Encontré las dos cuerdas y le hice un lazo. Los lazos de la parte de abajo seguían intactos, y ella se metió por las aberturas de las piernas mientras yo se las abría. Le subí los pantalones hasta las caderas. Se giró para mirarme. No entendía por qué tenía que vestirla, pues con la leche aún fluyendo, la parte de arriba empapada y las bragas empapadas con mi jugo s****l que le salía.
Dirk interrumpió a Steve y señaló la señal de parada que marcaba los ciento cincuenta kilómetros. —Tenemos como una hora y media.— Miró el indicador de combustible. —Deberíamos llegar con combustible. —
Steve recuperó algunos bocadillos y le ofreció a Dirk una barra de chocolate que él aceptó agradecido.
Después de un rato, Steve continuó. —En fin, dijo que quería volver a verme. —
Le dije que no era una buena idea.
Fue entonces cuando me contó que su marido la engañaba y que tener relaciones sexuales con otra persona era su venganza. Pero tenía que mantenerlo en secreto, y su única garantía era estar con una sola persona. Si corrían rumores de infidelidad, solo una persona podía haberlos iniciado: ¡yo! Así que su oferta se mantuvo en pie y, cuando pudiera visitarla sin peligro, me estaría vigilando desde el balcón, sola o con el bebé, con el bikini blanco. El bikini naranja indicaría que su marido estaba cerca.
Quería negarlo, pero sabía que estaba enganchado. Quería volver a verla. Y el riesgo de ser descubierto lo hacía mucho más emocionante.
Salí y me metí inmediatamente al mar para deshacerme de las pruebas. Justo entonces, mis amigos pasaron por allí de camino a casa para almorzar. Me preguntaron por qué estaba nadando allí y no los acompañé en la playa principal. Les dije que seguía teniendo cuidado con la espalda y que no quería alejarme demasiado por si el dolor volvía. Les dije que había comprado la tirita en la farmacia y que el farmacéutico me la había puesto.
Eso fue el lunes. No la vi el martes porque fuimos en grupo a una playa más pequeña en la otra dirección. Habíamos acordado que cada uno haría lo suyo el miércoles, ya que el chico que organizó el viaje tenía instrucciones de visitar a unos familiares. Creo que sus padres le dijeron que fuera a visitarlos, así que él y su novia no tuvieron muchas opciones. Tenían su propio transporte y salieron temprano. La otra chica del grupo también tenía instrucciones de visitar a unos familiares que los recogieron a ella y a su novio temprano por la mañana. Los tres decidimos que cada uno probara suerte por su cuenta ese día. Los otros dos pensaron, basándose en su experiencia del lunes, que los chicos solteros que buscaban chicas solteras tendrían más posibilidades que un grupo intentando ligar con chicas, ya sea uno por uno o en grupos de tres.
Me retrasé a propósito y los otros dos no quisieron esperarme. Se fueron sin mí, y pude comprobar si mi MILF lactante estaba disponible. Efectivamente, llevaba su bikini blanco mientras amamantaba al bebé en el balcón. Cambié de dirección hacia la entrada y ella abrió la puerta cuando llegué con su control remoto.
La puerta de su piso estaba abierta y entré con cautela. Estaba sentada en el sofá, todavía amamantando al bebé. Me indicó que guardara silencio. Supuse que el bebé se estaba quedando dormido y, en silencio, me acomodé en una silla y observé fascinado.
Después de un rato, se levantó con cuidado y se coló en la habitación donde estaba la cuna para acostar al bebé. Al alejarse, me dijo que me desvistiera mientras la esperaba. Al regresar, ella también estaba completamente desnuda y se desvió al baño para limpiarse los pechos. Al terminar, se acercó a mí y apretó sus pechos contra mi pecho mientras me daba un beso sensual. Sentí gotas de leche resbalando por mi pecho, lo que me provocó una erección.
Todo el tiempo quise volver a probar su leche materna. ¡Joder!, no es algo que se consigue cada vez que se tiene sexo. Parecía que comprendió la novedad y me ofreció el pecho, diciendo que esperaba que el bebé me dejara un poco.
Yo también lo esperaba y me abalancé sobre el pecho en cuanto me lo ofreció. Pude tomar un sorbo de leche, pero no fluía tan libremente como la vez anterior. De hecho, me gustaba más así. Podía jugar con el pezón mucho más tiempo antes de tener que tragar. Y la ventaja era que el flujo disminuía con cada bocado, así que el tiempo de juego se hacía cada vez más largo.
Miré a Juliette, quien me sonrió. Dijo algo así como.—Oye, cariño, parece que tu hermanita fue amable y te dio un poco de leche. —
Me sentí un poco contradictoria, no me impresionaba que me llamaran bebé, pero si eso significaba que podía volver a beber de su pecho, sería la última en oponerme. Solté su teta para beber del otro, pero me detuvo. Fue al Lazyboy, llevándome con ella.
