Resistencia y Miedo
El aire se volvía cada vez más pesado, como si la mansión estuviera respirando con él, exhalando su angustia, alimentándose de su desconcierto. Nicholas dio un paso atrás, tropezando ligeramente con el suelo de piedra frío y se apoyó en una de las columnas de la entrada, como si el peso de la casa, de su historia y de todo lo que había descubierto, estuviera empujando sobre él.
- ¡Esto no está pasando! - Estaba a punto de gritar otra vez, pero se detuvo. Un nudo en su garganta lo ahogaba. No podía respirar correctamente - No puedo hacer esto. No puedo... ¡¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?! ¡¿Por qué no pueden dejarme en paz?!
Los recuerdos empezaban a llegar en oleadas. El retrato de la mujer en el estudio, las sensaciones de las pesadillas, las palabras que se repetían, las mismas expresiones en sus propios ojos que había visto en los ojos de Laura. Todo se estaba desmoronando, los fragmentos de la verdad colisionaban en su cabeza y se mezclaban con los ecos de Cedric, con los ecos de Elise.
Y lo peor de todo, él sabía que estaba perdiendo el control. No podía aferrarse a la razón, no podía aferrarse a la realidad que había conocido. Cada segundo que pasaba en esa mansión parecía despojarlo más de su propia identidad, de su propia existencia. Se sentía como un marioneta atrapada en las cuerdas de una historia ancestral que no comprendía.
Sonia lo miró, sus ojos oscuros llenos de comprensión y, aunque Nicholas intentó apartar su mirada, no pudo evitar ver la compasión en su rostro. Un roce de miedo recorrió su cuerpo. Había algo tan inmenso, tan inquebrantable en la presencia de Sonia y Patrick, algo que era mucho más grande que él. Había una verdad oculta en las palabras de ambos, una verdad que lo aterraba.
- Lo que me estás diciendo... - Su voz se ahogó, casi un susurro, mientras la desesperación lo arrastraba hacia un abismo sin fin - ¿Cómo lo saben? - Preguntó con una mezcla de incredulidad y dolor, como si las palabras fueran una sentencia que no podía ignorar - ¿Todo lo que estoy viendo... lo que estoy sintiendo, todo esto... ¿Es real?
Patrick, al fin, dio un paso hacia él, una mano en el hombro, que, en lugar de ofrecer consuelo, solo incrementó el peso de la carga en su pecho. - La historia no puede ser cambiada, Maestro. - Su voz era firme, sabia, como si hablara de algo que llevaba siglos esperando – Pero regresaron para mostrar la verdad siempre sale a la luz, incluso si nos negamos a verla. Pero es la única manera de romper el ciclo.
Nicholas no podía más. La confusión, el miedo, la rabia, todo se desbordaba.
- ¡No quiero saber nada de esto! - Su voz era un grito final, como si se estuviera ahogando - No quiero volver a verla pasar por todo esto. No quiero ser parte de esto. Yo no... no quiero ser Cedric. No quiero fallar de nuevo.
La declaración cayó como una loza entre ellos estremeciéndoles hasta lo más profundo de sus corazones.
Nicholas se apartó de la mansión, como si la mera presencia de la imponente estructura lo aplastara. Su respiración era irregular, casi un jadeo desesperado, mientras las palabras que acababa de pronunciar resonaban en su mente con una intensidad aterradora.
Patrick y Sonia lo miraban en silencio, cada uno procesando el peso de lo que acababan de escuchar. Sonia, con los brazos cruzados y la expresión tensa, se mordía el labio inferior, como si luchara contra el impulso de hablar. Patrick, por su parte, estaba quieto, sus ojos clavados en Nicholas como si esperara algo más, un destello de claridad o un grito que confirmara que todo aquello no había sido más que una explosión momentánea.
Nicholas apoyó las manos en sus rodillas y cerró los ojos con fuerza, como si pudiera bloquear el torbellino de emociones que lo arrastraba. Pero era inútil. Las imágenes de Laura, de Elise, de sí mismo como Cedric, luchaban por dominarlo. Era como si el tiempo hubiera perdido todo sentido, como si estuviera atrapado en un bucle donde cada decisión, cada error, volvía a atormentarlo una y otra vez.
- Ella no lo entiende. - murmuró, su voz temblorosa, casi inaudible. Luego levantó la cabeza, sus ojos oscuros llenos de angustia - Ella es fuerte, siempre lo ha sido. No importa si era Elise o ahora Laura, su devoción, su... su fe en todo esto, en mí, no han cambiado. Pero yo...
Se detuvo, tragando con dificultad. Sonia dio un paso hacia él, pero Patrick le tocó el brazo, indicándole que se mantuviera atrás. Nicholas continuó, con la voz quebrada pero más firme.
- Yo no soy fuerte como ella. No lo era entonces y no lo soy ahora ¡Fallé! ¡La mataron por mi culpa! - Gritó la última palabra, golpeando con el puño su propia pierna como si necesitara sentir algo físico para soportar el dolor emocional - Cedric falló. No pudo protegerla, no pudo salvar a su familia, no pudo... no pudo salvarse a sí mismo. Y ahora yo... - Su voz se apagó y se inclinó hacia adelante, apoyando la frente en la palma de su mano.
- Ahora crees que fallarás de nuevo, - completó Patrick, su tono bajo pero cargado de significado.
Nicholas lo miró, sus ojos brillando con lágrimas que se negaban a caer.
