Lynn
Llegue a casa corriendo. Cerré la puerta tan fuerte que llegue a creer que se caería. Obvio era algo exagerado pero es que además de sentirme avergonzada estaba molesta con Annie. No me había llamado.
Mi pecho subía y bajaba con rapidez. Me faltaba el aire de tanto correr.
—Liny, querida–mi abuela me espantó. Apareció de la nada–. Hasta pareces que hubieras visto al chupacabras por lo agitada que estás.
—Abuela...no...exageres...—se me complicaba responder.
—Mejor entra y te doy algo de tomar, sino vas a parecerte a las actrices de mis novelas cuando fingen que se están muriendo... Aunque ellas lo hacen mejor que tú –una risita burlona escapó de sus labios.
—Abuela ¿eso fue un insulto?–pregunto sintiéndome un poco tocada.
—Nooo, para nada–ella intenta ocultar su sonrisa pero no lo logra–. Perdón querida, pero no me pude contener.
Por un segundo pensé en responderle pero luego todo se me vino a la cabeza nuevamente. Su enfermedad, los días en el hospital... El corazón me duele sólo de pensar en lo que vendrá. Ella lo es todo para mi.
—¿Qué pasó?–pregunta al notarme callada.
—Nada...
—¿No me contarás la razón de tu sorpresivo maratón?
Lo dudé unos minutos, decirle o no todo lo que había pasado. Llegué a la conclusión de que era menos loco que me creyera lo del sostén, antes que lo de que salgo con un chico en mis sueños que resulta que si existe.
—Bueno, es algo largo de contar y se supone que mamá vendrá a buscarte para ir al hospital ¿o no?
De repente el ambiente se pone pesado. Hay algo que me oculta, puedo verlo en sus ojos.
—En realidad no, Lyn–mi ceño se frunce ante su respuesta–. Yo... Ya acepté mi destino querida–su mano atrapa a la mía en un tierno toque–. Y quiero disfrutar estos días, o meses que me quedan junto a todos ustedes ustedes... No junto a personas extrañas en un cuarto frío.
Una lágrima cae por mi mejilla. Siento estrujarse a mi corazón.
—Pero...si lo haces, podrías quedarte más tiempo...
—Tal vez si, o tal vez no. No te lo quería decir pero el doctor dijo que era poco probable que el tratamiento funcione–trato de controlar mis lágrimas peto no es sencillo. Nana es como mi segunda madre, mi mejor amiga si la pierdo... Yo también me iré con ella–. Es por eso que ya decidí lo que haré –una sonrisa cálida me llena el alma. No mitiga mi dolor, pero al menos me reconforta por un momento.
—Nana...
—Ya, ya...–desparrama mi cabello–. Mejor cuentame que sucedió porque muero de curiosidad.
Las siguientes horas las pasamos entre risas y llanto. Pero sobre todo pérdidas en nuestro mundo. Nana no me cree cuando le cuento lo de Andrew. Creyó que bromeaba hasta que notó mi incomodidad. Aunque un buen consejo si salió de eso.
—Ese chico parece alguien agradable, deberías conocerlo un poco más. De seguro y hasta en el futuro tendrán una linda historia de cómo se conocieron para sus nietos.
—Nana–le reprocho. Reímos.
—Ya en serio, no lo juzgues mal sólo por un pequeño desliz producto de la casualidad.
Subiendo al cuarto vuelvo a tomar el celular esperando encontrar rastros de Annie. Nada.
Me recuesto sobre la cama. Pensando en todo lo que me pasó en el día. Un poco más de acción y podría escribir un libro hablando de mi.
Mi celular vibra. Un mensaje de un número desconocido.
"¿Sigues enojada conmigo".
No logro saber de quién se trata.
"Ya responde, por favor. De verdad que no lo hice a propósito. Fue un accidente Lyn".
Me empiezo a preocupar. ¿Será Andrew? Pero él ni siquiera tiene mi número.
" No me dejes en visto. Eso es de mala educación".
No tarde en responder. Y sea quien sea no tenía ganas de andar adivinando qué quería.
"¿Quién eres y qué quieres?"
La respuesta no demoró.
"Andrew. Ya no estés enojada conmigo o Anya se enojará conmigo. De verdad no lo hice a propósito".
Al leer ese mensaje recordé lo que me dijo Nana. Lo de ser amigos, no novios o eso. O sea, Andrew y yo ni al caso. Sólo se me ocurrió una cosa para decirle.
" Mañana hablamos..."
Pasé horas esperando el llamado de Annie, después de lo de Andrew. Pero nunca apareció.
Por un segundo me preocupé por si le había pasado algo malo... Pero luego revise las r************* . Ella había publicado una foto con sus papás.
