo de alguna forma estaba entrevistando al objetivo. Eso también cuenta.
Estaba de lo más relajada escuchando música de Morat, cuando mi teléfono vibró y al levantarlo de la orilla seca de la tina, casi lo dejo caer al agua al ver el mensaje de Eiler, en tono de reclamo.
Hermano bobo:
¡Gracias por traer el postre a mi cena de compromiso, la cual empieza en media hora, Lilly!*
¡Carajo! ¡La cena era hoy!
Me levanto de prisa, deslizándome con el piso de mármol mojado de la tina, me sostengo de las orillas y salgo como meteoro hacia mi habitación.
Adiós, momento de relajación, adiós, noche solitaria de Lilly y adiós, calma y paz interior.
Hace un tiempo que dejé la casa de mis padres, pues quería mi espacio y quería sentirme independizada, o sea, vivir sola, pero entonces al no encontrar un lugar, Ethan me dejó el cuarto libre del apartamento que había comprado para vivir en California, mientras trabajaba para los White en su exclusivo hospital.
Ethan era todo lo contrario a Aaron. Su cabello era un poco más oscuro, sus ojos eran de un exótico color esmeralda, que a veces parecían tornarse color turquesa y en el reflejo del agua brillaban como si fueran dos extraños orbes verdes o azules.
Eran hermosos.
Su piel era de color nivea, su mandíbula era cuadrada y su nariz era respingada, su cuerpo era una divina tentación que robaba miradas y suspiros por doquier y cuando sonreía, hasta el sol se detenía a ver tan hermoso espectáculo. Su mirada seductora, su estatura de 1.86 y su capacidad para almacenar tanta información… todo lo volvía el tipo perfecto. Pero como la gran mayoría, tenía un defecto…
Era un idiota.
Un jugador.
Pero eso a mí me daba igual, era su mejor amiga, por lo que sus decisiones eran suyas y nada más. Yo solo agradecía que me permitiera quedarme en su apartamento, aunque a veces me tocara escuchar como su cama crujía en medio de una serie de vaivenes, mientras se follaba a una extravagante chica con complejos de diva, que al final de la noche de sexo creería que él la llamaría. Pero él no solía hacer eso, no repetía conquistas y tampoco lo necesitaba. Las mujeres llegaban a él con solo respirar dentro de donde sea que él estuviera.
Consultorio, bar, hotel, conferencias, capacitaciones de medicina, fiestas familiares y con invitados cercanos… sí, tenía donde elegir.
Cuando eso pasaba, yo mejor colocaba música y trataba de dormirme. Eso callaba un poco los gemidos escandalosos de las mujeres, mientras follaban.
¿Si me molestaba? No, éramos solo amigos.
Los mejores amigos.
Ya habíamos tenido un par de encuentros, pero nada más. Luego ambos lo habíamos olvidado. Debo decir que habíamos bebido la primera vez y la segunda, empezaba a entrar en mí cuando una llamada cayó a su móvil. Así que, nada que contar.
En fin ¿En que estaba…?
Ah, sí… ¡La cena de Eiler!
Me despabilé buscando en mi armario algo decente que poder usar, pero lo único que encontraba era lo mismo que ya había utilizado en eventos anteriores, así que no, no tenía nada.
Mientras reparaba en mi habitación sin decorar, la idea de buscar algo en la ropa de Ethan llamó mi atención, pero luego pensé en lo incómodo que sería pensar en que alguna chica deje su ropa ahí y yo usarla, así que negué a esa idea y buscando de nuevo en mi ropa, encontré un vestido un poco pasado de moda. Era blanco, largo hasta la rodilla, de tirantes y pegado de la cintura. Era hermoso, pero demasiado "inocente" para mí.
La tela era delgada, por lo que decidí colocarme un suéter para no mostrar lo transparente de la tela. Peiné mi cabello castañoubio hacia los lados, dejándolo que cayera suelto en cascada por mis hombros, me coloqué un poco de maquillaje, viéndome siempre natural y me puse los zapatos grises de plataforma que me había regalado mamá para mi cumpleaños número 23.
Eran ya las 08:00 PM y de tardar un poco más, a Eiler le daría un ataque. Me enfoqué en llamar a la pastelería que estaba a dos cuadras de aquí, para pedir un postre de tres leches y unas galletas de jengibre. La vendedora era una chica muy amable, y seguro los tendría listos en menos de diez minutos. Ahora solo me quedaba contratar un taxi, puesto que las llaves de mi auto debían estar por algún lado del apartamento… sabía dinde estaban… Seguro estaban por ahí… ¡Las buscaría luego!
El piso resonó con mis fuertes pisadas, mis manos sudaron al no obtener respuesta y después del quinto intento me rendí y decidí tomar el autobus, tomando mi cartera de listones, mi suéter y mi voluntad.