Movió las caderas hacia el borde de la silla y abrió las piernas de par en par, invitándome a comerla. No perdí tiempo y quise comérmela enseguida, pero me detuvo. Dijo que, por la vez anterior, notaba que no tenía mucha experiencia comiendo coños y que quería ayudarme a ser bueno en ello porque necesitaba que la comiera bien.
Esa mañana me dio una clase magistral sobre cómo comerme el coño, qué hacer y qué evitar. Incluyó técnicas con un consolador, un vibrador e incluso un tapón anal. La mojé muchísimo, como una pasta. Ya sabes, como una pasta fibrosa, casi como clara de huevo. La hice correrse dos veces antes de que me la chupara. Esas clases magistrales me han servido de mucho desde entonces.
Después hablamos mientras nos acariciábamos suavemente. Fue entonces cuando me contó del barco y de su marido llevando chicas a dar un paseo. Le chupé los pechos un rato y, cuando me puso duro de nuevo, me llevó a la habitación y se subió a la cama a cuatro patas, ofreciéndose para tener sexo a cuatro patas.
Quise meterle la polla de inmediato, pero me dijo que primero tenía que comérmela de nuevo y que me diría cuándo podía follármela por detrás. ¡Madre mía!, sus nalgas firmes que enmarcaban su coño eran una belleza, y empecé a jugar y a comer. Conseguí un poco de lubricante y le eché un chorrito en la parte superior del escote para que fluyera por su raja y también le diera placer al ano.
Sentí que mi escroto se llenaba cuando dijo que estaba lista para mí. Me guió hacia dentro y enterré mi pene profundamente en ella de inmediato. Empezó a jugar con su clítoris, y yo la agarré de las caderas y empecé a penetrarla. No tardé mucho en explotar. Seguí bombeando hasta que me quedé flácido. Para entonces, un poco de semen masculino ya se había escapado de su coño y fluía por sus piernas hasta el edredón. La cosa empeoró cuando finalmente me retiré.
Me ordenó que me acostara en la cama y se sentó a horcajadas sobre mi cabeza para que pudiera comer de su coño lleno de semen. Después de hacerla correrse, echó las caderas hacia atrás y me ofreció sus pechos. Para entonces, estaba duro como una piedra otra vez y mi glande rozaba suavemente la entrepierna. Estaba excitadísimo.
Apenas empecé a mamar de nuevo cuando su teléfono empezó a sonar. Eran sus padres, que dijeron que iban a ver a su nieta. Apenas tuvimos tiempo de vestirnos y meter la funda del edredón en la lavadora antes de que la llamaran para que abriera la puerta.
Antes de irme, le dije que necesitaba socializar más con el grupo y que no estaría allí el jueves. Luego me dijo que me estaba preparando una sorpresa para el viernes, así que debía descansar para darle un buen chorro de semen.
De hecho, vi a sus padres. Casi choco con ellos y casi me atrapan. Ya tenían el coche aparcado y buscaban algo en él cuando crucé la escalera y doblé la esquina.
Salí corriendo a la playa y me lavé en las olas. Todavía estaba excitado y me dirigí a la playa principal. Pronto me di cuenta de que, aunque ligara con una chica, quizá no consiguiera un polvo y necesitaba otra descarga. Así que me compré una Playboy en la papelería y me fui a casa a masturbarme.
Al día siguiente fui con los otros dos chicos a la playa principal. Juliette estaba en su balcón con su diminuto bikini blanco y el bebé jugando a sus pies. Mis amigos también la vieron y dijeron que estaba buenísima y que les gustaría follar con esa madrecita tan guapa. Empezaron a saludarme. Yo no dije nada y también saludé. Ella me devolvió el saludo y meneó las tetas para el deleite de los otros dos.
—Recogimos tres polluelos en la playa, lo cual es otra historia, y pasé el día hasta la medianoche con ellos.—
El viernes estaba reservado para un paseo panorámico, pero fingí un dolor de espalda para poder ir de nuevo a Juliette. Les dije al grupo que solo necesitaba descansar un poco y que compraría algo en la farmacia si el dolor persistía. Les aseguré que estaría bien solo y que prefería quedarme antes de arruinarles el paseo. Añadí que también necesitaría descansar bien antes de nuestro viaje de regreso a Bloemfontein el sábado.
Me registré temprano para ver a Juliette, pero llevaba su bikini naranja. Cuando me registré dos horas después, no había moros en la costa y entré.
Me quedé paralizado al entrar. Llevaba un vestido elegante con una abertura hasta el muslo. Además, tenía un escote muy pronunciado que realzaba su tentador escote. Dijo que quería enseñarme a besar antes de poder poseerla. Dijo que si recordaba las cinco P del beso, estaría bien.
—Después de explicarme las P, me ordenó sentarme en el sofá, puso música y comenzó a bailar striptease—
—Espera un momento, amigo, no puedes guardarte el secreto de besar. Dímelo para que yo también pueda usarlo.—Dirk parecía interesado en mejorar sus habilidades para besar.