Idilio

2417 Words
—Por favor, Alex, cuida bien de Julián—Dijo David mirando de reojo a su hijo quien estaba entretenido en los videojuegos con Daniel en la sala. —No te preocupes, David— Lo tranquilizó— Soy consciente de los cuidados que debo tener con Julián, se va a divertir con nosotros—Lo abrazó—. Más bien ten cuidado con esa bestia, regresa tan pronto termines de hablar con él. —No te preocupes—Dijo aguantándose el nudo en su garganta—. No sé cuánto vaya a tardar así que no dejen que Julián se acueste tarde. —Bien— Sonrío—, solo cuídate. David asintió, se sentía tan mal por mentirle a su hermano, a su confidente, pero su orgullo le impedía admitir la realidad con Adrián. No era fácil decir que se iba a acostar con él, no después de tantas cosas y tanto dolor. Alex se lo impediría. Se alejó y tomó un taxi para dirigirse al hotel, jugaba con sus dedos golpeando su muslo de manera nerviosa y desesperada. Quería matar a Adrián, ¡Dios, lo odiaba tanto! siempre deseaba que pagara el daño que le había causado, que sufriera tanto como él lo hizo un día, que sintiera qué es que te partan el corazón en miles de pedazos. Se bajó en el hotel, miró la gran puerta de cristal con ojos tristes. En ese momento los recuerdos de hace siete años lo golpearon despertando su cuerpo de aquel letargo en el que lo había mantenido desde hacía siete años, la ira y el rencor se acumularon en una ola que lo sacudió. ¡No, David Robles! ¡Le iba a demostrar a ese idiota quien era el juguete! Sonrío ladino y echó a andar atravesando las puertas de vidrio, iba a entregarse a los brazos del diablo. Ni siquiera alcanzó a acercarse a la recepción cuando un joven lo intercepto, lo miró entre confundido y asustado pero este dijo algo que le dio lógica a todo. —Adrián Velasco. Lo siguió hasta llegar a la habitación que le había dicho el pelinegro. El hombre abrió la puerta invitándole a pasar, lo hizo sin duda demostrando seguridad, el hombre tocó ligeramente su hombro, el pequeño lo miró posando su atención en el sobre blanco que le extendía. Lo tomó y automáticamente el hombre cerró la puerta y escuchó como el seguro era puesto. Soltó un gran suspiro y abrió el sobre. Se preguntaba que le deparaba ahora el destino.   Adrián salió de su auto con una sonrisa de lado, caminó por los pasillos del hotel de manera prepotente y arrogante, sabía lo deseado que era. Subió por el ascensor hasta la habitación donde debía estar esperándolo David, abrió la puerta con una gran sonrisa de satisfacción y tomó aire al verlo ahí sobre la cama sentado con sus ojos clavados en él. Estaba sin ropa, completamente desnudo esperando a ser tomado, tal como había ordenado. Esa pálida piel lo llamó a gritos, contuvo el aliento y se acercó despacio como si temiera asustarlo. David se puso en pie y dio unos pasos hacía él, Adrián se apresuró a tomarlo entre sus brazos y dejó que su aliento chocara contra su blanquecina piel, pasó por sus hombros por su cuello aspirando el aroma del aceite de chocolate que había pedido para que se bañara, pasó por su clavícula dejando pequeños besos a su paso, sus manos acariciaron las piernas torneadas, pasaron por su cola apretando sus firmes nalgas y subieron por su espalda delineándola.   —Tienes la cita mañana al medio día en el hospital Foreign Clinic con el doctor Saavedra Felipe, allí te harán un pequeño examen de sangre y a partir de ahí te dirán los demás que te tienes que practicar— Interrumpió David, iba a dejar las cosas claras desde un principio.  —De acuerdo— Sonrío Adrián entre su cuello— Pero obviamente tú me acompañaras ¿no pretenderás enviarme solo? —Lo sé— Sentía las manos ajenas jugar entre sus cabellos— Después del trasplante tienes que durar mínimo un mes en hospitalización así que... Adrián se apartó como si lo hubieran abofeteado.  —¿Cómo que un mes? — Tu cuerpo puede sufrir cambios así quedaras quince días en observación y el resto es recuperación,  son unos días de reposo y cuidados— David lo dijo como si fuera lo más natural del mudo— No sé de qué te preocupas, Julián tiene que durar lo mismo—Alzó los hombros. Adrián respiró. — ¿Sabes qué me pides demasiado?  — Tú también lo haces y no me estoy quejando. Adrián soltó una risita, acarició la mejilla del pequeño. — Está bien... arreglaré eso— Juntó sus labios con los de David, succionó su labio inferior y metió su lengua en la dulce y húmeda cavidad, sus manos descendieron por la cintura de David apretándolo contra su duro m*****o — Pero, dime ¿qué voy a hacer todo ese tiempo sin mis amantes? — Ese es tu problema— Contestó agitado. —No, David, es nuestro problema— Besó su mandíbula— Una que otra noche no me caería mal.  — No, Adrián— Se apartó—Una noche es suficiente, no creo que un mes sin amantes te haga daño. Además, no quiero que me involucres en tus problemas. —Solo un par de noches, no le veo el problema— Se acercó dando un suave caricia aquel m*****o— Es un buen precio por todo lo que voy a hacer. — Es tu hijo— Gruñó David—. No se lo estás regalando a cualquier persona. —Mi hijo— Siseó —. Esta noche vine a jugar David no a hablar de hijos, tú quieres el trasplante, yo lo haré a cambio de un par de cosas— Alzó una ceja—¿O lo dejamos hasta aquí? Maldito hijo de puta.   —Haré lo que pidas—Bajó la mirada. —Esa es la actitud, David— Caminó hacia una silla y se acomodó cruzando sus piernas— Ahora sedúceme. David se giró hacia él, dio una ojeada rápida a la habitación. La cama doble tenía un edredón rojo con varias almohadas grandes blancas, en el techo estaba pegado un espejo que abarcaba gran parte de la habitación. Del resto solo había un par de sillas, una mesa de centro y el baño. Respiró profundo, él no iba a perder en ese juego. No había música, ahora que se detenía a pensar no se escuchaban los sonidos del exterior, lo más seguro es que fuera una habitación insonorizada ¿A cuántos de sus amantes habría llevado allí? Ese finalmente no era su problema, él estaba ahí por una cosa y era su hijo. Se puso de espaldas a Adrián, estaba desnudo. Completamente desnudo. Pero no le importaba, puso sus brazos a los lados y empezó a subir sus manos delineando su delgada figura, cuando llegó a su pecho giró su rostro lentamente hacia atrás con una mirada seductora, entre abrió su boca y paso su pulgar derecho por sus labios acariciándolos. Se giró nuevamente y camino hacía Adrián de manera lenta mientras sus manos ahora acariciaban su cuello, bajaron por su pecho, acariciaron su abdomen y descendieron por sus muslos. —Vamos, bebé— Lo motivó Adrián.  Se detuvo abriendo sus piernas y bajó sus manos por ellas y subió de nuevo lentamente, cuando llegó arriba lamió sus labios y soltó una sonrisita traviesa. Se sentía como un puto, eso sí, pero no iba a mostrarse débil y mucho menos iba a perder el poco orgullo que le quedaba ¡Jamás! Estiró su brazo izquierdo y lo acarició con su mano derecha, sentía la mirada de Adrián sobre él ¡Oh sí, lo estaba haciendo bien! Se giró dándole la espalda y bajó de nuevo por sus piernas acariciándolas, estaba exponiendo su entrada de manera descara, al instante sintió unas manos sobre su trasero moviéndose desesperadamente. Se incorporó y las manos de Adrián lo empezaron a acariciar por todo lado — Bien hecho, David— Susurró el mayor contra su oreja antes de morder su lóbulo.  A pesar de que las manos de Adrián lo recorría no sentía ningún placer, ni siquiera un cosquilleo o algo que se le pareciera. Y eso era bueno. Adrián se empezó a frotar contra él, una mano la tenía en su m*****o y la otra en el rostro de David forzándole a exponer sus labios. —Ayúdame con mi ropa—Gruñó. David se giró, apartó su saco dejándolo caer al suelo, paso sus dedos por la piel del cuello del mayor arrancando un suspiro. Empezó a desabotonar su camisa lentamente mirando cada botón y depositando besos sobre la piel que se iba abriendo paso, las manos de Adrián acariciaban su cola estimulándolo y enviando pequeñas olas de placer que lo sacudían, cuando terminó con la camisa la bajó apartando las manos de Adrián de su parte trasera, el mayor tomó sus labios con salvajismo sin darle tiempo de nada, los dos peleaban por tomar el control del beso. Las manos de Adrián bajaron por su entrepierna y lo empezaron a estimular, sin darse cuenta David empezó a mover sus caderas pidiendo más de esa caricia, Adrián se separó unos segundos por aire y lo volvió a tomar mientras David se pegaba más a su cuerpo. — Córrete para mí. Sus piernas empezaron a temblar mientras su vista se nublaba, un cosquilleo se apoderó de él y se vino. Con respiración jadeante agachó la mirada, su cuerpo estaba ardiendo y en su frente había unas pocas gotas de sudor al igual que Adrián. Ardió en ira al ver la sonrisa victoriosa del otro, pero se calmó sonriendo en sus adentros, dejó que sus manos se posaran sobre los pantalones del pelinegro y los abrió, se puso de rodillas y dejó expuesto a su amigo que ya botaba presemen, llevó su boca a él haciendo gemir al pelinegro, dejaba que su lengua acariciara los pliegues mientras que con sus manos acariciaba los testículos, lo empezó a meter y sacar de su boca haciendo una ligera presión con sus labios, las manos de Adrián se enredaron con sus cabellos imponiendo un ritmo al que respondió sin dificultad. Acarició las piernas del mayor y apartó su boca cuando este se vino, alzó la mirada y lo vio con las mejillas sonrojadas y su rostro perlado. Sí, así quería verlo. Subió de nuevo dejando que sus manos acariciaran el otro cuerpo y jugueteara con el flácido falo ¡Que desvergonzado estaba siendo! Adrián lo tumbó sobre la cama, lo observó de arriba a abajo ¿Por qué sus amantes no eran como David? Esa suave piel, las curvas de su cuerpo y esa mirada... ¿Desde cuándo David devoraba con la mirada? Ahí tumbado sobre la cama, sonrojado, respirando agitadamente parecía una divinidad, una divinidad que lo envolvía y lo incitaba a acercarse para adorarlo. Notó como este se miraba en el espejo, si supiera cuanto poseía su cuerpo.  