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1030 Words
El Médico Del Marquesado La habitación se llenó de una tensión casi palpable cuando Bank salió y regresó instantes después, llevando consigo una caja de madera antigua y un par de cuadernos desgastados. Nicholas, que había pasado la noche en vela después de haber sido expulsado de la mansión, apenas levantó la vista. Sus ojos estaban oscurecidos por la fatiga y el dolor, pero la llegada de Banks con esos documentos despertó en él una chispa de interés mezclada con temor. Banks colocó la caja sobre la mesa de café frente a Nicholas y con un gesto firme, la abrió. El olor a papel viejo y tinta seca invadió el espacio. - Estos registros pertenecieron a mi abuelo, Alistair Banks. - dijo el psicólogo, ajustándose las gafas con calma - Fue el médico personal de la familia Kingsley… hasta que dejó la profesión. Todo está aquí, incluido su diario. Revísalo… Nicholas alzó la vista, desconfiado, pero la mención del diario pareció desarmarlo un poco. Extendió la mano hacia el primer cuaderno, un volumen delgado con las esquinas gastadas y lo abrió con cuidado. La letra de Alistair era inclinada, apretada y cada palabra parecía grabada con precisión obsesiva. “5 de enero de 1867 Conocí hoy a Lady Elise Fairchild, una joven de carácter brillante y perspicaz. Es la prometida del Marques Kingsley quien la ha llevado a la mansión para poder preparar la boda. Mi adicción a la morfina que había sido un secreto que me ha consumido por largo tiempo fue descubierta por ella y sin embargo, ella pareció leer mi vergüenza en mis gestos y en mis ojos. En lugar de despreciarme como tantos otros, me ofreció ayuda. ‘La verdad no destruye, Dr. Banks,’ me dijo. ‘Es el secreto el que nos encadena.’ La dama prometió interceder ante el maestro Kingsley para proteger mi reputación frente a la acusación si yo tomaba el primer paso para liberarme de esta carga. ¿Cómo alguien tan joven puede poseer tal sabiduría?” Nicholas dejó escapar un suspiro tembloroso mientras pasaba las páginas. Había más notas sobre Elise: descripciones de sus visitas, de cómo supervisaba discretamente que Banks cumpliera con su promesa de abandonar la morfina, de su insistencia en que los errores del pasado no definían a una persona. - Ella lo ayudó. - murmuró Nicholas, su voz baja, casi reverente. Banks asintió. - Sin ella, mi antepasado jamás habría tenido la fuerza para dejar su adicción. Él le debía todo. Ella le devolvió la confianza y su amor propio. Entonces el hombre le pasó el diario más grueso, uno que parecía haber soportado décadas de uso antes de ser guardado en el olvido. Nicholas lo tomó, con las manos temblorosas y lo abrió en una página marcada. “14 de junio de 1867 Una noche que jamás borraré de mi memoria. Recibí el llamado urgente desde Kingsley Hall. Lord Cedric y Lady Elise han desaparecido. Había rumores, especulaciones, pero nada concreto. Owen está asustado, pero no dice nada. Lord Langley ordenó a sus hombres que no dejaran a nadie salir de la mansión sin dar explicación. Al llegar, me dirigieron al invernadero. Allí, en el suelo frío y húmedo, yacía Lady Elise, su piel tan pálida como el mármol. Mis manos temblaron al revisarla, sabiendo ya que no habría nada que pudiera hacer. Lord Cedric no estaba, pero sus efectos personales estaban dispersos. Su morral de viaje cuando salía a caballo. ¿Quién podría hacer algo así? ¿Cómo puedo confirmar esta muerte, la de una mujer que me devolvió mi dignidad? Juré protegerlos y fallé. Su hermoso rostro, ahora pálido como el mármol, su pecho y manos manchadas de sangre… ¿Fue Lord Langley el causante de esta desgracia? ¿Tanto codiciaba lo que tenía el maestro? Mi pobre señora… Llegué tarde… Tan tarde… Nicholas se detuvo, incapaz de continuar. Cerró el diario con fuerza, sus dedos blancos por la presión. Su corazón latía con una intensidad que le costaba controlar. - Él confirmó su muerte. - susurró, sintiendo un nudo en la garganta. Levantó la mirada hacia Banks, quien lo observaba con una mezcla de empatía y preocupación - Él mismo escribió esas palabras. Vio… vio su cuerpo en el invernadero. Banks asintió, su expresión seria. - Y eso lo destruyó. Mi antepasado nunca volvió a ejercer la medicina después de esa noche. El remordimiento y el dolor lo consumieron. Pasó el resto de su vida escribiendo sobre lo ocurrido, esperando que alguien algún día comprendiera lo que él no pudo explicar. Nicholas se puso de pie, alejándose de la mesa. El relicario, que llevaba en el bolsillo desde que Laura lo encontró en trance, parecía pesar más que nunca. Con un gesto, lo dejó sobre el diario. - Si Elise murió esa noche… ¿Por qué tengo esto? - preguntó, casi para sí mismo. Sus ojos estaban cargados de angustia y confusión. Dio unos pasos hacia la ventana, mirando hacia la mansión en la distancia - Nada tiene sentido. Elise murió allí… y, sin embargo, está aquí. Laura lo encontró. Patrick habló por primera vez desde que comenzó la reunión. - Tal vez murió en cuerpo, pero no en espíritu. La mansión la protegió, Nicholas. Y ahora está protegiendo a Laura, pero si no averiguamos qué ocurrió realmente esa noche… todo esto será en vano. Nicholas apretó el relicario con fuerza. La imagen del invernadero, tal como lo describía Banks, se formó en su mente: el suelo cubierto de vidrio roto, las plantas marchitas alrededor del cuerpo de Elise y el silencio opresivo. La misma posición que había visto cuando encontró a Laura. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, una mezcla de miedo y determinación. - No puedo permitir que eso vuelva a pasar. Ni a ella ni a mí. Si Laura está en peligro… debo encontrar la verdad. Banks se acercó y colocó una mano en su hombro. - Entonces volvamos a los documentos. Hay algo más que debes ver. Nicholas asintió, pero antes de regresar a la mesa, echó un último vistazo a la mansión a la distancia, jurándose que, pase lo que pase, no permitiría que la historia se repitiera.
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