Un beso

1516 Words
Él me miró en silencio durante unos segundos, como si estuviera debatiéndose internamente. Finalmente, asintió. —De acuerdo, pero solo si tú también te quitas la máscara —dijo, su tono desafiante, pero con una pizca de diversión. Sonreí y llevé mis manos a mi máscara, esperando a que él hiciera lo mismo. Sentía la adrenalina corriendo por mis venas, como si estuviera a punto de cruzar una línea importante. ¿Quién era este hombre que había captado mi atención de una manera tan intensa? ¿Y qué sucedería una vez que descubriéramos nuestras identidades? Lentamente, ambos quitamos nuestras máscaras al mismo tiempo. Cuando levanté la vista y mis ojos se encontraron con los suyos, el aire se quedó atrapado en mis pulmones. Frente a mí, con una expresión de sorpresa mezclada con reconocimiento, estaba Iván. Por un momento, el mundo pareció detenerse. Los sonidos de la fiesta se desvanecieron, y lo único que podía escuchar era el latido acelerado de mi corazón. Iván me miraba fijamente, su expresión tan impactada como la mía, pero también… intrigada. —Violet… —dijo, finalmente, su voz suave, pero cargada de significado—. Esto sí que no me lo esperaba. Sentí cómo el calor subía a mis mejillas, incapaz de encontrar una respuesta adecuada. Estábamos atrapados en un juego que ninguno de los dos había anticipado. —Iván… ¿Qué haces aquí? —pregunté, aunque sabía que la pregunta era absurda. —Lo mismo que tú, al parecer —respondió, su tono aún bajo, pero cargado de una energía que no había sentido antes—. Buscando… distracción. Nos quedamos en silencio, por lo que parecieron minutos interminables. La intensidad de la situación era abrumadora. Este era el hombre que había puesto mi vida patas arriba con su oferta, el hombre cuya influencia y poder habían invadido mis pensamientos desde que lo conocí. Y ahora, aquí estábamos, en una fiesta de máscaras, revelándonos el uno al otro de una manera que ninguno de los dos había planeado. —Supongo que el universo tiene un extraño sentido del humor —dije finalmente, intentando romper la tensión con una sonrisa débil. Iván sonrió también, pero sus ojos permanecieron serios, escudriñando cada uno de mis movimientos. —Sí, parece que así es, pero ahora que estamos aquí, juntos… —Hizo una pausa, acercándose un paso más—. ¿Qué vas a hacer, Violet? La pregunta colgaba en el aire entre nosotros, cargada de posibilidades. ¿Qué iba a hacer? ¿Retroceder y seguir con mi vida, ignorando lo que había sucedido? ¿O enfrentar la realidad de que algo más estaba en juego aquí, algo que ni siquiera yo entendía por completo? Tomé una respiración profunda, sintiendo que estaba en la cúspide de algo importante, algo que cambiaría todo lo que pensaba sobre Iván y sobre mí misma. —No lo sé, Iván —dije finalmente, mi voz apenas un susurro—. No lo sé. El mundo a mi alrededor se desvaneció en un murmullo mientras los ojos de Iván seguían fijos en los míos, sus palabras resonando en mis oídos: "¿Qué vas a hacer, Violet?" La pregunta colgaba en el aire, densa, como si cada letra llevara consigo el peso de algo más profundo, más oscuro. El club, con su música pulsante y sus luces tenues, se convirtió en un telón de fondo borroso para la escena que se desarrollaba entre nosotros. No era solo una pregunta sobre la noche, lo sabía. Era un desafío, una invitación a adentrarme en un territorio desconocido, uno donde las reglas habituales no aplicaban. Todo lo que había construido con tanto esfuerzo, mi profesionalismo, mi autocontrol, parecía tambalearse en presencia de este hombre enigmático. —Iván, yo… —comencé, pero las palabras se me atoraron en la garganta. ¿Qué podía decir? La verdad era que no sabía qué hacer. Desde el momento en que entré en esa mansión y lo vi por primera vez, algo en mí había cambiado. Algo que no estaba preparada para admitir, ni siquiera para mí misma. Él dio un paso más hacia mí, y aunque el espacio entre nosotros seguía siendo respetuoso, la proximidad se sintió intensa, como si la energía entre ambos estuviera a punto de estallar. Su mirada era una mezcla de desafío y curiosidad, pero también de algo más profundo que no podía identificar. ¿Era acaso lo mismo que yo sentía? ¿Una atracción que desafiaba la lógica, que rompía con todas las barreras que había construido para protegerme? —Violet —su voz era un susurro, una caricia