Llegaría tarde y con seguridad el postre iría aplastado y poco presentable, pero igual sería comestible, así que más apresurada que lista emprendí vuelo y bajé al lobby. No obstante cuando el cielo retumbó y un fuerte relámpago me quitó el aliento, me replantee la idea de que el postre sería todo menos comestible. Pero ya que, estaba sola, debía llegar y dar la cara, así fuera solo para que Eiler no me matara por fallarle uno de los días más importantes de su vida.
Eiler era mi hermano mayor, era inteligente, listo, serio, protector y amable, era el hombre ideal para cualquier mujer, y su cabello castaño claro, sus ojos azul zafiro, su barbilla remarcada y su cuerpo de dios griego, lo demostraban a cada paso. Era el sucesor de mi padre en la CIA y ers uno de los mejores agentes con los que la CIA contaba. Su fuerza, liderazgo, apatía por los malos y destreza lo hacían peligroso, y de entre todas sus cualidades la más importante se volvía un defecto.
Era enamoradizo y cuando entregaba su corazón lo hacía en serio. La afortunada de llevarse el paquete entero, y no lo digo solo por ser su hermana, había sido La hermana gemela de Dave, mi ex. Valentina Daigle Woods.
Agente destacada del área de información e inteligencia. Hacker, experta en tecnología y dueña de una de las librerías más grandes y destacadas del país.
Ellos llevaban tres años juntos y al fin iban a casarse, lo que había vuelto loca a mi madre, pues ya quería un nieto. Papá estaba de acuerdo, siempre y cuando quien se los diera no fuera yo, y la verdad yo estaba de acuerdo. Aunque Eiler y mamá insistían en que debía encontrar a alguien, sentar cabeza y no ser igual a mi padre de inmaduro, que encontró sosiego hasta que conoció a mamá.
Al menos era lo que decían, pero ya estoy divagando.
El portero me entrega un paraguas, me regala una sonrisa amable y se mete de nuevo a su oficina.
Tomando valor, cojo una bocanada de aire y doy un par de pasos a la salida, resignada a que me mojaré y llegaré a la fiesta hecha un desastre, pero da lo mismo, al menos me tendrán ahí. Sin pareja, sin postre y sin presentación decente, pero ahí me tendrán. No obstante…
—¿Ethan?
El castaño llega con su rostro de cansancio, su bata blanca y larga del uniforme, su cabello un poco desordenado y su cara de aburrimiento. Me mira y se detiene en seco, me da un ligero escaneo visual de pies a cabeza, se detiene a ver mi pronunciado escote y traga grueso, llevando sus ojos a los míos.
—¿Vas a salir?.
Lleva traje… tiene porte… se ve decente… ¡Sí! Podría funcionar.
Lo tomo de la mano, lo inclino tres centímetros, un poco hacia abajo, a mi altura, me coloco saliva en las puntas de mis dedos y la deslizo por su cabello.
—¿Qué haces, loca?
—Un poco por aquí… y otro por aquí…
—¿Lilly?
—Callate, Ethan.
Le sacudo algunas pelusas de la camisa, le quito la bata y lo llevo a rastras conmigo hasta su auto.
Al final entra tras el volante, pero no coloca la llave. Lo miro interrogante.
—¡Se nos hará tarde…!
—Primero dime para qué…
Bufo y me acomodo bien en el asiento del copiloto.
—A la fiesta de compromiso de Eiler y Val. Soy un m*****o importante ya que soy la encargada del pastel, no me acordaba, no sé por qué tengo que llevar una pareja "Estable" y "Decente" y no quiero ir…
—Porque ahí estará Dave… —Termina por mí.
—¿Puedes creer que me he comprometido dos veces y la relación a durado menos de tres meses?
Ethan ríe, inclinándose sobre mi asiento para abrochar mi cinturón y niega divertido.
—Christian era un idiota y Dave está enamorado de mi prima…
—Que está muerta…
—Sí… pero no olvidas a la persona que has amado toda tu vida en tres meses. Esté o no esté.
Enarqué una ceja.
Él también tenía una historia. Se había encariñado con una chica, estaba embarazada, también era una ex de Christian, había enfermado y posterior a eso, muerto.
Él decía que no era amor. Yo decía que al igual que yo, a veces se replanteaba la idea de si estaba o no enamorado. Era imposible no hacerlo cuando pasaban tantos momentos bonitos juntos, yo me sentía igual, pero luego entendíamos que el amor estaba sobrevalorado y se nos pasaba.
—¿Por qué tengo que ir yo?.
—Eres lo más presentable que tengo. —confesé con sinceridad.
Soltó una carcajada y asintió.
—Bueno… ¿gracias?
Tomé su mano, jugué con sus uñas cortas y entrelacé nuestros dedos, centrando mi atención en la ventana, mientras él iba concentrado en el camino y conducía con una mano.
Sentía un extraño estremecimiento cada vez que rozaba mis manos a las suyas, pero me gustaba tanto que no aparté mi mano de la suya en todo el camino.
La noche apenas comenzaba.