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906 Words
La Mansión Protege A Los Suyos La noche caía como un manto pesado sobre Kingsley Hall y Nicholas permanecía de pie frente a las puertas cerradas de la mansión. Su respiración era errática, las manos le temblaban mientras golpeaba con fuerza la madera maciza. No sabía cuánto tiempo había estado allí; solo sabía que estaba atrapado afuera y que Laura estaba adentro, sola, en un lugar que parecía tener vida propia y que ahora lo había rechazado. El viento soplaba frío, arrastrando hojas secas que se arremolinaban en el suelo, como si la misma naturaleza se hubiera confabulado para mantenerlo fuera. El eco de sus golpes resonaba en la entrada, pero no obtenía respuesta. Su mente era un caos. Cada pensamiento lo arrastraba más hacia el abismo de la desesperación. “¿Y si algo le pasa?” La pregunta martillaba en su cabeza sin tregua. Había tratado de protegerla mintiéndole, negando lo que él mismo empezaba a aceptar, pero ahora todo se había salido de control. Ella estaba allí porque él no tuvo el valor de enfrentar la verdad. Si algo le ocurría a Laura, jamás se lo perdonaría. - ¡Laura! - gritó con todas sus fuerzas, el sonido de su voz desgarrando la quietud de la noche. Pero la mansión permanecía en silencio, indiferente a su llamado. Golpeó las puertas de nuevo, esta vez con más desesperación que fuerza - ¡Déjenme entrar, maldita sea! ¡Déjenme ayudarla! Nada. Solo el eco de su voz devolviéndole su impotencia. Dio un paso atrás, su pecho subiendo y bajando con rapidez mientras su mente se llenaba de imágenes terribles: Laura atrapada, perdida, lastimada… o peor. - Por favor… - murmuró, apoyando la frente contra la madera fría - No me hagan esto… No puedo dejarla sola… Unas luces a lo lejos rompieron su ensimismamiento. Nicholas se giró, parpadeando contra la oscuridad y vio cómo un automóvil se detenía frente al camino de entrada. Reconoció el auto incluso antes de que la figura alta y seria de Patrick bajara del asiento del conductor, seguido por Sonia, que se apresuró hacia él con el rostro lleno de preocupación. - ¡Nicholas! - llamó Sonia, acercándose rápidamente - ¿Qué demonios está pasando? Él levantó la vista hacia ellos, su rostro pálido y marcado por la desesperación. - La mansión… me expulsó. Laura está adentro y no puedo llegar a ella. Patrick frunció el ceño, cruzándose de brazos mientras miraba las puertas cerradas de la mansión. - ¿Expulsado? - repitió con incredulidad - Eso no tiene sentido. - Tiene todo el sentido - interrumpió Sonia, su tono grave y cargado de implicaciones - La mansión lo rechaza porque sigue negando quién es. Pero dejó entrar a Laura porque… porque ella ya lo aceptó. Nicholas dio un paso hacia ella, sus ojos llenos de rabia y miedo. - ¡No me vengas con esa basura mística ahora, Sonia! ¡Laura está en peligro y necesitamos sacarla de ahí! - ¿De verdad crees que puedes ayudarla con esa actitud? - replicó Sonia, cruzando los brazos mientras lo enfrentaba - La mansión está protegiéndola de ti. Deberías agradecer que la dejó entrar. Patrick levantó una mano, deteniendo la discusión antes de que escalara. - Calma, los dos. Sonia, ¿Estás segura de que la mansión no le hará daño? Sonia lo miró con seriedad, pero algo en sus ojos reflejaba incertidumbre. - La mansión no es un lugar maligno, Patrick. Protege su legado, protege a los suyos. Laura está a salvo… siempre y cuando no la perturben más. Nicholas soltó una carcajada amarga, pasando las manos por su cabello. - ¿A salvo? ¿Cómo puedes decir eso? Está sola ahí dentro, con todo este maldito caos… ¡No sabes lo que puede pasarle! Patrick colocó una mano firme sobre su hombro, obligándolo a calmarse. - Escucha, Nick. Necesitamos pensar con claridad. Si la mansión te expulsó, forzar la entrada no servirá de nada. No podemos ayudar a Laura si perdemos la cabeza. Nicholas respiró hondo, tratando de controlar el temblor en sus manos. Pero la angustia no cedía. Todo en su interior le gritaba que debía entrar, que debía estar con ella. - ¿Y qué hacemos entonces? ¿Esperar? ¿Dejarla sola toda la noche? - No, no esperar. - respondió Sonia, su voz suave pero firme - Debes resolver por qué te rechazó, maestro. La mansión no actúa sin razón. Si quieres salvarla, necesitas enfrentarte a ti mismo primero. Nicholas apretó los puños, su mirada perdida en la oscuridad que envolvía la mansión. Sus palabras resonaban con verdad, pero el miedo lo mantenía atado. El tiempo parecía deslizarse entre sus dedos, cada segundo alejándolo más de Laura. Patrick suspiró, mirando las puertas cerradas con una mezcla de frustración y preocupación. - Por ahora, no podemos hacer nada más. Quedémonos cerca. Si algo cambia, si la mansión nos da una oportunidad, debemos estar listos. Sonia asintió, aunque su expresión era sombría. - Y tú… - dijo, mirando a Nicholas directamente - Piensa en lo que la mansión te está diciendo. Porque, créeme, no vas a poder entrar hasta que lo hagas. Nicholas no respondió. Solo se quedó allí, mirando la enorme fachada de Kingsley Hall, sintiendo cómo cada fibra de su ser le exigía actuar, pero sin saber cómo. Por primera vez en su vida, se sintió completamente impotente. Y eso lo aterraba más que cualquier cosa.
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