Se puso duro de nuevo, la sola idea de romperlo y devorarlo lo consumía.   — Flexiona las piernas y ábrelas—Demandó. David obedeció sumiso, las abrió exponiendo su carne junto con sus pensamientos más oscuros hacia él, el aroma del deseo emanaba de su piel mientras sentía el cuerpo en llamas. Adrián gateó sobre la cama hasta estar frente a frente, tomó sus labios con fuerza mordiendo y chupando como si nadie lo pudiera detener, mientras lo hacía tomó las manos de David y las puso sobre su cabeza — Quieto. Metió sus dedos en la boca de David dejando que este los lamiera, sentía esa roja lengua juguetear con sus dedos. Un jodido experto. Sus manos descendieron y movía sus caderas friccionado sus miembros ¡Delirante! Bajó por los duros botones presionándolos con sus dedos, leves gemidos empezaron a ser escuchados, su mano descendió por ese sedoso cuerpo hasta llegar a su trofeo.   Introdujo el primero, escuchó un gruñido de parte de David. — Tan estrecho como siempre— Canturreó. David se guardó sus dolores y soportó los tres dedos que se removían con fuerza en su interior, las corrientes de calor invadieron cada rincón de su delgado cuerpo moviéndose para auto-penetrarse ¿Por qué no disfrutar un poco del momento y dejarse llevar?  Adrián se sentía bien, ver el rostro de David buscando más era excitante, se lazó a la piel lamiendo y dejando marcas de su paso por ese cuerpo. Reemplazó los dedos por su pene duro como una roca, se clavó en el pequeño haciéndolo gritar y remover bajo su cuerpo, el pequeño movió sus manos y se apoyó en sus brazos para no moverse y hacer profundas las embestidas. Sentir los músculos de David apretarlo lo llevaba al cielo, echó su cabeza para atrás mientras mantenía sus manos firmes en la cintura del otro en un placer delirante. Embestía con fuerza y precisión ¡Y pensar que solo era el comienzo de una maravillosa noche!  David  se removía bajo su cuerpo, arañando con sus pocas uñas sus brazos, sus piernas se envolvieron en su cintura acercándolo, buscando más de ese placer y precisión. Abrió los ojos y vio el reflejo de la escena en el espejo del techo, alcanzaba a ver su torso y cabeza mojados mientras Adrián le cubría de las piernas para abajo, veía con morbosidad como este movía sus caderas para penetrarlo.   — Ahhh— Gimió cuando tocó su punto dulce. Las embestidas aumentaron, continuó con su mirada en el espejo, se excitaba con solo verlo. De nuevo llegó al orgasmo, el segundo. Y sintió a Adrián venirse dentro suyo mientras sentía el falo salir de su cuerpo. Daba gracias por utilizar parches y tomar pastillas. Su respiración estaba agitada, Adrián cayó en algún sitio a sus pies respirando igual que él. Cerró sus piernas un poco dolido, sintió la humedad del semen ajeno correr en sus piernas. Su cuerpo estaba entre espasmos. Sintió las caricias en sus tobillos, un nuevo placer lo invadió haciéndolo despertar. Adrián subió besando sus piernas, dando lamidas hasta llegar a su entrepierna y limpiar con su lengua el desastre de allí, no pudo evitar gemir... Era tan... ¿Cómo decirlo? ¿Caliente? —La noche hasta ahora comienza, David— Mencionó el pelinegro al remover de nuevo su entrada— Y dije que quería hasta la última gota.   Subió para tomar sus labios que en ese momento hablaban un mismo idioma, un idioma de deseo y gula, una necesidad de obtener todo del otro y saciar su hambre contenida. A Adrián lo estaba volviendo loco ese aroma que desprendía aquel cuerpo, David debería utilizar más aromas de esos. Se puso en pie y abrió el cajón de la mesa de centro sacando de allí unas correas, David lo miró de reojo sin decir nada, como le había sido ordenado. El mayor le vendo los ojos y lo puso de rodillas disfrutando de ese maravilloso cuerpo. Se puso frente a él e hizo sus miembros friccionar mientras que una de sus manos jugaba con la entrada del otro, llevó su mano a los cabellos del castaño jalándolos y mordiendo su cuello. Quería penetrarlo hasta al hastío, hacerle gritar su nombre y dejarlo en silla de ruedas. Sí, eso haría. La noche para sus cuerpos apenas estaba comenzando.
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