que se deslizó por mi piel—. Esta noche no tiene que ser sobre decisiones. Puede ser simplemente lo que es. Aquí, ahora. Sentí un escalofrío, recorrerme la espalda, una mezcla de temor y deseo. Era como si me estuviera ofreciendo una salida, una noche fuera del tiempo, sin consecuencias. Pero sabía que no era tan simple. Nada con Iván lo sería. —Siempre he sido una persona que planea, que analiza… —admití, intentando darle voz a la lucha interna que me carcomía—. Pero contigo, Iván, es diferente. Siento que todo lo que hago es impulsivo, que me estoy dejando llevar por algo que no entiendo. Él inclinó la cabeza, como si estuviera considerando mis palabras. Luego, una sonrisa lenta, casi pícara, curvó sus labios. —Quizás porque a veces, Violet, lo que más necesitamos es precisamente lo que no entendemos —su voz era suave. Un silencio denso cayó entre nosotros. Mis pensamientos eran un torbellino, chocando entre la atracción innegable que sentía por Iván y el miedo a lo desconocido. Pero en el fondo, algo me empujaba a seguir adelante, a descubrir qué había detrás de esa fachada controlada y poderosa. —Entonces, ¿qué sugieres que hagamos? —pregunté finalmente, rompiendo el silencio. Mi voz sonaba más segura de lo que me sentía. Iván me miró durante unos segundos, evaluándome, como si estuviera decidiendo hasta dónde quería llevar este juego. Finalmente, su sonrisa se hizo más amplia, aunque sus ojos seguían siendo insondables. —Propongo que dejemos de pensar tanto, y simplemente… No pensemos, solo recuerda que somos un par de desconocidos. Con esas palabras, se inclinó hacia mí, tan cerca que sentí su aliento cálido contra mi piel. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y mi respiración se volvió superficial mientras me preparaba para lo que sabía que iba a suceder. Pero en el último segundo, Iván se detuvo, sus labios a escasos milímetros de los míos, como si estuviera dándome la opción de retroceder. No lo hice. En lugar de eso, cerré los ojos y me dejé llevar por la intensidad del momento, por la atracción que había estado creciendo entre nosotros desde el primer encuentro. Cuando finalmente cerró la distancia, el beso fue suave, casi tímido, como una prueba. Pero pronto, la suavidad se transformó en algo más profundo, más urgente. Sentí sus manos deslizarse hasta mi cintura, atrayéndome hacia él, y toda la racionalidad que había intentado mantener desapareció. Era como si todo el estrés, la presión y la incertidumbre de las últimas semanas se disiparan en ese instante, reemplazados por una sensación de libertad, de rendición. Me aferré a él, sintiendo la fuerza de su cuerpo contra el mío, y por un momento, todo lo demás dejó de importar. No había clientes, ni proyectos, ni dudas, solo el aquí y el ahora, y la conexión que compartíamos. Nos separamos después de lo que me pareció una eternidad y un segundo a la vez, ambos respirando con dificultad. Los ojos de Iván seguían fijos en los míos, pero ahora había algo más en ellos, algo que me hizo sentir vulnerable y poderosa al mismo tiempo. —Esto… esto no cambia nada —dije, intentando recuperar el aliento y un poco de control sobre la situación. —No, no lo cambia —admitió él, pero la sonrisa en sus labios sugería que ambos sabíamos que, en realidad, lo cambiaba todo. La tensión entre nosotros seguía siendo palpable, pero ahora había una nueva capa de complicidad, de reconocimiento. Sabía que lo que había sucedido no era solo un impulso pasajero, sino el comienzo de algo más. Algo que podría complicar mi vida de maneras que ni siquiera podía imaginar. —Debería irme —dije finalmente, aunque no estaba segura de si realmente lo quería. Iván asintió, pero no hizo ningún movimiento para detenerme. En lugar de eso, se inclinó una vez más, esta vez para depositar un suave beso en mi frente, un gesto que me sorprendió por su ternura. —Haz lo que creas, que es mejor, Violet, pero recuerda, esta noche… —hizo una pausa, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras—. Esta noche no es el final. Nooo, claro que es mi final... ¡Estoy arrepentida! Ahora conque ojos lo miraré y aceptaré su dinero. Quiero ese trabajo, necesito del dinero y de también de su cuerpo. Aaaaah, pero qué cosas estoy diciendo. ¿Por qué me beso? ¿Estará jugando conmigo? ¡Me morí!
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD