CAPÍTULO 2

1129 Words
━━━✧♡✧━━━ TOMA MI CORAZÓN. ━━━✧♡✧━━━ Miami… Días después... Alan se encontraba de nuevo mirando el techo de una habitación de un hospital. «¡¿Cuándo será el día que podré ser un hombre completo?!», se preguntó.  La cuestión quedó en el aire, porque en ese momento se abrió la puerta y entró su hermano mayor.  —No avisaste que venías —Mark le habló con un tono de regaño—. ¿Cómo has estado?  Con voz de sarcasmo y cara de pocos amigos le contestó: —Como la mierda. ¿Acaso no lo ves? —Puedo verlo —su hermano mayor le respondió con una risita, y tratando de ponerse en su lugar. —Esto es ya insoportable —manifestó Alan con los dientes apretados.  —Te has expuesto demasiado al hacer un viaje de tantas horas en avión, en tu condición.  —De eso es que estoy cansado —replicó él y los monitores comenzaron a pitar—. Esta misma mierda de siempre.  —Cálmate, Alan —Marka le dijo—. No puedes agitarte, puedes complicar las cosas sin necesidad alguna.  En el instante que él iba a agregar algo el médico tratante hizo acto de presencia. —Buen día, caballeros. El doctor era un hombre que su apariencia indicaba que iba comenzando la sesentena, pero al mismo tiempo se veía todavía joven y vigoroso para la edad.  —Buen día —contestó Alan y de golpe soltó—. Es la tercera vez que me visita el día de hoy. Así que dígame: ¿Qué noticias me tiene?  Hubo un silencio durante unos segundos, los cuales los hermanos cruzaron sus miradas porque les pareció una eternidad. El galeno carraspeó un poco, y metió sus manos dentro de su bata de médico. Mark frunció el ceño, pues era señal de que la cosa no pintaba muy bien.  —Señor Lombardi, lamento informarle que desafortunadamente el corazón que teníamos asignado para usted, ya fue utilizado. Debemos esperar el siguiente. El silencio reinó una vez más, al igual que la palidez se hizo presente en el rostro de Alan y la impotencia de no poder hacer nada por su hermano menor en el de Mark.  Alan de nuevo miró al techo y cerró los ojos, para él fue muy difícil asimilar aquellas palabras. Porque nadie sabía que tiempo se podía tardar, y eso era precisamente lo que no tenía. Sentía que la vida se le estaba yendo de las manos, sin poder hacer absolutamente nada.  —¿Qué es lo que realmente sucede, doctor? —Mark no pudo evitar preguntar. De manera inmediata, el galeno buscó con la mirada la aprobación de Alán. —Puede hablar tranquilamente —dijo él con un suspiro—, él es mi hermano. —Entonces hablaré de manera abierta —miró a ambos hermanos—. No tenemos en este momento donante disponible para el señor Lombardi. Por más que lo hemos intentado, el resultado no ha sido satisfactorio y agotamos todos nuestros recursos. Así que lo único que nos queda es esperar.  —Disculpe usted, si lo que diré pareciera que está fuera de lugar —Alan respiró profundo—. Pero cuando hice la donación a este hospital de equipos de tecnología de punta. Puse todo mi esfuerzo para lograrlo. —Eh… no sé qué decir a eso señor Lombardi.  Justamente en el instante que Alan iba a decir un par de cosas más se abrió la puerta.  —¡Eres un jodido cabrón! —La voz grave de Ian Cooper resonó en el lugar—. Si no es por Mark que me avisa de que estás aquí en Miami, no me entero de nada.  —Disculpe, me retiro. Iré a ver a otros pacientes —se excusó el médico.  Además de ser su jefe y amigo, Ian era una de las pocas personas que sabían de la enfermedad de su hermano. Mark aprovechó el momento de su llegada para dejar que su hermano se distrajera un poco con su socio y amigo, para hablar seriamente con el doctor cuando este ya había salido de la habitación le llamó: —¡Espere!  El hombre mayor se detuvo un momento. —Me gustaría hablar con usted un momento —pidió Mark.  —Dígame, le escucho. —Por favor, me gustaría que fuera sincero conmigo —él estaba muy preocupado por el estado de salud de Alan—. ¿Cuánto tiempo demora encontrar un donante? —sacudió la cabeza en negación—. Y quiero que me responda lo más importante en este momento: ¿Cree usted que mi hermano pueda esperar? El galeno no sabía cómo encontrar las palabras exactas para no ser drástico, pero era necesario decir la verdad del caso. Por eso lo miró de manera sería, mientras que con su dedo índice subía sus gafas de lectura. Dio una larga respiración y comenzó su explicación.  —Me temo que el pronóstico del señor Lombardi, no es para nada bueno —hizo una pausa—. Su hermano tiene una insuficiencia cardiaca terminal. A pesar de ser saludable dentro de lo que cabe y ser muy joven, su corazón no está funcionando de la manera correcta. Durante algunos años, él ha sido sometido a tratamientos que le permitieron llevar una vida un tanto más normal, por así decirlo.  —¿Entonces? —Mark le presionó para que terminara un poco más rápido.   —Los medicamentos ya no son tan efectivos —soltó el médico de golpe—. Si no encontramos un corazón en dos meses, creo que el tiempo de vida del señor Lombardi es de unos escasos tres meses.  A Mark la noticia no le cayó muy bien, sintió que le había caído un cubo con agua helada con cada palabra que salió de la boca del hombre.  —¡Esto es completamente una mierda! —él exclamó pasándose una mano por la cabeza.  —Desafortunadamente en su caso es así —replicó el doctor.  —¿Cuál es su nombre? —preguntó Mark. —Mi nombre es Fred Watson, y soy el director de cardiología de este hospital —respondió él, palmeando su hombro—. Tengamos fe, y mantengamos la esperanza  que encontraremos a tiempo un donante.  —Eso espero, doctor —Mark respiró profundo—. Tener una competencia con el tiempo no es agradable.  —No piense de esa manera. Ahora debo irme. —Estamos en contacto, y gracias por atender a mi hermano.  Mark vio alejarse al médico, todavía no podía creerlo. Había encontrado a un amigo, a un hermano, y si no aparecía rápido un donante de corazón, se iría de la misma forma en la cual había llegado.
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