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1107 Words
Confusión Las palabras de Nicholas eran una advertencia, pero para Laura, solo avivaron su determinación. Algo se ocultaba tras esos ojos tormentosos, algo que se negaba a ser revelado, pero ella no estaba dispuesta a rendirse. No ahora. No si involucraba su trabajo. Laura lo observó, sintiendo que había una verdad más profunda en sus palabras. Podía ver la lucha interna reflejada en su rostro, el peso de algo que claramente no estaba listo para compartir. - Está bien. - Su voz se suavizó un poco - Pero no me dejes fuera de esto, Nicholas. Si hay algo que necesitas resolver, tal vez pueda ayudarte. Él asintió débilmente, aunque su mirada todavía parecía distante. - Lo siento por cancelarte esta mañana. Nos veremos mañana en el museo, ¿De acuerdo? Laura lo dejó ir, pero no sin una última mirada hacia él. Algo no estaba bien con Nicholas y, aunque él no estaba listo para admitirlo, Laura estaba más decidida que nunca a descubrir la verdad. Mientras Nicholas se alejaba por el pasillo, su silueta encorvada proyectaba una sombra pesada en el piso brillante. Laura lo siguió con la mirada, frustrada y preocupada a partes iguales. Su atención fue interrumpida cuando una puerta se abrió detrás de ella y un hombre de mediana edad, bien vestido, con cabello entrecano cuidadosamente peinado, salió del consultorio. Su bata blanca impecable y su porte profesional dejaban claro que era el médico que ella buscaba. - Buenos días, señorita. - dijo el hombre, deteniéndose al ver la tensión en su rostro - ¿Es usted quien lo estaba esperando? Laura giró hacia él, sorprendida por su tono cálido. - Oh, sí. Soy Laura. Laura... Kingsley - improvisó. El hombre sonrió ligeramente con una mirada extraña y extendió la mano. - Henry Banks. Soy el médico de Nicholas. Ella estrechó su mano, notando el peso de su mirada analítica. Banks no era un hombre fácil de engañar, pero parecía genuinamente curioso más que desconfiado. - Disculpe si esto parece una intromisión, - dijo Laura - pero estoy preocupada por él. Ha estado actuando extraño últimamente y como... bueno, su pareja, quería asegurarme de que estuviera bien. El doctor la observó por un instante, como si estuviera sopesando la sinceridad en sus palabras y luego asintió. - Entiendo. Nicholas es un hombre complicado, pero está trabajando en ello. Tiene mucho en su mente. Laura iba a responder cuando, al final del pasillo, vio que Nicholas había dejado de caminar. Parecía petrificado, como si algo lo hubiera golpeado de repente. Su respiración se volvió irregular y su mano se aferró a la pared para sostenerse. - Nicholas... - Laura comenzó a caminar hacia él, pero antes de llegar, el hombre se dobló ligeramente hacia adelante, llevándose una mano al estómago antes de vomitar cerca de una planta decorativa. - Por Dios... - murmuró Banks, apurándose para alcanzarlo mientras Laura miraba, alarmada. Nicholas apenas levantó la cabeza cuando ambos llegaron a su lado. Sus ojos estaban vidriosos y su piel, pálida como la cera. - No puedo... - susurró Nicholas, antes de volver a ahogarse en náuseas. - Vamos, entra de nuevo. - ordenó Banks con firmeza, colocándole una mano en el hombro mientras dirigía una mirada rápida, pero inquisitiva hacia Laura - Necesita descansar un momento. Laura intentó seguirlos, pero Banks levantó una mano. - Espere aquí, por favor. Lo llevaré al consultorio y volveré con usted en un momento. Ella asintió, aunque la ansiedad la carcomía. Algo estaba terriblemente mal con Nicholas y no podía ignorar la sensación de que tenía que ver con el retrato... y, de alguna manera, con ella. Al mismo tiempo, la recepcionista se acercó a ella con urgencia. - ¿Señora Kingsley? - ¿Sí? - respondió Laura, desconcertada. - El doctor Banks está ocupado con su esposo ahora mismo, pero le avisará cuando pueda reunirse con usted. Debe ser paciente. Laura frunció el ceño, abriendo la boca para corregirla, cuando la mujer añadió casualmente: - Debe estar asustada, señora Elise. El aire se detuvo en sus pulmones. - ¿Perdón? - preguntó Laura, sintiendo que su voz temblaba. Laura sintió como si el suelo se abriera bajo sus pies. “Elise”. ¿Había dicho eso? ¿De dónde había sacado ese nombre? De repente, una sensación de mareo y un cosquilleo en la base de su cuello le hicieron tambalearse cuando Nicholas la miró con una expresión incrédula al igual que el doctor a su lado. Ella lo había dicho. Elise Kingsley Había algo terriblemente familiar en lo que acababa de escuchar, como si la realidad estuviera empezando a romperse ante sus ojos. Laura se tambaleó un paso atrás, sintiendo que el mundo giraba a su alrededor. El nombre resonaba en su cabeza como un eco distante pero poderoso. Elise. ¿Por qué había dicho eso? ¿Por qué había salido de sus labios sin pensarlo? Su corazón martillaba contra su pecho mientras intentaba buscar una respuesta racional, algo que explicara aquella extraña coincidencia. Trató de recordar cada detalle de su interacción con la recepcionista, cada palabra pronunciada. Pero era inútil: sabía que no había sido un error de la mujer; ella misma había dicho ese nombre. De repente, fragmentos de su sueño regresaron a su mente como una tormenta: el calor de un cuerpo tras ella, el sonido de una voz grave pronunciando ese mismo nombre, la intensidad de una mirada que no podía olvidar. Cedric. Él la llamó Elise. Un escalofrío recorrió su columna, y sus manos temblaron mientras buscaba algo a lo que aferrarse. Sus pensamientos se agolpaban en su cabeza, caóticos, incoherentes. - Esto no puede estar pasando. - murmuró, apenas consciente de que había hablado en voz alta. Intentó calmarse, pero la sensación de familiaridad, la certeza de que algo más grande estaba ocurriendo, no la abandonaba. Había algo en ese nombre, en esa voz que escuchaba en sus sueños, que no podía ignorar. Laura giró hacia la recepcionista, tratando de mantener la compostura. - ¿Dijo... Elise? - preguntó, con un tono casual que contrastaba con el torbellino dentro de ella. La mujer asintió, sin notar su estado. - Sí, eso mencionó cuando llegó. Asumí que era usted. Laura forzó una sonrisa antes de mirar hacia la puerta del consultorio donde Nicholas y Banks estaban ¿Era posible que él también supiera algo? ¿Que esas pesadillas, esos flashes de imágenes, fueran más que alucinaciones? Un pensamiento irracional cruzó su mente: ¿y si Nicholas también conoce ese nombre? - Creo que es mejor que espere aquí. - dijo Banks con seriedad antes de atravesar el umbral con Nicholas.
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