Me sentía abandonada por mi mejor amiga. Le había dicho que era urgente que me llamara, pero a ella no le importó. Al parecer me considera un cero a la izquierda. Estaba molesta, y súper decepcionada. ¿Qué clase de amiga te abandona así?
Al fin decidí dormirme. Ya no tenía caso esperarla.
Nuevamente todo se volvió blanco. Me observé y todavía llevaba la ropa que había llevado a la universidad. Con la diferencia de que traía el pelo recogido. La misma calle de la última vez apareció frente a mi. Crucé. Recorrí el mismo camino, aunque ahora me sentía nerviosa por encontrarme a Joshua por ahí.
La cafetería seguía en el mismo lugar. Pero esta vez ya no había tanta gente al rededor.
Escuche un susurro junto a mi oído derecho.
—Ya comenzaste a llenar el libro.
Me paralice por unos mínimos segundos. El vello se me erizó. Sin verlo sabía que era él.
Trague, para luego voltear y enfrentarlo.
Nuestros rostros quedaron frente a frente separados por escasos centímetros. Él me sonría como si mi conociera de toda la vida. ¿Cómo no derretirme por esa mirada?
—Llegue a creer que no volverías a aparecer–miró para abajo con cierta timidez–. Pensé que te había espantado.
Sonríe al saber que le importaba. ¿Qué mas da si sólo es un sueño? Él verlo lo vale.
—Digamos que la mente quiere lo que quiere–reímos. Joshua tomó mi mano y me indicó donde sentarme.
Compartimos la misma mesa de la última vez.
—Sabes, se me ocurrió una idea mientras te esperaba–su mirada intercalaba entre mi y los autos que pasaban–. Claro que preferí esperar a ver si volvías para ponerla en marcha. Sigueme–se levantó y sin dudarlo volvió a agarrarme de la mano para llevarme a otro lugar.
Corrimos por una cuadro y un segundo el escenario era otro.
De la agitada ciudad, a un lugar tranquilo y verde. Rodeado de naturaleza.
—Cierra los ojos, por favor–lo hice. Uno, dos, tres segundos pasaron antes de volver abrirlos.
El cielo era oscuro. Una manta sobre el césped, comida pero sobre todo lo más hermoso era la lluvia de estrellas que adornaba nuestra cena.
—¿Cómo lo hiciste?–dije sorprendida. Mientras me atrapa la belleza de esa noche.
—Sólo pensé en lo que quería y lo hice. Eso si, todo es para que te sientas a gusto–su rostro hizo una expresión rara. Como si se le olvidara algo–. Creo que tú deberías escoger la música de fondo. Así también me enseñas algo de ti.
—Bueno...–pensé en todas las canciones que escucho a diario. Aunque la gran mayoría son de los animes. Y esas no tienen mucho que ver con esta ocación–. ¿Y cómo lo hago?
—Ven–me acerqué–. Cierra los ojos–coloco su mano sobre mi ojos. Pero ellas se deslizaron por mi rostro–. Piensa y desea lo que quieras que suceda y te sorprenderás de lo que puedes conseguir...
Le hice caso. Pensé y deseé que esa canción sonara. Pero nada pasaba. Comenzaba a frustrarme. Pero su suave toque sobre mis mejillas me hicieron olvidar todo. En breve, la canción comenzó a sonar. No sé de dónde provenía pero ahí estaba.
Abrí los ojos.
Joshua me observaba sonriente. Movía la cabeza a son de la canción.
—No la conocía, ¿cómo se llama?
—Shadow, de Lindsay Sterling. Su música me agrada bastante.
—Diría que es casi tan linda como tu sonrisa–me sonroje.
Luego de eso pasábamos esas horas hablando, contando cosas sobre nosotros. Todo parecía tan real. Increíble de lo que es capaz un cerebro.
Todo pasaba tan rápido. Era hasta perfecto. En los últimos minutos que recuerdo Joshua se había acercado a mi. Observamos juntos esas estrellas hasta que sentí que me miraba. Volteé y lo encontré a centímetros de mi. Su mano acarició mi mejilla. Se acercaba lentamente. Quería besarlo. Lo imité. Estábamos a un roce de besarnos cuando el sonido del despertador me levantó.
—Nooooooo...–grité. Tapé mi cara con la almohada–. Tan cerca...
Luego de salir de casa con un humor muy pesado. Llegué tarde a la Universidad. Era lo único que me faltaba. Además ni noticias de Annie. Había desaparecido.
Cuando estaba llegando a la entrada. Me detuve en seco. Mis ojos no podían creer lo que veían. Joshua la estaba besando. No era necesario ser profesional para notar que ambos lo disfrutaban. Verlos dolió. ¿Pero qué creía yo? ¿Qué lo que pasaba en esos sueños era real...? No son más que tonterías.