- ¿Cómo no hacerlo? Todo está... predestinado, ¿no? Ya sucedió una vez. Si entro ahí, si acepto esto, la historia volverá a repetirse.
- No necesariamente, - intervino Sonia, su tono firme, casi desafiante - Laura no es solo Elise. Ella, es más. No está ciega ante lo que ocurre, maestro, ni está dispuesta a rendirse ¿Y sabes qué más? Ella te eligió. Cedric, Nicholas, quienquiera que seas, te eligió a ti.
- ¿Y si esa elección la destruye? - Nicholas susurró, su voz cargada de temor. - ¿Y si aceptar esto, ser Cedric, significa condenarla otra vez?
Patrick se acercó un paso, su presencia calmada pero decidida.
- Nicholas, el miedo que sientes es válido. Pero dime algo: si retrocedes ahora, si decides alejarte, ¿Podrías vivir contigo mismo sabiendo que la has dejado enfrentar todo esto sola? Porque te conozco, maestro y sé que ese sería tu mayor fracaso.
Nicholas levantó la mirada hacia él, sus facciones rígidas por la lucha interna. No respondió, pero el peso de las palabras de Patrick era innegable.
- La señora no necesita que seas perfecto. - añadió Sonia - No necesita que seas un héroe. Lo que necesita es que estés con ella, que luches a su lado. Eso es todo. Cedric falló, sí, pero tú no eres solo Cedric. Eres Nicholas y tienes la oportunidad de elegir un camino diferente.
Nicholas respiró hondo, intentando calmar el torbellino en su pecho. Pero incluso mientras lo hacía, las palabras de Sonia resonaron en su mente: Ella te eligió. Esa verdad, tan simple y devastadora, lo atravesó como una descarga. Laura, con toda su fuerza y determinación, había confiado en él. No solo ahora, sino entonces, como Elise. Había creído en él incluso cuando él no podía hacerlo.
- ¿Qué pasa si vuelvo a fallar? - Preguntó, su voz apenas un susurro.
Patrick lo miró directamente a los ojos.
- Entonces fallas. Pero lo intentaste. Y eso, Nicholas, es lo que define a un verdadero Kingsley.
El silencio que siguió fue pesado, pero no opresivo. Nicholas finalmente se enderezó, su postura menos derrotada, aunque aún cargada de duda. Miró hacia la mansión, sus puertas cerradas como una barrera infranqueable y sintió una punzada de algo diferente: no miedo, sino desafío.
- No quiero fallar. - dijo, más para sí mismo que para ellos. Luego, giró hacia Patrick y Sonia, sus ojos llenos de una determinación renovada - Pero no puedo quedarme aquí, fuera, mientras ella está adentro enfrentándolo todo.
Patrick asintió, una pequeña sonrisa curvando sus labios.
- Entonces no lo hagas.
Nicholas miró hacia la mansión una vez más, su mente girando con las palabras de sus amigos y los recuerdos de Elise y Laura. La lucha en su interior no había terminado, pero por primera vez, había una chispa de esperanza.
Patrick lo miró, sus ojos serios, casi pesarosos y suspiró.
- Es momento de prepararse, mi señor. - dijo con una calma que le causó más desconcierto a Nicholas – La mansión no lo aceptará hasta que no esté listo.
- Laura…
- La señora está protegida… La mansión la cuida.
Nicholas suspiró recordando el certificado de matrimonio y sonrió. Si la mansión reconocía a Elise en ella, Laura era una Kingsley. Su esposa…
- Es una Kingsley… - les dijo sacando el certificado de su bolsillo para que lo leyeran y para su sorpresa ambos no reaccionaron sorprendidos confundiendo al joven.
- Lo sabíamos, la mansión nos lo dijo hace años. Lady Elise era la marquesa…
Nicholas lo miró, sin entender, sus ojos llenos de incredulidad.
- ¿Qué estás diciendo? No... No puede ser...
Patrick bajó la mirada un momento, casi como si estuviera recordando algo de hace mucho tiempo, algo que Nicholas no entendía.
- Ningún extraño duerme en Kingsley Hall, maestro. Ningún extraño será recibido aquí.
Nicholas retrocedió, abrumado por la magnitud de lo que Patrick le estaba diciendo.
- No entiendo. - murmuró, su voz quebrada por la confusión - Estas diciendo que mientras yo no reconozca quien soy o quien fui no me dejará entrar. Laura…
- Ella sabe quien es y quien fue y está decidida a ayudarte… La mansión lo sabe y la protege…
- ¿Lo sabe?
- Si, por lo menos quien es, el que debe protegerlo y a la mansión. No sabemos que tanto recuerda … pero sabe que usted no está listo y eso la confunde.
- El relicario… - dijo Nicholas recordando sus dibujos en la libreta y el que lo hubiera encontrado.
Sonia asintió.
Nicholas se sentó en el suelo apoyando la espalda en la puerta…
- Vayan a descansar… Me quedaré aquí. – les dijo con voz apagada. Estaba demasiado agotado con todo lo que estaba pasando.
La pareja se inclinó y se alejó a la casa lateral en tanto Nicholas sacaba el relicario del bolsillo, observándolo con atención… Lo había limpiado y ahora brillaba en sus manos, pero no se atrevió a abrirlo…Tenía miedo de ver la imagen de la mujer que lo había amado tanto como para sacrificarse por él.
El joven cerró los ojos y suspiró.