Preocupación
A medida que avanzaban, Nicholas no pudo evitar observarla de reojo. Sus mejillas estaban pálidas, casi translúcidas y sus ojos tenían sombras que no había visto antes. Había algo profundamente vulnerable en ella en ese momento, algo que lo hacía querer protegerla, incluso si él mismo no entendía de qué.
Cuando llegaron al sofá, Nicholas se inclinó y tomó los bordes de la gabardina de Laura, enderezándola con cuidado sobre sus hombros. Luego le alisó la sudadera, un gesto automático que hablaba más de su propia necesidad de control que de la apariencia de ella.
- Laura, mírame. - Se arrodilló frente a ella, intentando captar su atención mientras ella seguía mirando al suelo, perdida en sus pensamientos. Su voz se suavizó, un contraste con la firmeza de sus acciones- No estás sola en esto. Lo resolveremos, pero no si te destruyes en el proceso.
Laura finalmente levantó la vista y en sus ojos vio una mezcla de gratitud y algo más… algo que hizo que Nicholas se sintiera incómodamente expuesto.
- Gracias. - murmuró, su voz apenas un susurro.
Nicholas asintió, manteniendo su mirada por un momento antes de apartarla. Necesitaba recomponerse; la cercanía de Laura, su fragilidad, estaba despertando emociones que no podía permitirse.
- Voy a traerte algo de agua. Y luego, te llevaremos a casa. Esto puede esperar hasta que estés mejor.
Antes de que ella pudiera protestar, Nicholas ya estaba de pie, buscando algo para calmarla. Mientras lo hacía, no podía ignorar la persistente sensación de que, al cuidar de Laura, estaba enfrentando no solo sus problemas, sino algo mucho más profundo y desconocido que resonaba dentro de él. Algo que le susurraba que no podía dejarla sola, sin importar lo que viniera después. Si ella era Elise, el debía protegerla como no pudo hacerlo antes.
Nicholas se quedó mirando a Laura, su mente zumbando con preguntas sin respuesta. Su rostro estaba tan pálido como la luz de la mañana que se filtraba a través de la ventana y sus ojos, normalmente tan vivos, ahora parecían vacíos, como si hubiera perdido algo esencial dentro de sí. No era solo el agotamiento lo que veía en ella; había algo más, algo profundo, algo que le helaba la sangre. La desesperación. El miedo. La desconexión.
- Laura... - su voz salió más suave de lo que pretendía. Se agachó a su lado de nuevo, inclinándose hacia ella, observando cada gesto como si fuera una pista. Su garganta se apretó al ver la manera en que ella apartaba la mirada, como si temiera que él pudiera ver dentro de ella- No puedo... no puedo dejarte así. ¿Qué te pasa? Explícame...
Laura no respondió de inmediato, manteniendo la vista fija en el suelo, como si el peso de las palabras que no quería decir la anclara a su lugar. Su respiración era irregular, como si cada inhalación fuera un esfuerzo.
- No quiero ir a casa. - La voz de Laura se quebró y Nicholas sintió un nudo en el estómago. Alzó la vista para mirarlo, sus ojos grandes y apagados. Era como si no estuviera ahí, como si se hubiera ido, pero su cuerpo permaneciera allí, cerca de él.
Nicholas sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Ella estaba tan lejos. Tan perdida.
- Laura... - la llamó y por un instante, no supo si era un susurro de consuelo o una súplica. Se estaba perdiendo. Y él no sabía cómo alcanzarla.
- Por favor, Nicholas... - las palabras salieron en un suspiro tembloroso- No quiero que me lleves. No quiero que me veas así. No sé lo que está pasando, pero... no puedo irme a mi casa. No sé qué me está pasando. No sé qué está pasando con nosotros.
El “nosotros” la hizo detenerse y él lo notó. La tensión de sus palabras hizo que su corazón latiera más rápido, como si estuviera de repente consciente de que había algo más entre ellos, algo que no podía ser explicado. Algo que lo unía a ella de una manera que él mismo no podía entender, ni siquiera con todo lo que había estado ocurriendo en las últimas semanas.
Su mente comenzó a girar. Recordó la pesadilla que había tenido, los gritos, el calor de la sangre, el frío de la tierra, la silueta de Langley con la pistola. la fotografía. El rostro de la mujer. Su rostro.
El rostro de Elise.
Nicholas cerró los ojos por un momento, respirando hondo ¿Qué demonios estaba pasando?
- Te llevo a donde necesites ir, Laura. - dijo finalmente, sin saber si se lo decía a ella o a sí mismo - Solo... quiero que estés bien. No quiero que te pase nada. Confía en mí, Laura. Prometo que te mantendré a salvo.
Ella levantó la mirada hacia él, su expresión suavizándose. Laura no dijo nada, pero su cuerpo se relajó un poco al escuchar sus palabras. Sin embargo, cuando Nicholas la levantó para ayudarla a caminar, sus ojos se encontraron y en ese momento, Laura lo miró con una intensidad tan profunda que le hizo estremecer. Como si estuviera viendo más allá de su cuerpo, más allá de su alma.
- Confío en ti, Nicholas. Pero prométeme que, pase lo que pase, no actuarás solo. No voy a dejarte.
Era como si, en ese momento, ella estuviera mirando a Cedric. Como si se hubiera vuelto parte de esa historia, más allá de lo que él había imaginado. Había escuchado esas palabras antes...Resonaron en su cabeza como un eco lejano.
Y entonces, como si fuera un reflejo de lo que sentía en su interior, el mundo de Nicholas se desmoronó lentamente, pieza por pieza, mientras las sombras de su pasado y de Laura se enroscaban, apretando sus corazones en una cadena de destinos entrelazados.