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1086 Words
Elise El pasillo parecía alargarse eternamente mientras Nicholas caminaba hacia el lugar. El eco de sus pasos resonaba en las paredes de mármol, cada golpe de su zapato contra el suelo marcando un latido acelerado en su pecho. No había nadie más a esa hora; el silencio era casi opresivo, como si el edificio mismo contuviera la respiración, expectante. Pero el verdadero peso no estaba en el aire a su alrededor, sino dentro de él, aplastando cada pensamiento con una mezcla de miedo, curiosidad y un dolor que no podía nombrar. Había evitado este momento durante años. Elise... El nombre había estado en los márgenes de su mente desde siempre, un eco lejano que aparecía en documentos familiares y en las historias vagas de su abuelo. Nunca se había detenido a pensar en ella como alguien real, como una persona de carne y hueso con un pasado que quizá estuviera atado al suyo más de lo que quería admitir. Y ahora, después de lo que había pasado bajo la sombra del linaje Kingsley, ya no podía escapar de esa conexión. Elise. Cedric. Laura. Todo parecía estar entrelazado en una red que no podía desatar. Cuando la mano de Nicholas rozó la barandilla de la escalera que llevaba a la sección de los archivos, su cuerpo se estremeció por lo que se detuvo un momento. La anticipación lo paralizó. No estaba seguro de lo que buscaba ni de lo que encontraría, pero sabía que cada paso lo acercaba a una verdad que llevaba demasiado tiempo evitando ¿Y si encontraba algo que lo cambiara todo? ¿Y si esas respuestas no eran lo que quería? Laura. Su rostro apareció en su mente, una mezcla de fuerza y vulnerabilidad. Laura, obsesionada con el retrato, con Kingsley Hall, con Cedric. Él había visto el fuego en sus ojos cuando hablaba de todo aquello, pero también había visto la fragilidad en sus momentos de silencio, cuando parecía cargar un peso que no podía explicar. Había algo en ella que lo conectaba a un pasado que no terminaba de entender, un pasado que ahora parecía arrastrarlo hacia sí con una fuerza implacable. Nicholas, siguió bajando las escaleras, cada paso pesado como si cargara una losa en la espalda ¿Por qué ahora? ¿Por qué después de todo este tiempo? Había vivido años evitando la historia de su familia, guardando distancia de la tragedia de los Kingsley y su caída. Había bastado un llamado de Víctor para que todo lo que había enterrado resurgiera con una intensidad abrumadora. No estaba listo para enfrentarlo, pero tampoco podía ignorarlo más. Al llegar al vestíbulo, los ojos de Nicholas recorrieron las puertas de madera que conducían a la sala de los archivos. Estaban entreabiertas y la tenue luz que se filtraba a través de ellas parecía invitarlo o tal vez desafiarlo. Tragó saliva, sintiendo un nudo en la garganta que parecía querer ahogarlo. Era extraño cómo la historia podía pesar más que el presente, cómo los fantasmas de un pasado que no había vivido podían atraparlo con tanta facilidad. Entró en la sala y el sonido de la puerta al cerrarse detrás de él resonó como un disparo en el silencio. Una mujer mayor estaba detrás de un escritorio, revisando papeles con la misma meticulosidad que uno esperaría de alguien que vivía entre documentos y registros polvorientos, levantó la vista al notar su presencia y Nicholas se sintió momentáneamente expuesto, como si su angustia estuviera escrita en su rostro. - Señor Kentwood, buenos días ¿En qué puedo ayudarle? - preguntó, su voz tranquila, pero cargada de curiosidad. Nicholas dudó antes de hablar. No estaba seguro de cómo explicar su presencia allí, ni de cómo justificar su repentina necesidad de saber más sobre una mujer. Finalmente, sus palabras salieron con un tono bajo y contenido: - Necesito acceso a los registros familiares de los Kingsley. En especial… algo relacionado con Elise. Desconozco su apellido El nombre parecía pesar en el aire, como si incluso decirlo tuviera un significado más profundo. La mujer lo miró por un momento, estudiándolo, antes de asentir. - Hay algunos documentos de Kingsley en los registros matrimoniales y de nacimiento de familias nobles en el siglo XVIII y XIX y en documentos encontrados en propiedades antiguas. Están separados por propiedad. Déjeme buscar... Mientras esperaba, Nicholas apoyó las manos en el borde del escritorio y bajó la cabeza, respirando profundamente. Elise. Elise. Elise. El nombre retumbaba en su mente, un tamborileo constante que le recordaba que había llegado demasiado lejos para retroceder, pero, al mismo tiempo, no podía ignorar el miedo que crecía dentro de él ¿Y si las respuestas lo enfrentaban con algo que no podía manejar? ¿Y si lo obligaban a ver algo de sí mismo que había estado ocultando? La mujer volvió con una carpeta en la mano y una caja. - Los registros matrimoniales están en la sala dos. También hay algunas cartas atribuidas a ella que fueron donadas hace años. No están catalogadas oficialmente, pero tal vez le sean útiles. Nicholas asintió y la siguió hacia un pasillo lateral. La sala de archivos estaba iluminada tenuemente, con estanterías que se extendían hacia el techo. El olor a papel viejo y madera impregnaba el aire, una mezcla que siempre le había resultado nostálgica, pero que ahora le parecía opresiva. - Tome su tiempo. - dijo la mujer, dejándolo solo en una sala de lectura rodeada de vidrios. Nicholas se acercó a la mesa central, donde la carpeta y la caja habían sido colocadas. Sus manos temblaban ligeramente mientras se ponía los guantes para manipularlas y abría la carpeta. Lo primero que encontró fue un artículo de periódico, el papel amarillento y frágil por el tiempo en las bolsas de protección. “Elise Fairchild, prometida del honorable Cedric Kingsley. El anuncio formal se realizó en una recepción en la residencia Fairchild. Se espera la boda para junio de 1867.” Las letras bailaron ante sus ojos, como si no pudiera enfocarse en ellas. Elise… Elise era la prometida de Cedric… No un nombre al azar. ¡Era su mujer! ¡¿Porqué nunca encontró esto antes?! Se había enfocado en la caída, en la desaparición y en cómo el marquesado cayó en desgracia. Nunca en la vida anterior de Cedric ¡Esto era imposible! Sus dedos pasaron por el papel, como si al tocarlo pudiera conectar con algo más profundo. Había algo en esa fecha, algo que le parecía extrañamente familiar, pero no lograba ubicarlo.
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